miércoles, 25 de mayo de 2011

shölk · shock

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Porque la vida comienza cada cinco minutos. Tic tac, reinicio y Au revoir Simone.

No hay certeza detrás de tanta espera. Imagina por ejemplo la acritud de unos ojos que te observan temerosos, como esperando una sanción que desemboca en la ruina, la inclinación de éste o aquel planeta venido a menos después de éstas últimas tormentas, riadas y temblores. Marte y su magnitud, sus gases y su núcleo desconocido. La relación –outdoor- de una línea elíptica que justifica con un círculo más o menos sonoro y rimbombante estos tus senos radiofónicos.

Que el estrés natura sea, como poco, la sensación ignífuga de otras tardes en las que éramos tú, tú sin mí, tú conmigo, tú y yo y éstas ganas de vivir y llegar más lejos que cualquier traición según sus dimensiones.

Que mañana despierte y haya un sol de justicia que lo arrase todo hasta detenerse en mis pies. Que vuelva a sentir como ayer fluir la distancia, las músicas y las costumbres.

Ganas de vivir…

De transformar el mal en otra cosa ya no democrática. Porque ya no eliges tú ni tu pobre idea de gobernar inundándolo todo de un fragor puntiagudo y poco sublime. -Shölk- ó -Bye bye- a aquella gloria en modo catarsis; gris y lánguida, poco lícita y sangrienta.

De activar un modo shock que me confiera la necesidad de poder despertar y hacer el amor con aquella misma ligereza a las cosas menos frías. Porque he adquirido el don de la edad de Safo, como aquel que con su boca y su sonrisa manda emancipar mujeres al desnudo en dependencia.

Apocopar con virtud de pez submarino el efecto de, por qué no, tus manos huesudas hendidas en mi espalda, perdidas sin rumbo bajo el manto espeso de mi cabello ahora sí más brillante. Suspirar y decidir por mí mismo que tras vestirme comienza una etapa donde la calle será un mapa.

Hecho de ese olor que viene como un tufo singular, del restaurant de Müller, con la misma consistencia que hará que, cuando nos crucemos por la calle, te lances a mi de un salto trapécico y te rodee con mis brazos ahora sí más elásticos mientras siento, determinante, tu respiración como una brisa acelerada contra mi cuello. Y después de eso, querido lector, pueden cerrar cualquier telón de cualquier teatro.

Descansen.

lunes, 2 de mayo de 2011

red Flag

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Te acuerdas de las dudas, dices: con una pequeña voz en off.
Descifras los orgasmos con límite mientras la pequeña luz "hard" proviene de la lámpara.
Los delgados delfines, la sal "in to the" en aquellas comidas al borde de las cosas menos frías, lo inalámbrico, lo llevado al medio, las fechas, lo térmico y lo sonoro.

Un día iré de aeropuerto en aeropuerto gritando de terminal en terminal que quiero vivir en los parques, en las franjas y en las batallas de fuego ignifugo al filo de, por qué no, tu boca por ejemplo hecha siempre de quizás en tal vez.

Quiero medir al cabo la prolongación de tu masa, aquella temperatura de tus senos radiofónicos, llegar a ser la extensión de un océano anexo al que ahora ven, por qué no, tus ojos.

Adoro esa frase que me dirás algún día mientras configuras un pastel a base de arándanos, caléndula sin ser gaseosa y trozos de fruta por qué no, macerados con clavo de Argel y vigilia de esposa vestida a rayas.

Ámame con un cuchillo entre los dientes. Aprieta.
Abrázame y conviérteme en rododendro transformado, en cubo de Soma, en cosa poco hecha con vértices, en bandera roja semitísica.

Luego, saltaré y me zambulliré in extremis siendo tu, a penas en el aire, la única solución posible.

Descansen.

Feliz noche.

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