miércoles, 22 de diciembre de 2010

Un regalo de miércoles cualquiera

Claude_Monet_-_Twilight,_Venice 

Porque hoy es un día emocionante, por eso, simplemente, les dejo este regalo por ser un miércoles cualquiera...
Últimamente mis días pasan como estrellas, ancladas en un firmamento oscuro e intoxicado por no haber sabido administrar mi tiempo y mis impulsos. Que sea un año para olvidar es lo que quieren los elfos, el muérdago y las nubes de gas de orion por ejemplo.
En España hoy hay mucha ilusión por las calles, y yo esta mañana ya he visto un río, un sol diferente y una melodía, que aunque muy lejana, me ha hecho llorar.
Click aquí para acceder al regalo

Déjense llevar, sigan las instrucciones de la pantalla y sientan de verdad… Disfruten de algo realmente maravilloso...

Feliz día.

sábado, 18 de diciembre de 2010

guonderful

yo rio coche
1 mensaje nuevo de desconocido:

[…]
Podría decirte todo esto mañana cuando te vea o en cualquier otro momento. Quizá esta no es la mejor forma, pero sí es como me sale ahora mismo porque sé que ya estas de 7 sueños y no podría tampoco decírtelo por teléfono. De todas formas, siempre he pensado que me explico mejor escribiendo que hablando, así que no sé si te gustará o no, pero ahí va. Espero que estés preparado.
Me gusta que resistas despierto aunque te estés cayendo de sueño solo para poder decirme ¡felicidades!. Es un lindo detalle que sólo se hace por alguien importante, lo sé.
Me encanta la forma que tienes de disfrutar de los pequeños momentos que para el resto de las personas de este u otros mundo posibles pasan desapercibidos, mientras tu por ejemplo te detienes en disfrutar de cada uno de ellos. Como escuchar cada palabra de una bonita canción, observar un precioso atardecer en un lugar cualquiera o mantener una agradable conversación mientras tomas una copa.

Me fascina que te encante viajar, la música, la naturaleza, los animales y cocinar entre otras tantas cosas. Viajar para mi es la mejor de las definiciones para una vida feliz y compartiendo un gusto así sé que nunca nos daría tiempo a aburrirnos. Con la música se transmiten infinidad de emociones y otorga otro modo de vivir, de hecho siempre he pensado que cada momento en la vida tiene su propia banda sonora. Es maravilloso disfrutar de paisajes increíbles dando un largo paseo o simplemente sentirte pleno mientras respiras aire puro tumbado sobre la hierba, es algo muy bello para compartir, ¿no crees?. Y sé que aún me quedan muchos gustos en común por descubrir.
Adoro el amor que pones a las cosas que haces. Yo siempre he pensado que "si te pones a hacerlo, qué mejor que hacerlo bien", pero tu forma de hacer supera eso. Es increíble la dedicación que empleas en tu trabajo, que sí, es trabajo, pero aún así te empeñas en que cada resultado sea único y creativo. Es todo un espectáculo verte cocinar, cualquiera diría que tus platos son una obra de arte, por la delicadeza que empleas para dar forma a los ingredientes, el esmero con que colocas todo donde crees que debe estar y el entusiasmo con el que esperas que esté listo y perfecto para servir a quien invitas a comer; es un regalo maravilloso poder probar tu cocina.
Me sorprende tu sentido del humor, siempre tienes alguna frase oportuna que decir en el momento adecuado para producir una sonrisa en cualquiera que esté dispuesto a sonreír.  Creo que no podría contar el número de veces al día que llego a reírme contigo. Eso para mi es algo maravilloso e importante, siempre pensé que la risa es la mejor opción para el bienestar. Y tú, por ejemplo, tienes una sonrisa preciosa.
Me ilusiona saber que rondo por tu cabeza cuando me llamas, porque siempre suele ocurrir que justo en ese preciso instante yo también me encuentro pensando en ti.
Me ilusiona que nos contemos que tal fue el día. Me ilusiona que me propongas planes para compartir, aun siendo a largo plazo, porque eso significa que quieres que esté en ese momento y otra cosa no podría hacerme más feliz. Me ilusiona que me digas que en un preciso instante me harías el amor, ahora que entiendo mejor lo que significa te puedo decir que si pudiera yo te lo haría 100 veces al día. Ni una más ni una menos.
Adoro el bienestar que siento cuando estoy contigo. En ese momento no cuenta el tiempo, ni nada alrededor, solo tú y yo compartiendo un momento único que podrá repetirse tal vez, pero que nunca será igual.
Seguro que me dejo cosas atrás, es una lista tan larga que es imposible resumirlo aquí todo, pero lo mejor es que es una lista incompleta que a medida que pasa el tiempo se hace interminable. Quiero pensar que me quedan muchísimas cosas por descubrir de ti y sé que tendrá que ser poco a poco. Pero lo quiero intentar, si. "Lo bueno se hace esperar", y sé que si espero puedo descubrir algo realmente maravilloso.
Espero haber despertado las mariposas de tu estómago y sino me conformaré con al menos arrancarte una sonrisa.
Supongo que ya es de día mientras lees esto.
Te deseo un feliz día y te dejo entre todas estas letras un abrazo inconfesable…
[…]

viernes, 10 de diciembre de 2010

to be a tuno

Hoy vuelvo a ser tuno. Para eso he venido al sur del sur. 

 

Esta noche en el auditorio se oirán éstas imágenes de ayer... y yo estaré ahí.

viernes, 3 de diciembre de 2010

life is a miracle

Quién dijo que no.  Mira como suena. La vida es un milagro quieras o no.

Te lo dije: No trates como algo prioritario a alguien que te trata como una opción. No me escuché a mi mismo. Había interferencias…

Pero yo ahora me voy de viaje 6 días. Embarco en una hora. Aquí me veo escribiendo desde el iPhone. Porque la vida es un milagro. A la Serbia de tus ojos, a tomar el sol a tu lado y a poblar los cines, comer diversamente devorando la gastronomía heterogénea de la cocina griega, la búlgara, la turca y la húngara. Me apuesto contigo lo que quieras a que morderé tus pies y será dulce el resultado. Lo mejor de todo es que tú ni te lo esperas…

¿Porque llevo un vino blanco y una pizza de especias?. Por si llueve o se nos hace tarde. Porque cuando viajo hasta ti, casi siempre, me entretengo por el camino sólo pensándote. De divina que eres te siento hasta cruel a veces.

¿Y qué te parece si bailamos un štrudla? He reservado noche en un hostal de la capital para, después de una ducha y de calzarnos unas raquetas de nieve, llegar hasta el гибаницу. Y bailaremos esto que suena de fondo. A lo mejor incluso mejora el tiempo si levantamos altos los brazos y eliminamos la duda de las nubes con la punta de los dedos. Porque gracias a que las cosas no son, ni suceden como quisiéramos, pasan otras. Si. Gracias a que la vida no es eterna, el sufrimiento esta acotado, es propenso a su declive, y por lo tanto, tiene los días contados.

Por eso es de agradecer y entender, que las cosas, han ocurrido por algo, que por no ser como imaginé, ni estar escritas en mi vida como yo mismo dicté, han acontecido situaciones y personas, que van mas allá del enloquecer, y de la comprensión de la alegría en el ser humano.

Gracias a que las cosas no son, esperamos que alguna vez lo sean, a eso lo llaman ilusión, al conservar la esperanza de que alguna vez, sucedan.

Y si me das hoy un solo punto de apoyo, te prometo que moveré el mundo.

Llegaré a ti a eso de la media noche.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

freshmatic odourcontrol

yo coche rio

Fin de la primera parte.

Hay un fuerte olor a trementina y a resina de tragacanto al pasar por los parques. Y los pájaros y las mismas imágenes que desde este lugar vislumbré meses atrás, ahora se prolongan siguiendo la estela fugaz de unas siluetas azul lapislázuli de estos y aquellos tejados cubiertos por una fina capa de nieve. Y los atardeceres que, como el frío, no se hacen esperar y se van amontonando uno tras otro sobre la misma línea horizontal, a cual más bello y bucólico. Maldita sea… bendita belleza.

Enfermar de bienestar. De ése que tanto necesitaba porque la misma naturaleza no daba más de sí. Sentir más que nunca y muy exprés la necesidad de abarcarlo todo con los brazos y rescatar del incendio las pocas pertenencias salvables, y sacarte a ti incluso de entre los escollos vivos. Decrepitar y hacerlo con buen gusto y con sonidos que tu nunca habrías comprendido.

Salvar de la quema. Respirar siguiendo unos parámetros preestablecidos y estables. Abandonar esa posesión ineficaz de esperanza hendida en una farsa considerablemente oscura y mezquina. Despertar con un nuevo tacto. Sentir los labios un tanto hermafroditas. Alcanzar por qué no un éxtasis incluso que convierta a las tortugas en veloces aparatos tecnológicos que nos lleven a otros lechos. Contemplar una sonrisa horizontal hasta perder el conocimiento. Enamorarse 8 veces al día por preinscripción médica con el único efecto secundario de no morir en el intento ni sufrir la desdicha de poder ser lanzado al vacío de manera estrepitosa.

Convertirme en un golfo que pueble todas las noches tu cama con rumores de alcaraván común y desgarrarte la piel a besos, sintiendo la brisa nocturna de un frio peninsular y helar precisamente las penínsulas aisladas de tu cuerpo y dormir levitando de Y despertarme por qué no a tu lado cada mañana y descorchar los domingos algún champagne no francés (champán) y beber por ejemplo de tu ombligo como una gacela sedienta al borde del desquicio.espaldas mientras se abren debates ignífugos con diversas especies incluyendo a los artrópodos, los mamíferos y los miriápodos.

