No me digas que no emociona, aunque ya estés lejos, en el tercer planeta alineado de mañana por la noche, pero no me digas que no te sientes “acid free”, como las cosas más libres, independientes a Diciembre, más afines al frío casi más o menos polar. Tienes ganas de stop y no lo dices, haces como si de una hoja sacaras una reyerta más o menos común, 140 g/m2, adicto a los flujos te me pones a tiro en el blanco y te me ofertas a modo de “stand by”, sin ser agosto ni ser hora de la siesta. ¿Y ahora qué?. Cogí mi cámara y mis cosas dulces y me impuse rutas giratorias por las calles del pueblo, así pensé que dejaría de pensar en ella, en ti si eres quien lees. Pero alguno como yo, tú si eres quien lees, osaba pasear por entre las vetustas luces de las calles, puestas ahí como por casualidad, sin temer a la tibia niebla que ahora aparece enquistándome los huesos de humedad y felicidad viciosa, vicio… los vicios son vacíos… como aquella canción que a ella le gustaba. ¿Y que ha sido de ti y de mi? ¿de ella si no eres tú la que lees? De aquella vida casi a veces paralela, del beso mas tuyo y tibio que nunca vi en mis labios. Los niños así como yo un tanto más proporcionados a la baja, como divididos entre 3 pueblan las calles vacías e inundadas por la niebla, con sus instrumentos rudimentarios cuan golpeados contra sus raquíticas muñecas de hueso inquebrantable. Como huele de lejos a fruta y el “crash-out” de un “no mas christmas sin peculio”. ¿Crisis? ¿Qué crisis?. La música no entiende de crisis, ni