Como un olor que viene a decirnos cosas que ya no son, en una desactualización del ritmo, la fe y las promesas. Odourcontrol. Y siendo freshmatic, bello, la razón de un frío fresco automático. Artificial. Venido a menos.

Ser insular y cerrar los ojos mientras deslizo la punta de mis dedos por tu rostro terso y sonriente. Mirarte descaradamente subir hasta tu casa y esperarte tras la puerta con un ramo improvisado de rosas de periódico con las noticias del último mes.

Darte las gracias por cada una de tus sonrisas con otra sonrisa. Creer en la suerte y la casualidad. Desquitarme del paso lento y mundano de las horas que pasaron y colgarme un “log out” muy sonoro. Como ser la parte circundante de un extremo polar. Mirar a otro lado. Y en ese lado, encontrarte en una doblez de sábana, diminuta y cálida, convertida en un punto muy literario y rododéndrico.

Y si me pones en bucle tu sonrisa horizontal… me pasaré otro día más sin darme cuenta de otra cosa.

No me importa. Nada es más importante que la horizontalidad de una sonrisa.

Descansen. No se olviden de reír cuanto sea posible. 

martes, 30 de noviembre de 2010

lovely



Llueve. Llueve y no parece que vaya a parar.
Que bella opción no reprimirse. Y tomar como referente esta o aquella nube que en minutos habrá sido transportada y dejará de ser visible para, ahora si, ser la razón homónima del descanso pituitario.

Brotar. Saltar al vacío desde el vértice de un dodecaedro. Aplicar la fuerza geométrica del espasmo que ocurre al despertar recién. Cumplir con la promesa de hendir mis dedos en tu carne espesa y trazar diagonales de una esquina a otra para con tus pupilas.

Que bello resulta tomar un té. No lo sabía, pero te ofrezco un chocolate bien caliente que en mi idioma quiere decir bienvenido.
Resumir con creces una historia que nunca debió darse es apocopar el quiste con palos de ciego. Y de repente un día aparece alguien que viene a decirte que todo ha sido catastrófico, pero que por suerte, va a mostraste otras realidades bien distintas y mas acordes con lo que un día fuiste.

Hecho de amor y de casualidad. Como las canciones, los aromas, los perfumes o las estampas. El momento en el que alguien, viene a decirnos que todo, absolutamente todo, va a tomar un sentido distinto.

Es entonces cuando quiero cerrar los ojos y recorrerme una pista de baile clásico imaginaria y bailar, sintiendo el transporte de unas sandalias aladas sobre el parket y que un zumbido muy universal venido de la música me convierta de nuevo en lo que ya soy y nunca mas volveré a ser.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Bon voyage!

me gustas
Lo mejor es compartir una vida juntos.  Y si viene de concurso y con bases ante notario, mucho mejor. Al mundo le falta chispa ¿no?. Pues toma chispa.
Lo ideal es compartir una vida juntos.
Si.
Si.
Donde reír sea obligatorio. Y hacer el amor con el tacto de unos labios lerdos sobre la carne testaruda de alguien que venga a ser la perfecta candidata. Que no exista el dolor y si existe que sea causado por los espasmos musculares al reírse. Que la única contraindicación sea preferiblemente que no hay tiempo suficiente para más. Que falte el tiempo, signo de que no sobra.
Que haya una elección súbita en la que uno encuentre a su semejante y se encuentre a sí mismo. Que impere la casualidad sobre todas las cosas. El don perfecto de la idiosincrasia porque a mi me da la gana.
Lo soñé y quise ponerlo en práctica porque me parecía bellísimo. www.elviajedetuvida.webcindario.com. Así que lo he diseñado  en un par de horas y ya está en la red. El concurso más impresionante de todos mis tiempos. Todo es posible - me dije –.
Un lugar donde cualquier fémina opte a compartir y disfrutar unas vistas maravillosas para el resto de su vida. Un crucero por la vida si. Yo seré el premio, la fiel recompensa. Me vendo. Me doy. Me ofrezco como un pan recién amasado y hecho. Me entrego por una causa justa. Me apetece que alguien en concreto rellene el formulario y lo haga de dos maneras distintas, oficial y personal, porque esto es un concurso serio, tan serio como que si sales elegida vas a sonreír día sí y día también.
Que me ofrezco si. Que es un buen momento para experimentar. Que creo en la espiritualidad del medio. Entras, miras, completas los campos y pulsas un botón que te hace concursar. Que si, por qué no, puedo llegar a ser el hombre de tu vida. Que yo te prometo que te llevaré al lado de los satélites cada noche, en una visita exprés a la chatarrería espacial. Y desde allí verás este y otros mundos más simples y más complejos. Que al viaje le llamaremos orgasmo fluvial. Y habrá un “ignition” muy emocional que nos pondrá el bello de punta. Habrá éstas y otras vistas varias.
Se aceptan sonrisas horizontales, caricias con olor a rododendro, miradas que salven quicios, mujeres que envuelvan su cuerpo en mantas de colores. Si me tocas las manos sin esperarlo, habrás ganado más de 12 puntos de una atacada. Si me das una sorpresa que ni tan siquiera tú esperabas, entonces sumarás una astronómica cifra porcentual de puntos que te situará en los puestos más altos del ranking.
¿Tú eres así? ¿Te ves capaz? Me ves a mi como la persona con la que compartir vistas, noches, y cuando digo noches no hablo de oscuridad, sino de que me disfrazo de algo y te planto un monólogo en directo mientras cenas. O te tapo la boca con un beso cuando quieras decir “bon apetit”.¿Te ves? ¿Si? ¡Pues entonces eres la perfecta candidata! ¡No lo dudes! Date de alta, recibirás un correo de confirmación como nueva candidata. Date prisa, el plazo para inscribirse termina mañana o el día que tú prefieras antes del 30 de noviembre. Y quien no se inscriba quedará fuera de mi alcance y nunca, nunca jamás formará parte de mi.
Esto es un concurso serio. 
Absténganse aquellas féminas que no sepan lo que quieren en la y de la vida. 
Por intentarlo no se pierde nada. Que éste que hoy te escribe… puede ser el hombre de tu vida y ¡ni tan siquiera lo habías imaginado!.

Todo es promocionable. Como mi vida futura puede serlo. Me gusta sentir que, tal vez, este sí sea el camino correcto que de como fruto algo que yo ni despierto habría imaginado.

Perdonen por el fallo que no dejaba escribir comentarios, los desactivé por error hace unos días. Ya pueden dejar comentarios de nuevo. Un fuerte abrazo para todo aquel que entra aquí y sale huyendo despavorido a la cama... 

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sin noticias de….

cena

Les dejo un texto que acabo de recibir hace unos minutos en mi correo electrónico y sin previo aviso de Violeta, una chica que conocí en Madrid por casualidad.
Me he quedado sin palabras… Me encanta el texto. Gracias, muchas gracias Violeta. No sabes la sonrisa que me has encendido.

Ensalada de endivias y queso panela asado, con manzana frita aderezada con pimienta, sal, canela molida y miel.

- ¿y cómo vas a hacer eso?
- me pasas ese plato por favor...
- ¿éste?
- sí... gracias.

Empezó colocando una cama de endivias sobre el plato, era muy extraño el modo en que las colocaba, la dedicación que ponía en cada movimiento, y aunque aparentara que era un acto mecánico, nada de eso, él tardo unos instantes en colocar las lechugas sobre el plato, cuando quedó completamente convencido de que cada hoja estaba en donde tenía que estar, tomo un trozo cuadrado de unos 5 X 5 cm. de queso panela asado y lo colocó sobre la lechuga, ligeramente cargado hacia el borde del plato -"No hay nada mas terrible en este mundo que las cosas centradas"- dijo. Acomodó la manzana cortada en forma de medias lunas en una esquina del queso formando una especie de abanico.

 
Su mirada se alejo unos instantes del plato, encontró lo que buscaba, orégano, cogió un poco, en la palma de la mano izquierda sostenía el orégano y con el pulgar de la mano derecha haciendo pequeños y lentos movimientos circulares, comenzó a molerlo. Por unos segundos el aroma a orégano inundo la cocina. Lo esparció sobre la manzana, el queso y las endivias.
Tomó la botella de aceite de oliva, le puso un chorro y luego le puso unas gotas de vinagre balsámico. Abrió un cajón que se encontraba a mano izquierda y de ahí saco ajonjolí y almendras rebanadas que esparció sobre la ensalada. Solo faltaba algo; del refrigerador saco una salsa roja, era una salsa de chipotle con comino, cogió un poco con una cuchara y puso cuatro puntos, dos sobre el queso y dos sobre la lechuga.

Plato fuerte

1.- Salmón en salsa de mandarina, albahaca y cardamomo, acompañado de arroz blanco con cardamomo y mantequilla fundida con ajo.
2.- Róbalo en cubos con flor de jamaica y chiles secos, acompañado de setas al limón y canela.

- ¿Que mas va a ser?-le pregunté-.
- Espera... –me dijo-.

Eran las 10:47 a.m. él esperaba a que le despacharan el salmón que acaban de pedir, cuando por fin se lo dieron, empezó a recorrer los pasillos del mercado de Fuencarral, "que lugar tan increíble" decía, al mismo tiempo que miraba de frente un faisán muerto, llegó a un local donde venden quesos y embutidos.

- ¿Qué le vamos a dar joven?
- ¿A como está el queso camembert?
- A 13 €.
- Me da uno por favor...
- Aquí tiene, ¿algo más?
- No no, muchas gracias... es todo. –dijo mientras sonreía-.

Continuó por el mismo pasillo hasta llegar a otro puesto en donde vendían todo tipo de hongos, portobello, setas, hongos silvestres, etc. Es un puesto donde siempre hay un poco de todo, y siempre es distinto.
Todas las veces que he pasado a comprar ahí, siempre he encontrado algún tipo de hongo que no conocía.
Él compró unas setas silvestres que a su parecer son una belleza. Las pago y siguió con sus compras. Compró seis mandarinas, le gustaría comprar mas, pero como su estancia en Madrid sería breve estimó un cálculo aproximado.

También compró albahaca, manzanas, naranja, fresas y zarzamoras. Terminó con sus compras y dio una última vuelta por el mercado, solo por el gusto de ver y para saludar a las señoras de las especias, que de un tiempo a la fecha se habían hecho sus amigas. Eran del tipo de Sara García, viejitas con cara de portada de envoltura de chocolate, lo que a "él" mas le fascinaba de ellas era que podían conseguir la especia más rara del mundo y por supuesto todo de manera ilegal. "Que lugar tan increíble".

Camino de regreso a casa recordó que se le terminó el comino, entonces desvió un poco su camino para pasar a otra tienda de especias que conocía, llegó y pidió comino molido, en lo que se lo despachaban observaba la tienda y pensaba "un día voy a tener en mi cocina todas las especies que tienen aquí, además de las que consiga allá", le dieron el comino, lo olió, pagó, besó a la dependienta a la cual ya conocía y salió de la tienda.
Al llegar a su casa lo primero que hizo fue sacar el pescado y el queso y los guardó en el frigorífico, después lavó la lechuga y la puso a desinfectar y repitió la misma acción con la fruta.
Sacó de un cajón un cuchillo. Puso la tabla para cortar sobre la encimera, empezó cortando la manzana, después cortó el queso panela, a continuación picó cebolla y ajo. Abrió la puerta del horno y sacó dos pequeñas cazuelas y una sartén. Puso agua a hervir en las cazuelas, una para hacer arroz y la otra para poner a hidratar la flor de Jamaica. Puso la sartén en una parrilla y cuando estuvo lo suficientemente caliente puso el queso panela a asar, cuando sacó el queso, a la sartén le puso aceite de oliva, echó las manzanas, las salteó, las condimentó con un poco de sal, pimienta y canela molida, cuando la manzana comenzó a dorarse y a cambiar de color, sacó de un armarito pequeño un bote de miel de abeja, le puso un poco y salteó un poco más las manzanas, cuando terminó con esto las sacó de la sartén y las puso en un plato.

A continuación, en la misma sartén y sin limpiarla, puso a freír el salmón, al que sólo le puso sal y pimienta. Cuando estuvo dorado el salmón por los dos lados, lo sacó y puso el otro pescado que ya había cortado en cubos, lo coció y lo apartó en otro plato. Sin dejar que pasara un instante volvió a poner aceite de oliva en la sartén, echó cebolla, esperó a que se sofriera, puso ajo, y chile de árbol.

Cuando el aroma del ajo y los chiles inundó toda la cocina puso un puño de la flor de Jamaica que ya estaba completamente hidratada y la salteó unos segundos, comprobó que estaba bien de sal y pimienta y las apartço en otro plato.
Sacó la Jamaica de la sartén, respiró hondo y profundo, cerró los ojos y continuó.

A las setas le puso zumo de limón, sal, pimienta y canela molida, las puso en la sartén y éstas empezaron a emitir un sonido al contacto con la sartén caliente -"es extraño, cada cosa tiene su propio sonido, su propio idioma, es como si hablara, pero mejor esto me lo callo, si no ella va a pensar que estoy loco"- pensaba cuando veía las setas saltar en el sartén.

La salsa de mandarina con albahaca, fue rápida de hacer, sólo el zumo de mandarina en una cacerola junto con media copa de vino blanco, sal y azúcar. Cuando se evaporó el alcohol del vino colocó bastante albahaca y sacó la salsa del fuego.
El salmón lo colocó en un plato junto con arroz blanco, el cual tenia forma de un molde circular, cuando ya estaban colocados, vertió la salsa de mandarina sobre el salmón dejando que cubriera todo el fondo del plato, esparció almendras ralladas sobre el salmón y sobre todo el plato esparció ajonjolí negro y para finalizar colocó unas hojas de menta en el arroz.
Para el otro plato combinó el pescado que estaba cortado en cubos con la flor de Jamaica, la combinación la puso en un molde circular para que tuviera una mejor presentación. En el fondo del plato puso un abanico con las setas, encima y al pie de las setas colocó el pescado con la flor de Jamaica.

- Oye que rico, la combinación de las setas con el pescado… que rico.
- A ver… si esta bueno verdad…

Postre

Queso camembert en salsa reducida de frutas silvestres.

4 días después…

- Gracias por esa cena fantástica a la que me invitaste sin apenas conocernos, estuvo deliciosa.
- De nada, fue un placer ¿sabes? he estado pensando mucho en eso y creo que lo mas sabroso de todo fue la compañía…

 

A mí me encantó verle cocinar y acompañarle en mi día libre desde Torre España al mercado de Fuencarral para comprar cosas que ni yo sabía que existían. No podía dejar de mirarle, era expresivo con la gente, sonreía a todo el mundo, sabía lo que quería, lo olía, lo miraba y regateaba el precio como nadie. Mientras cocinaba no paraba de hablar en un tono muy vivaz que me despertó la risa más de veinte veces.

Y sólo tuve la suerte de estar en el lugar preciso en el momento preciso. Me preguntó por una oficina. Le indiqué. Ya sentí algo diferente, por su olor y su sonrisa, su manera educada y tan amable de dirigirse a mi.

Después no volví a saber nada más de él hasta 3 horas después. Reconozco que yo estuve un poco pendiente a su salida. Me crucé con él, le pregunté qué tal todo y qué hacía allí. Me habló de este espacio, le sonreí y me invitó a una cena con unos amigos.

Dudé unos segundos y me dijo: –No es una cita, es una cena y necesito saberlo para comprar los ingredientes-.

Le dije que sí sin pensármelo. Creo que por su olor. Y por su sonrisa.

Y como mi turno terminaba en diez minutos le dije que tomase algo mientras yo recogía mis cosas y le acompañaba al mercado.

A la mañana siguiente llamé a mi madre y le dije: Mamá, me encantan los hombres que cocinan bien…

jueves, 18 de noviembre de 2010

Felicidad controlada por radar

sobrino

Yo he vivido en esta ciudad.

Y he visto durante 320 días seguidos ésta misma puesta de sol, aquellos mismos edificios y este olor un poco a ozono concentrado en ésta estratosfera seminstalada en éste undécimo piso de una calle muy al norte de tu casa.

Y estar aquí para mí significa mucho.

Significa dar un paso de gigante sin convertirme en ningún monstruo. Significa sonreír sintiendo la paz sosegada haciéndome cosquillas en la planta de los pies y causándome universos en el estómago. Significa siendo significante el significado de volver atrás en el tiempo para escoger sólo los momentos que otros ya no quieren para que todo adquiera un sentido ahora más terapéutico y emocional. Y flotar hasta convertirme en algo puramente gaseoso e invisible, efímero y estratosférico.

Nada más llegar, sentí la ciudad muy fría. Se me helaron las manos nada más apearme del tren y sentí un tic en las mejillas. Porque sentí un nervio ajeno, como una actividad frenética y muy vivaz recorriéndome el cuerpo. Todos aquellos lugares, los pasillos y las puertas, las máquinas, las mesas y las luces, todo seguía exactamente igual. Y casi sin apenas esfuerzo pude imaginarme otros momentos. Bendita la imaginación que ha venido a poblar mi regreso momentáneo a ésta ciudad para siempre tuya y mía.

Salí de la boca de metro, subí aquí y dejé mi única maleta diminuta. De repente sentí que había estado caminando muy despacio todo el tiempo. Habían pasado dos horas desde mi llegada y apenas había recorrido 1 kilómetro a pie.

Así que bajé a toda prisa y fui a hacer las cosas que hacía a diario aquel año en el que yo viví en ésta ciudad.

Necesitaba partir de un itinerario. Fui a ver a Juan, el Frutero. A Luis el Carnicero. A Eloisa, la Librera. Macías el de la tienda de tés. A Marina, la mujer de Juan que tenía montado un negocio maravilloso de papel de mil clases distintas. A Martín, un turolense afincado en Madrid casi por obligación. Cada día que iba a visitarlo para comprar pescado fresco me hablaba de su tierra y yo a él de la mía. Él decía que aún sin haber nacido en la costa, entendía de pescado como nadie. Bonachón, fuerte y albino de cabello. Un bigote robusto y muy afín a su personalidad y unas manos blancas “detantolavarlas”. Por último debía visitar a Almudena, una joven ovetense de simpatía universal que regenta una tienda de vinos & delicatesen. Gran parte de lo que sé de vino es gracias a ella. Lo que desconozco sin embargo es gracias a mi.

Para mí ellos eran mi familia. Durante un año se empecinaron en darme recetas, consejos, conversación, sonrisas, bienestar y más bienestar. Ésta gente forma parte exquisita de mi existencia más estática, de esa que hace a uno botar de escalón en escalón como si tuviese una especie de sandalias aladas o algo así.

Iba con la idea de preparar una cena para tres “3”.

Juan me recomendó unas exquisitas mandarinas, que con chocolate quedaron deliciosas. Luis me regaló unos nudillos de ternera. Eloisa me ha dejado en herencia un libro encantador de Eladio Orta. Macías me recomendó el mejor té vietnamita de todos los tiempos. Marina me dió unos pliegos de papel muy bello sobre el que haré unos dibujos con tinta antes de que termine el año. Martín me regaló un pulpo espectacular a razón de que le llevase una pequeña ración para que la probase y Almudena me regaló una caja de tres vinos que horas después desaparecieron entre risa y risa.

Feliz porque Luis sonríe cuando me habla de su nuevo amor después de quedarse viudo hace 9 años. Y le brillan los ojos de una forma muy especial, siempre y cuando a ese brillo yo le llamo ilusión y erotismo.

Feliz porque Juan ha tenido un niño precioso y se le cae la baba enseñándome una fotografía que siempre lleva en el bolsillo de su delantal.

Feliz porque Eloísa quiere editar un libro y su sonrisa bien vale una misa. Adoro su sonrisa.

Feliz porque Macías sigue oliendo un té y cerrando los ojos antes de venderlo.

Feliz porque Martín dentro de 2 años regresará para siempre a su tierra amada.

Feliz porque Almudena sonríe con costumbres de sol en su sistema cuando me habla de su futuro viaje a China y me invita a ocupar un espacio entre sus maletas.

Feliz porque la felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

shut down

sobrino_2sobrino_2sobrino_2

Dejan de ser estilos acuoxigenados para convertirse en el tachan femenino de unas nalgas que son cientosetentacentimétricas hasta el último haz de cabello visible.
El formato de un pezón más o menos silvestre, los azúcares y el sudor una vez hecho de ambos.
De aquel fulgor sobre las sábanas sólo te queda el símbolo londinense de nubes de media tarde, algún que otro cúmulo, estratos y cirrostratos con sabor a amarga mentira.
Y que las nubes nos otorguen la vida que nunca tuvimos. Y el rumor de las fuentes nos haga fuertes, como un cauce de agua en  época lluviosa.

Que la verdad traiga la paz y la consonancia, aunque en un principio nos destroce como se destroza una nota ya inservible, en decenas de pedazos diminutos hasta dejar de significar algo y ser por fin una parte reducida a nada. Después, esos pedazos, se unirán adquiriendo un significado nuevo, lleno de una vida mucho menos dolorosa y menos traumática al fin.

Porque nunca les diré qué ni cómo, pero les puedo asegurar que, yo, nunca merecí algo así. Lo prometo por Prometeo.

Que la mentira no cause más estragos en el sueño de ningún ser benigno por naturaleza. Tampoco en los malignos. Es decir, que todos vivan en paz y contraigan matrimonio si les place. Que se amen o se destruyan, que se odien, se separen o se lamenten pero en silencio y sin que a mi me llegue ninguna de las posibles ondas expansivas. Que si el mundo acaba para alguien no me lo comunique. Que quien se enamore de repente lo haga sin reducir la vida del vecino a mil pedazos. Que quien no pueda dormir no le estropee el sueño a quien duerme y sueña. Que quien no sabe lo que quiere lo busque con urgencia para que su vida adquiera sentido y no le reste a la de los demás y que, quien lo sepa, lo obtenga sin lanzar al vacío a nada ni a nadie.

Que éste frío me congele el recuerdo y lo bloquee. Que nadie me diga nada más sobre infamias y mentiras, que ya no aguanto ni un rumor más porque no me interesa en absoluto. Que yo no soy ningún cornudo ni ningún apaleado de esos de chiste. Que sólo confié erróneamente pero eso no me crucifica. 

Que nadie oculte información valiosísima nunca.

Que nadie haga de otro un juguete parsimonioso con el que divertirse. Que nadie juegue con los sentimientos de nadie. Y si lo hace, que vaya a la cárcel un día y mantenga el ayuno como castigo.

Que  nadie desee el mal a nadie. Y si alguien lo hace que le sea reflejado sin previo aviso y por partida doble.

Que cuando alguien nos hace daño, ese mismo daño se convierta de manera semi automática en amor derivado a otras partes.

Que yo me recupere pronto de este post mentiratorio.

Que la luz siga siendo una materia físicamente indispensable siempre.

Que lo vivido hoy por mí no se sepa nunca. Es más, si es posible, que alguna fuerza extraña lo elimine de la existencia.

Que a quien elige se le otorgue el beneficio del aplauso. Yo siempre aplaudí a quienes eligen porque elegir es excluir lo que uno no quiere, dando la oportunidad viable de que otra persona lo aproveche con creces.

Y ante todo, que la verdad reine sobre todas las cosas.

Si es posible pediría un último deseo… que la tierra, con permiso del núcleo, me trague ésta noche y me devuelva al exterior cuando todo haya vuelto a su lugar de origen. Y si aún fuera posible pedir algo más, pediría que girase rotativa y traslativamente en sentido contrario, devolviéndome así todo este tiempo que he vivido lleno tristemente de nada.

Desaparezco un tiempo para digerir y porque no me veo con fuerzas para escribir diariamente. Si no regreso, quiero dejar éste espacio a mi madre, que al parecer me está tejiendo un abrigo de lana en estos días sólo porque sabe que me encantan. Y su jersey da mucho más calor que éste espacio.

Te quiero mamá.

lunes, 8 de noviembre de 2010

“Cariño”

sobrino_3

Eran alrededor de las once de la noche. Se había pasado el día entero lloviendo fuera, en eso que otros llaman la ciudad. Debió ser un día sin duda gris, pero no puedo asegurarlo con certeza porque en ningún momento alcé la mirada más allá del horizonte casual de los edificios y las densas avenidas. La gente pululaba por las aceras sin un rumbo fijo, como sorprendida por un otoño que se hizo muy de repente.

Entramos en un lounge café del casco antiguo. Allí no nos esperaba nadie pero por el camino fueron sumándose personas con sonrisa abrumadora que se dirigían hacia el mismo lugar que nosotros. Al cruzar la puerta sentí un fuerte olor a feromonas, perfumes varios y una sensación de bienestar dada por la calidez de la luz y la conversación de la gente.

Entonces cruzamos el habitáculo. Al fondo a la izquierda encontramos a algunos amigos. Los saludamos, nos presentamos ante los desconocidos y cuando quise girar la mirada, allí mismo, encontré sentada al fondo a una impresionante jovencita, con cara de romper todos los platos rompibles. Serena, bella y suspicaz. Me atrajo tanto que no pude dejar de mirarla durante al menos una hora. Tic-tac, tic-tac…el tiempo pasaba y nadie me presentaba a aquella mujer despampanante de sonrisa envolvente con servicio a domicilio y muecas de “si duermes conmigo lo recordarás toda la vida”.

Así que agudicé el ingenio, me quité mi escueto abrigo de advertencia y me encapsulé en el del disimulo. Calculé a conciencia los centímetros que nos separaban y sin pensarlo dos veces pisé su zapato izquierdo, sólo la punta, brevemente, quería tener una excusa diáfana sin llegar a la impertinencia. Sabía que me diría algo. Si no, yo mismo me disculparía. Pero no estaba dispuesto a hacerlo de cualquier forma, porque sentí una necesidad muy primera. Por momentos incluso sentí que aquella chica de ojos casi verdosos se trataba de un espejismo que se esfumaría de un momento a otro.

A los 10 segundos estaba sentado a su lado, sintiendo ahora sí incluso la temperatura de su piel y otras cosas inexplicables.  Ella tenía un aire despreocupado y muy emocional. Sus ojos eran simpáticos, muy limpios y profundos. Su perfume me llegaba en suaves ráfagas de brisa impulsadas por su boca. Debí temblar por dentro creo, y retorcerme mil veces de bienestar, y creo que perdí el norte más de cien veces, hipnotizado.

¿Entonces?. Hablamos de viajar, de inteligencia, de humor, hablamos sobre la importancia de la risa y sobre un pañuelo de cuadros que yo llevaba atado a mi cuello ahora tambaleante y fluido como una espiga o una brizna. Pedimos una copa, nos miramos a los ojos, sonreímos y a partir de ahí la noche se transformó en deseo condensado. No volvimos a saber nada el uno del otro en toda la noche. Sólo al final, ya bien entrada la madrugada, tuvimos un encuentro fortuito en el que probé su boca sin querer. Sentí un enorme espasmo que me paralizó todos los sentidos menos el tacto y por momentos levité de espaldas con la mirada en un punto luminoso y constante que otros no supieron ver.

Después agotamos las horas deseando ver la luz del sol tímidamente asomar por entre los edificios. Con suerte, retrasaríamos nuestra despedida hasta al menos una hora antes del amanecer. Y mientras otros debatían sobre falsedades y ritmos inconstantes, nosotros nos desgarramos la piel a besos.

Mordí sus pies y fue dulce. Mezclé mis miembros con los suyos, retorciendo la carne y las horas. Como el nacimiento de alfo nuevo que viene a salvar un fracaso esta vez anunciado. Me sentí con fuerzas para saltar hasta enfermar de cansancio, de gritar por que sí a los cuatro vientos una buena nueva al fin, de predicar mi deseo en cualquier idioma incluido el hebreo, el latín y cualquier otra lengua vernácula con fines propagandísticos. Fuera, en lo que otros llaman ciudad, un fuerte viento golpeaba las persianas y los altos muros. Mientras esa misma ciudad comenzaba a despertar tímidamente, entramos en un profundo sueño abrazados. Yo, que adoro la mudez, el sonido indispensable a nada, el rumor de la calma en cincuenta metros alrededor. Y sentir su mano buscar la mía, escuchar su respiración ignorando la mía, sentir 3 ºC más difundiendo calor de su cuerpo al mío.

La relajación de haber hecho el amor olvidando que algún día dejaremos de ser lo que somos. Concentrándonos en la materia, en la telepatía de dos cuerpos que se buscan incluso en stand by. Volar desnudo de un espacio a otro de la casa dejando pasar desapercibido el frío y otras constantes vitales que ahora penden de un hilo.

Despertar y despedir. Apagar la calefacción. Tomar un té y una ducha rápida.

[…]

Era inevitable no repetir la escena.

Somos dos actores secundarios que, horas antes, habíamos dejado algunas secuencias incógnitas.
Entró y sentí un fuerte olor a ella. Desvió mi atención por completo. Perdí la orientación y el sentido de la conversación muy de repente. Alli estaba de nuevo. Algo (no sé muy bien qué) quiso que volviésemos a vernos justo en el lugar donde horas antes nos habíamos conocido. Unos centímetros <<más allá>>.

Casi no cruzamos palabra alguna. Ella se sentó en un lugar que le favorecía mucho. Había una luz cenital muy de domingo a cualquier hora. Ella hablaba y yo la miraba intentando disimular. Nuestras miradas se tropezaban una y otra vez maravillosamente. Y digo maravillosamente porque cada tropiezo de unos ojos con otros terminaba en sonrisa mutua. Ella mojaba sus labios frecuentemente y me buscaba cada vez más con sus ojos de ibis. Había más belleza y más deseo en aquellos diminutos instantes que en todas las noches en las que yo había imaginado cosas que nunca sucedieron por fortuna.

Después de un par de horas de agravio inconsistente y de un sufrimiento adquirido de memoria, me desquité de toda la culpa y el daño y regresé a su lado. Sólo allí me sentía como en casa. Hablamos y vivimos juntos tres horas más. Llevaba 48 horas sin dormir, mi cuerpo empezaba a evaporarse poco a poco y cualquier fuerza análoga  a mi mismo, pasó a ser un voz en off que ya no relataba nada lógico. Pero algo en ella me mantenía despierta. Su interés por mí, su carácter, la ternura con la que me sonreía y una conversación siempre express que nos llevaba deambulando de un lado a otro del hemisferio.

Visité su casa. Era tal y como la imaginaba. Cálida, acogedora, diáfana… Luminosa y muy horizontal. El tiempo dejó de considerarse en horas y volvimos a dormir juntos hasta otro nuevo amanecer. Y así dos días más en los que sentí como parte de aquellos espacios me pertenecían. El tiempo transcurrido entre un espasmo y otro, entre el sol y el no sol entrando por una de las ventanas mientras ella me decía que le encantaba verme ahí, dándome el sol por doquier”.

Así que ella también se hizo dueña de mis espacios, de mis posturas al sol y de mis primeras y más últimas palabras del día.

Perseguía un deseo. Ascender. Y su deseo para mí es encantador y enérgico. Alguien que lucha por lo que desea. Que se muestra incombustible ante aquello que se propuso un día porque deseaba cambiar lo que tenía por algo mejor.
Me encanta sentir que no se conforma con lo que tiene, que aspira a más, que es la mejor en su quehacer diario. Que es ordenada y metódica. Que por encima de todo adora la sonrisa y la inteligencia. Que un hombre inteligente que active su cerebro le despierta el apetito emocional y sexual mucho más que un atractivo sin salsa cerebral.

Su deseo es el mío porque su deseo hace que mi deseo sea una realidad. Porque su deseo me hace a mi desearla aún más. Podría decirse que su deseo es mi deseo porque una vez alcanzada su nueva meta obtendrá nuevas sensaciones y satisfacciones que intermitentemente desembocarán en una felicidad muy abundante de la que, seguro, a mi me tocará al menos una parte.

Y la suma de ella más felicidad es igual a algo que a mi me hace volver una y otra vez al principio de este texto. Como un bucle interminable. Y que la historia vuelva a repetirse tantas veces como fuere necesario.

Que de ser feliz no pienso cansarme nunca.

sábado, 6 de noviembre de 2010

mi sitio

calefaccion

¿Que por qué es ese MI sitio? Verás te lo explicaré:
En invierno, ese asiento está lo suficientemente cerca del radiador como para mantenerse tibio... y no tanto como para causar transpiración. En el verano... está directo en el camino de la brisa que se crea al abrir las ventanas allá y más allá... Esta hacia la televisión, en un ángulo no tan directo como para desalentar la conversación; ni tan lejos como para crear una distorsión paralela ni siquiera como para crear un tímido efecto moiré.

Podría continuar, pero creo que me he hecho entender.

jueves, 4 de noviembre de 2010

i’m sorry

sobrino

Solicito el perdón. No voy a decirlo mil veces, con una quiero que sea más que suficiente.

Perdón a quienes me han visto perdido, ineficaz, des humorado, exaltado, distinto. No voy a justificarme, no es lo que quiero. Tampoco es algo que necesite.

Supongo que he sufrido un parón biológico, que incluye espasmos mentales, distorsión del ego y una pérdida casi absoluta del sentido de lo positivo por no hablar del autoestima. Quien permite una falta de respeto prolongada está cavando su propia tumba, por si había alguna duda.
Todo causado por distintos “shocks” de los cuales sólo puedo decir que no merecía ninguno de ellos. De eso siempre estuve más que convencido. Así que por un momento rompo en mil pedazos aquel epitafio que dice que cada cual tiene lo que se merece, porque si bien es cierto, a veces, nosotros mismos nos empeñamos en tener lo que no merecemos, y eso, desemboca en catástrofe. He estado expuesto a un mal redundante durante un largo período de tiempo. La mentira, la falta de tino y del rumor persistente de un “daño excelso porque sí” fueron los síntomas. Los efectos secundarios pueden considerarse todos aquellos que me hicieron revolverme y evaporarme sin fuerza, perder momentáneamente la dignidad y consentir desafortunadamente que se riesen de mi. Pero bienaventurado aquel que se ríe de mi porque bienaventurada es la risa ya de por sí con todos sus complementos.

No por ello dejaré a un lado mi exquisita bondad, el mimo de mi yo con las cosas ni tampoco mi credibilidad ante aquellas otras cosas que sí son creíbles. Porque afortunadamente existe la verdad, sólo se inventa la mentira. Sé que lo que he vivido es una simple anécdota, me gusta sentir que sí, solo eso y nada más. Tan triste que no merece adquirir mayor importancia. Dársela sería dar beneplácito. Y nunca daría beneplácito al mal.

Solicito el perdón a todas aquellas personas a las que no supe escuchar a tiempo porque no me convenía y a las que escuché pero lo hice a destiempo, también a aquellas que rechacé sin convencimiento de causa. A mis padres por haber rechazado suculentas invitaciones los domingos para comer juntos sólo porque me sentía exactamente igual de mal que el día anterior y un tanto descafeinado.

A mi hermano por haberle respondido a medias, sin ganas y con carácter retroactivo y por haberme desentendido de él cuando más me necesitaba.

Perdón a mí mismo por haber rechazado una maravillosa oferta para vivir en Londres. Pero bendigo también haber aprovechado las oportunidades que se me presentaron pero que desafortunadamente dejé ir sin más, embaucado en medias promesas. Estoy seguro de que cualquiera de aquellas oportunidades me habrían hecho mucho más feliz de lo que hoy soy. Pero vendrán más.  

Perdón a aquellas personas a las que creí cuando nunca debí hacerlo, porque haciéndolo les concedí el beneficio de la duda que meses después sería la soga que me proporcionaría un final tan amargo.

Gracias a todos los que me dijeron que no me veían como el yo que habían conocido. Que había desaparecido vulgarmente de lo que un día fuí. Ahora vuelvo a buscar la fiesta y el desenfreno hasta que me agote el cansancio, y si, ya he demostrado cuan peligroso me ofrezco ante lo que me gusta.

Ahora es momento de descargar la culpa, saltar de alegría al menos 3 veces cada 8 horas y diagnosticar los errores, asumiéndolos y dándoles una bendición que los haga ser momentáneamente prioritarios para que se conviertan, en un breve espacio de tiempo, en llanas frases de humor que me hagan sonreír sin que absolutamente nadie sepa por qué ni a cuento de qué lo hago. En el autobús, en el banco, en un paseo interestelar por un parque público o en una fiesta exquisitamente privada.

Ojalá pudiese pulsar Ctrl+z para que todo esto ni tan siquiera hubiese tenido lugar. Si no han probado nunca pulsar Ctrl+z les animo a que lo hagan. Abran un editor de texto como por ejemplo Microsoft Word. Escriban sólo una palabra “Hola”. Guarden el documento. Y ahora continúen escribiendo. Escriban unas 25 palabras de las cuales 24 sean mentiras. Una vez hayan terminado de escribir pulsen la tecla Ctrl de su teclado y manteniéndola pulsada pulsen la tecla Z. Sucede algo tan mágico como espectacular.

Sólo así experimentarán uno de mis mayores deseos en esta noche de primeros de noviembre. Deshacer. Volver al principio. Eliminar cualquier rastro que señale que aquí hubo acaso existencia. 

 
Me equivoqué. Asumo la responsabilidad, la culpa y todo lo que sea asumible.

Ustedes sólo estudien mi solicitud de perdón. Después, hagan aquello que consideren oportuno.

Feliz día.

miércoles, 27 de octubre de 2010

i’m actor secundario

13

Que pocas cosas duelen y cuantas cosas pueden llegar a destrozarnos. Digamos, por ejemplo, que se puede no amar de repente y no duele.
Duele el amor si pasa, hirviendo por las venas. Duele la mentira, latigazo de hielo.
El desamor no duele. Es visita esperada. No duele el desencanto. Es tan sólo algo incómodo.

Somos así, mortales irremediablemente, sin duda acostumbrados a que todo termine.
No hay certeza detrás de tanta espera. Me siento como un náufrago… y tengo un mensaje para todos los náufragos que hoy dice así:

Náufragos que pobláis cualquiera de las islas de este mar de silencio, transcurridos los meses, admitid de una vez que habéis sido olvidados. Si cambiasteis el rumbo de vuestras vidas por algo que nunca existió, lamentaos inclinando la cabeza hacia el sol y golpeándola contra el primer objeto sólido que encontréis a mano. Llorad, retorceos, gemid. Ya no sirve de nada. Nadie va a devolveros tiempo atrás.
Quizá pasaron barcos o pudieron ser sueños. Escuchasteis canciones hechas de blanca espuma que venían de lejos a embriagar los sentidos.
No miréis más el agua. El mar no es la salvación, sino vuestra locura y vuestra bondad. Las olas nada ofrecen. Perdida ya la fe, no miréis más al mar. Dirigid vuestros pasos sin dudar tierra adentro, sin añorar más suerte. Dominad vuestras islas, preparad la cosecha y recibid los frutos.

Levantad vuestra casa sobre firmes cimientos, como si en ella hubierais de estar hasta la muerte, esperada visita que arribará a la costa.
Cercioraos de estar completamente solos y ordenad la desazón sin rabia ni desaliento, como si nadie hubiera de encontraros jamás.

lunes, 25 de octubre de 2010

célebrelandia

25102010 

He venido para que todas las cosas tengan vida.
Hay un rumor especial en todas las cosas. Incluso en el atardecer, los objetos, los espacios y los utensilios.

Acabo de llegar. Turca ha trepado los 7 escalones de la entrada a la casa en dos saltos y se ha sentado en la alfombrilla de bienvenida mientras yo bajaba del coche mi única maleta. Ha hecho el viaje muy tranquila, a mi lado. A veces me mira y me tiende la pata repetidas veces cuando voy a cambiar de marcha creyendo que quiero saludarla. Y eso me hace reír. Otras veces otea el horizonte más allá de la ventanilla, con su hocico negro y brillante, como si buscase algo inexistente o que no está al alcance de cualquiera.

Todo estaba muy oscuro al entrar. Las persianas, las puertas y los grifos. Había un olor a madera, muy profundo, que incluso aún persiste.

De fondo había un murmullo muy lento, venía de un aparato electrónico, y el reflejo de una antena iluminaba el salón por entre las rendijas minúsculas de las persianas, de una forma muy potente.

Al subir las persianas una luz muy hedionda entró como si tuviera prisa. Tanta que me hizo cerrar los ojos incluso, sorprendido por la rapidez con la que el sol vino a avisarme de que es momento de airear el malestar, invertir en la causa y dejarse caer sobre el sillón de la terraza para ver cómo la tarde pasa impasible y fugaz, dorando lentamente todo alrededor. Afuera un viento frágil mecía las cosas como llamándolas a cada una por su nombre. Árbol al árbol y hierba lejana a la hierba lejana, y viandante al que pasa por la calle “viandando”.

Me quedé absorto, mudo. No sentí en ningún momento esa sensación de no saber qué hacer o hacia qué lugar de la casa ir primero. No me importaba. De hecho sentí que no podía hacer nada. Algo en aquel lugar me dejó noqueado, débil, me pausó por completo.

De forma muy rápida y casi sin poder evitarlo me di cuenta de que no se puede huir de la tristeza y que en aquellos lugares en los que hay más sensibilidad termina por ser más fuerte el martirio.

Pero aquella vista durante horas, viendo el paso de sólido a líquido y después a gaseoso de la tarde fue lamiendo las heridas y aunque hay picos de dolor intenso e insoportable, hay algunos momentos en los que la mente se despeja por completo y busca soluciones salínicas con las que drenar el hastío.

A Turca debió ocurrirle algo similar, porque se sentó a mi lado y tendió su cabeza sobre mis piernas, tranquila.

Sentí que podía llorar en cualquier momento. O que podía saltar. Podría incluso correr, cantar o lavar enérgicamente cualquier cosa. Porque sentí una energía extraña en el estómago, una mezcla de muchísimas emociones y sensaciones que no se convirtieron en nada porque yo no estaba dentro de mi cuerpo. Yo no estaba allí, al menos no lo estuve durante dos horas.

Cuando el sol ya sólo era visible en una cresta desperté y fui a comprar algo para cocinar. Tenía un hambre insoportable.

Compré calabacín, pollo, un trozo de queso semicurado, jamón loncheado (1/4 de Kg) y fruta, unos 2 kilos variados.

Al salir de la diminuta droguería me crucé con dos niños de primaria que estaban haciendo un trabajo sobre efemérides y frases célebres. Se acercaron a mi y me peguntaron:

- ¿Cual es su frase célebre favorita señor? (No me gustó nada lo de señor, pero me resultó tan gracioso que les regalé una sonrisa). Eran muy educados, y uno de ellos juraría que será el nuevo Bill Gates sin duda. Su cara de misógino empollón un tanto repipi le delataba. También su acento complicado y exacerbado para un niño de su edad.

- Las palabras no son nada sin hechos, Me gustan varias y me siento atraído por varios personajes y sus frases célebres (Platón, Sócrates, Pitágoras, Da Vinci, Rousseau, Nietzsche, Einstein, Virginia Woolf, Moret, Renoir, Soroya, Frida Kahlo...) pero sin conocerlos personalmente no me valen, por eso no tengo ninguna favorita.

- ¿Nos la repite señor?

- No es una frase, es una respuesta.

- Ah, vale ¿Y nos puede repetir los nombres que ha dicho señor? ¿Y cómo se escribe “Rusó”? (Bill Gates redactaba como un loco en una libreta de rayas azules con la portada del señor de los anillos).

- Claro que si. R o u s s e a u. Erre o u ese ese e a u.

- Vale, gracias. Es que luego buscamos en internet frases de esta mujer.

- Muy bien, pero no es una mujer, es un hombre. Y Woolf no se escribe Golf, se escribe Woolf. Uvedoble, o o ele efe. ¿Queréis una frase célebre?

- Si, puede decir las que quiera.

- Sólo una. El dolor siempre cumple lo que promete.

- ¿Y de quién es? ¿Cómo se llama el que la dijo?

- No me acuerdo.

- Vale, muchas gracias señor. Adiós. (Empezaron con señor y terminaron con señor. Toda una conversación de mayores).

 

Y de camino a la casa, volví a sentir, como se siente una migraña, que uno, no puede huir de la tristeza.

 

Estoy muy agradecido por todos los textos que he recibido. Aunque reconozco que estoy más sorprendido que agradecido. Me encantan todos. Es increíble ver lo que puede llegar a percibir cada uno desde diferentes rinconcitos del mundo...

He recibido 3 en inglés. Así que me toca traducir. Siento la tardanza en subir el texto, son las 2 de la mañana… pero salí a pasear largo y tendido tras la cena. Este lugar lo merece.

Muchas muchas gracias. Me alegra que os haya gustado la propuesta. Me parece que visto el éxito, tendré que repetir.

Un fuerte abrazo y feliz noche. Y descansen. Yo no dejo de intentarlo.

viernes, 22 de octubre de 2010

tic-tac

5-cup-of-bokeh

¿Te acuerdas?

"...hoy he conocido a un un tipo que parecías ser tú dentro de 20 años, la manera de hablar, de pensar , de bromear...y lo que es más alucinante, la manera de trabajar porque él es medio artista medio publicista...le hablé de ti y del proyecto que vas a empezar...

por otra parte, ayer, de camino a casa por la noche, agotada, arrastrando los pies, (no podía usar la bici, maldita la gracia),mientras más y más me acercaba a tu antigua casa pensaba:
ahora subiría, él me abriría la puerta y yo le abrazaría lentamente hasta dejarme caer totalmente sobre él, y pensé en lo feliz que me hacía haberte descubierto porque tú, sí me has encontrado...

Un beso largo

Hoy más que nunca lo recuerdo.

No me digas que no emociona:Una palabra tuya, bastará para sanarme. 
Y así fue. Debimos captar el mensaje antes, cuando 7 de los 14 planetas se alinearon y vinieron a decirnos que la fe mueve montañas. Aquí se quedron todas las fes y todas las montañas exhaustas, y me puse como un loco a vender parte de mi como quien no quiere la cosa. 
¿Cómo? Si claro, soy un chico con suerte, ¿quién dijo lo contrario? Me he pasado la vida deleitando a mis sentidos. No me quejo ni mucho ni poco, más bien prácticamente nada. Quejarse sólo sirve para demostrar que uno no está nada de acuerdo con lo que vive, y yo la verdad es que siempre estuve muy de acuerdo con lo que vivía. Lo mío fue siempre una aventura. Casi siempre me he movido por ciudades que no consideraba mías como si lo fueran. A las gentes las miraba como si las conociera de antesdeayer, con un poco más de confianza que mañana. 

Muchos pensarán que he perdido el juicio, que he dejado de prestar atención a los valores diarios de mi emocionabilidad con lo más público y privado de mí mismo... pero nada de eso... tengo los sentidos a pleno rendimiento... ahora mucho más vivaces y enérgicos, atentos y dispersos (aunque no por ello menos agudizados). Están mucho más dignificados y acordes con lo vivido y lo aún por vivir. Sigo poniéndole un empeño sobrehumano a mis tareas en la cocina, mimo con esmero todos los condimentos y las porciones de cada cual alimento. Tomo medidas sensibles y me tomo también la molestia de que todo concentre, en un resultado visual, en solo una mirada, todo el amor que se pueda transmitir mediante el color y la forma, la temperatura y las condiciones lumínicas del ambiente. El cariño es otra cosa, es un añadido más, sólo hay que dejarse llevar y todo está listo en menos de quince sabrosos minutos. 

Hay que tener confianza en uno mismo. Antes, por ejemplo, debía desplazarme dos veces en semana unos tres kilómetros río abajo para poder ver una puesta de sol muy decente y sensacional. Ahora, sólo debo estar imbécil para no sentirla entrar por la ventana muy suave. Entonces ¿qué? Me siento y diviso por encima de los tejados la maravillosa reacción de todos los objetos, que sin poder hacer nada, vuelven a transformarse una tarde más haciéndose vulnerables al ámbar y a ése calor tibio que trepa por las paredes con fragor. Esta tarde, regresando por Roma he pensado que mi mejor opción es convertirme en un pez de color verde y así teneronly one, two & three segundos de mi memoria más límpida. Y así olvidarme de todo y empezar a vivir una nueva vida de only one, two & three segundos de mi memoria más límpida. Pero eso no cambiaría nada, al contrario, lo haría aún más homogeneo todo, menos circunstancial. Y con ello mi cuerpo dejaría de tener algo de cuerpo... y ya no disfrutaría tanto de mí mismo. 

Yo sigo siendo el mismo, solo que ahora ha llegado el momento de cambiar. Y que por fin todo el mundo sea feliz sin que por ello hayan de cruzar los dedos, incluido yo, que últimamente ando montando con exceso un metacarpiano sobre el otro, y aquí la suerte no es vecina, más bien es otro deseo más. 

Feliz dia.

martes, 19 de octubre de 2010

abandonar

energy
Del modo de editar un final inesperado aunque sí anunciado, nadie, absolutamente nadie, conoce la fórmula y por ende, tampoco el resultado. Se contrae el cosmos, la piel, los órganos y los tejidos también no visibles del cuerpo y la mente, se arruga el espíritu. El de hoy es un dolor insoportable. Porque produce desazón, no sólo duele internamente, hiere. Podría decirse que uno desea por momentos que algo sobrenatural tenga lugar y que lo arrastre. Si ahora mismo fuese posible, pediría a todos los dioses de todos los elementos que la tierra me tragase. Que se tomase su tiempo, pero que me tragase y no dejara ni un solo atisbo de mi. Hacía años que no me sentía así, y la última vez recuerdo que fue por un cambio brusco de costumbres que fue  involuntario. Pero no, tampoco es comparable. Hoy es un día triste como ningún otro.
Visto así porque nadie puede nunca rechazarnos, y menos aún cuando expresamos nuestra más última y única voluntad de que todo se convierta en sonrisa y sonora paz. Si abrimos nuestro corazón y nuestro entendimiento a una persona y ésta nos rechaza, se producirá un vacío inmenso, un silencio que por momentos se hace insoportable en nuestro interior y por último una desorientación dolorosa.

Existe la falta de noción, de la necesidad de entenderlo todo de una sola vez, sin fragmentar nada. De quitarse esta dolorosa espina. De llorar un día completo si es necesario, para saciarse y no volver hacerlo en años. Aún me queda medio día.

Abandono Mérida hasta Diciembre, y abandono también ésta sensación, y abandono los espacios; me apetece abandonar muchas cosas durante una buena temporada. Estaré en un pueblecito perdido, trabajando, leyendo, dibujando, contemplando, asimilando y viviendo en un bucle, en esa pequeña superficie que se ha convertido en mi estudio preferido. También cabalgaré cada día sobre una bicicleta por senderos que no llevan a ninguna parte; eso me sienta bien.
Y lo único que me eleva ahora mismo es sentir que puedo aceptar la invitación de Marcos, para alojarme en su casa durante algunos meses. Sé que ese lugar es único, y lo sé porque es nuevo, diferente, porque tiene unas vistas imprescindibles y porque está rodeado de nuevas gentes y nuevos espacios llenos de nuevas cosas. Cosas por hacer. Pagaré religiosamente el alquiler, cocinaré cada día sin preocuparme del mañana, madrugaré cada día para trabajar después de un largo paseo matinal y viviré para contarlo. 
Lo abandono todo mientras escucho a Jorge Drexler y pienso en lo mucho que me gusta hoy el verbo abandonar, y entonces abro el diccionario y leo sus diferentes acepciones:
  1. Dejar, desamparar / 2. Desistir, renunciar / 3. Dejar un lugar / 4. Dejarse dominar por afectos, pasiones o vicios / 5. Descuidar los intereses, las obligaciones, el aseo personal o la compostura.
Creo que son las definiciones 3 y 4 las que más identifico con mi próximo abandono.
Dejar un lugar. Sí. por desamparo emocional supongo.
Dejarse llevar por afectos, pasiones o vicios. También. Porque puede que se trate de un principio de algo ya hace tiempo anunciado. 
Y para quedarme más tranquilo con mi abandono, enumero los proyectos en los que ando enfrascado. Me dispongo a abandonar de momento esta ciudad. La imagino de pronto convertida en una ciudad desamparada, huérfana, abandonada a su suerte. Y no me importa ni lo más mínimo.
Cuídense y déjense llevar por la paz absoluta. Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye, es que es soportable.
Remar.

 

lunes, 18 de octubre de 2010

que soy…

sol cmapo
Esta tarde me he tomado la licencia de descansar y recuperarme de un fin de semana lleno de altibajos. Necesitaba respirar, extender mi pensamiento a lo largo de todo un recorrido en zig zag. De repente y sin esperarlo me he encontrado esta imagen que ven. Siempre hay luz porque siempre es visible.
Entonces, después de 2 kilómetros me he puesto a pensar ¿quien soy? ¿cómo soy? ¿acaso no somos lo que los demás ven en nosotros, esa amalgama que arrastramos toda la vida sin saber nunca en qué consiste? Son los demás lo que nos forman y nos conforman, los que sostienen nuestra imagen: con ellos vivimos y somos, y con ellos moriremos cuando mueran, o desapareceremos cuando su memoria se desvanezca o nos alcance su desprecio. Pero aún así, yo me niego a rendirme a la evidencia y quiero creer que se quién soy y cómo soy.
Sé que soy moreno y mido un metro ochenta y cinco, tengo los ojos oscuros y la piel de lagartija, que jamás llevo anillos ni etiquetas, que me encantan los sombreros. Sé que me gusta beber y bailar y que mi expectación no tiene límites. Tampoco mi irritabilidad, tan intensa a veces como el temblor ante lo que amo. Sé defender una forma de vivir, de pensar y de ser pero no creo en los valores universales y eternos, ni en la moral natural, ni le veo el sentido a perder la vida por Dios, la patria o el deber u otras formas más modernas de dominar las conciencias.
Pertenezco a la reserva de quienes sólo izarían banderas si estuvieran prohibidas y, sin embargo, tengo la lágrima fácil y cualquier gesta intranscendente, cualquier estúpida heroicidad me hace llorar. Me merecen respeto muy pocas personas, admiración bastantes y ternura la mayoría. Desprecio a los traidorzuelos, a los vanidosos, a los fatuos, a los dogmáticos. El mundo me desconcierta porque no sé qué puedo hacer por paliar tanta doblez y tanto dolor y porque cada vez queda menos espacio para la libertad. No me da miedo la oscuridad pero sí las multitudes. Detesto el acordeón y el dolaje; soy intransigente y vulnerable, me gustan el desierto y la selva, la música de cámara, la ciudad, las sábanas de hilo, las moras negras y el arroz a banda. Me emocionan más los árboles que los gatos. Anhelo igualmente la fiesta y el silencio. Me enternecen los susurros y me abruman los lamentos. Arrastro como todos mi pasado y sé que el día de mañana ya es hoy. No recuerdo haberme aburrido jamás quizá porque busco en el exceso la solución a las causas imposibles.
Y sólo quisiera volver a los quince años para andar de día y de noche corriendo por las calles sin saber qué o a quién busco.

Justo cuando llegaba al coche para regresar a casa he estado hablando con un hombre que vive allí mismo, y solo recuerdo una frase que me ha dicho:
Si las cosas no se dejan hacer bien, se hace bien en dejarlas.

sábado, 16 de octubre de 2010

mi último otoño

sobrino

Para los que tenemos la curiosidad a flor de piel y nunca nos cansamos de contemplar y comparar los paisajes, las construcciones que los hombres han hecho de acuerdo con sus necesidades y el clima en el que viven, el mundo se nos ofrece casi siempre a ras del suelo, por decirlo así, de tal modo que si no escalamos una montaña o no nos encaramamos por las escalerillas del campanario de una catedral o no nos asomamos por la terraza del último piso de un gigantesco rascacielos, no tenemos la perspectiva que nos da la altura y que nos ensancha el horizonte.

Y aún así, de forma tan estática que por más que miremos y contemplemos no haremos sino ver una y otra vez el mismo panorama porque nuestro punto de mira no variará.

El cambio nos lo da el movimiento, pero lo que tenemos al alcance de la mano es el avión, aunque con una distancia de 10.000 metros, tan considerable y tan lejana que ese paisaje se convierte en una serie de pequeños puntos que se esparcen en un territorio borroso, que nos habla únicamente de la teoría del lugar, como si nos fuera dado contemplar los mapas a su escala verdadera. Si este fuera el último otoño de mi vida y si me fuera dado elegir cómo y con quién pasarlo, elegiría hacer un largo viaje en globo.

No sé qué tipo de globo porque sólo los he visto cruzar el cielo y para mí no son más que medios de transporte, eso sí, diferentes. Un medio silencioso que me permite elegir la altura y que corre por los aires a una velocidad que, intuyo, está hecha a mi medida. A la medida de mi forma de mirar y ver, de disfrutar y asimilar.

De todos modos no sería muy importante lo que yo asimilara, puesto que sería el último otoño de mi vida y nada vendría a añadir lo que yo soy más que mi puro placer de ver el mundo de una manera distinta a como lo he visto desde que he aprendido a mirar. Exigiría, esto sí, que no llevara dibujos, ni etiquetas y que tuviese un color discreto si no neutro que no asustara a las aves y concitara la furia de los elementos.

Siempre he envidiado a los pájaros, no tanto por la libertad que les dan esas alas que los llevan a donde quieren, aunque también, sino por su capacidad de asentarse en el punto más alto de un chopo y permanecer allí durante horas contemplando a sus pies lo que lo que ocurre y, en cuanto les parece que han disfrutado suficientemente del panorama, se deslizan del chopo a los hilos del teléfono o a un poste, o a la veleta de la torre más alta de ese o aquel pueblo.

Pero más aún pueden elegir la medida adecuada para controlar el paisaje y extendiendo las alas echan a volar con calma y lentitud de una ciudad a otra, del mar a las montañas, de norte a sur, de un hemisferio a otro. A veces, viendo pasar las gaviotas en bandadas lentas y ordenadas, relevándose en el primer puesto del triángulo que se abre paso en el aire, intento ver mi propia casa o el campo donde me encuentro o el fragmento de mar que desde el suelo me alcanza la vista, incrementada por la altura en la que ellas se mueven, y me produce una envidia sin límites y una sensación de libertad que difícilmente puedo tener con los pies tocando el suelo.

Montado en mi globo recorrería paisajes, cielos y tormentas sin que el cansancio me impidiera continuar. Sería testigo de todos los amaneceres del mundo y comprobaría como yacen y varían en la tierra las sombras de los árboles y los edificios, incluso ciudades enteras a medida que el sol avanza.

Recorrería los mares y contaría las olas como si fueran líneas rectas pugnando por avanzar hasta la arena y descubriría las ciudades que conozco, París, Barcelona, Roma, Estambul o Buenos Aires, atemperado el sordo rumor de sus vehículos por el viento y por el susurro que sin duda produce el paso de las nubes. Recorrería desde lo alto el trazado de sus calles, la extensión de sus suburbios, la espesura de los árboles, de sus largas avenidas. Vería transformarse las catedrales, desde la silueta lejana, en el momento de descubrirlas en el horizonte hasta un punto compacto bajo mis pies y atravesaría el espesor de los bosques de Birmania intentando descubrir qué se esconde en sus profundidades.

Me movería siguiendo el trazado de las cordilleras de los Andes o de las Rocosas y seguiría el valle del Rift comprobando la herida que provocan en la tierra. El desierto de Oriente Medio o el del Sáhara me darían el solaz para la vista y gozaría de su inmensidad dorada como si contemplara un mar de calor y de luz, buscando ese beduino y siguiéndolo para descubrir de una vez de dónde viene y a dónde va.

Las extensiones de África, sin habitantes y todavía con manadas de búfalos y elefantes, con la densidad de ciudades atiborradas de hombres y mujeres, Calcuta o Tokio, y me adentraría en los parajes de nieves eternas para ver hasta el infinito los picos blancos bañados por la luz rosada del sol, y al atardecer, me serviría un ron con hielo y contemplaría cómo se hunde el sol en el horizonte del mar o del desierto, Y con gran lentitud, dejaría que la noche cayera sobre mi y sobre mi globo hasta ver fundirse el último vestigio de luz y cuando me hubiera hecho a la tiniebla descubriría las luces de las ciudades que adquirirían el fulgor de las estrellas en una amalgama que me rodearía como en un espacio sideral.

Y tratando de descubrir las constelaciones y las galaxias me dormiría en paz hasta que, un momento antes del amanecer, el piar de mil pájaros en los árboles anuncie la venida de un nuevo día.

Pensé muchas horas en la persona que me gustaría que me acompañara, y mentalmente hice una larguísima lista de hombres y mujeres que, no hay duda, serían perfectos compañeros eficaces, inteligentes y seductores, pero me doy cuenta de que cuanto mejor fuera el elegido y mayor la avenencia, menos sería el goce que yo extrajera del viaje.

Así que decidí que montaría solo en mi globo, siempre que el manejo no exigiera un tiempo y una atención excesivos, y por tanto no me distrajera demasiado de la contemplación de un mundo tan hermoso y tan grande que ni aun con todos los otoños de mi vida tendría tiempo de verlo en toda su grandeza.

Si, iría solo y así, de paso, puesto que éste sería el último verano de mi vida, me iría haciendo con más dulzura a la soledad de la muerte.

Y sin embargo, aún debo madurar. Claro que sí, estoy dispuesto.

martes, 5 de octubre de 2010

Se traspasa

se traspasa

Después de 2 años y al filo de alcanzar las diez mil visitas, esta tarde, mientras elegía de entre las mil cosas que podría contar de éste lugar y este viaje, he pensado que es una buena idea cambiar, romper moldes, hacer una nueva apuesta: crear un nuevo blog y dar fin a éste. Creo que es la mejor idea que he tenido en todo este viaje.

Un diseño diferente, con una literatura similar pero más animado y diverso.

Me encanta la idea.

Este blog se difundió con el boca a boca, de un chico que le dijo a una chica que había un texto que había leído la noche anterior porque lo encontró en google fortuitamente mientras buscaba imágenes para un trabajo de química y lo agregó a favoritos y así se fue extendiendo poquito a poco en cada una de sus noches… Qué gran descubrimiento ha sido este espacio para muchas personas, ¿y para mi? También ha sido un gran descubrimiento este lugar. Más para mí que para nadie.

Y lo siento como mi casa, con sus cortinas verdes y su fondo de tramontana gélido y muy alegre. Pero mudarse de casa no es un mal síntoma. Significa vivir experiencias nuevas en lugares nuevos.

En el nuevo blog, en el primer post hablaré de historias que me han pasado en este y que creo que les harán reír y les emocionarán. A mi me pusieron el bello de punta en su día y aún hoy cuando lo recuerdo lo siguen haciendo. Por ejemplo, uno de los textos que escribí por marzo del pasado año, se leyó en una boda de dos visitantes que entraron por casualidad en el blog y sintieron que su texto (porque ellos lo consideran su texto aunque esté escrito por mi) debía leerse en el altar. Me mandaron un video por internet donde pude ver aquella lectura.

La emoción fue ver como un niño de 8 años leía aquel texto escrito por como si se columpiase en el parque… las palabras una tras otra… me hizo recordar el momento justo en el que escribí aquello que ahora sonaba como una música… a mi me hizo llorar de la emoción. Y tuve un agradable sentimiento de culpa, de amor y  de casualidad, para que muchas historias pasasen y este blog tenga en parte, culpa. Culpa gratuita y agradable. Hace dos años, ni me lo hubiera imaginado…

Pero el nuevo espacio también va a tener la capacidad de formar parte de las noches o de las vidas de quien lo lea y lo visite. Hay camas y comida para todos allí. Me encargaré sobre todo de que todo el mundo sonría antes de dormir, o de salir a pasear o al trabajo.

El soporte es indiferente, lo que importa es lo que se dice, ¿no?.

En el nuevo site os recibiré con los brazos abiertos.

Disfruten del mar aquellos que puedan, y los que no, disfruten de la tierra.

Tanto mar me está ampliando…

Y a ti, querido blog… que puedo decirte… gracias por soportar tantos sentimientos y palabras… espero que no te eliminen estos de blogspot…

Feliz tarde.

lunes, 4 de octubre de 2010

Tiempo de risas


Es una visita magnifica al centro de uno mismo. La película la vi anoche con Lorena, Javier y Gabriela. Lo que nos pudimos reir... 

Hoy he cambiado de lugar. Ha mejorado un poco el tiempo y me siento mucho mejor conmigo mismo.
Las ideas se van aclarando y agradezco y mucho volver a encontrarme con amigos que hacia años que no veía.

Esta noche haremos una hoguera en la playa y hablaremos de tantas cosas... Antes, esta tarde, iré a visitar la ria.



sábado, 2 de octubre de 2010

No correspondido

foto21

Esta es una de esas vistas que llevaba deseando contemplar desde hace… meses, muchos meses.

Este lugar no se ha movido de aquí, impasible al paso del tiempo, quizás por eso lo miro estupefacto, casi sin aliento. El más hospitalario lugar que haya conocido jamás, porque casi sin darse uno cuenta, forma parte de él.

Y aquí está el nuevo camino. Y esta vez no voy a desaprovechar la oportunidad de tomarlo y seguirlo.

Esta tarde he sentido el vacío. Me he sentido imbécil como nunca antes. Pero huele a cura. A sentimiento al borde de ser exterminado para siempre.

Justo aquí, a la orilla del mar, donde todo comienza y termina.

viernes, 1 de octubre de 2010

Día 1. Norte.

Es el día 1. Mi primer día de viaje.

Francamente no se donde me encuentro, si sé que es un lugar maravilloso muy al norte de mi casa...

Todo pinta muy bien. Los semafaros, las nubes, los caminos verdes y frondosos, las casas, la niebla, el quebrar de los arboles y las puertas, el gorgotear del agua en los manantiales, los animales dispersos por toda la cordillera, el rumor de las gentes...

A penas han pasado 16 horas de este viaje y ya me he sentido capaz de todo...

Este lugar no puede describirse con palabras...

Y estoy seguro de que me ayudara a expulsar todo el daño y el vacío sonoro que he traído hasta aquí.

No se cuanto tiempo estaré aquí, tampoco necesito saberlo.

Solo quería hacerles llegar que estoy bien. Y si pueden, escriban sobre la capacidad que creen ustedes que pueden llegar a tener los paisajes y los viajes para empezar de cero.

Hasta la próxima. Que no se cuando será...
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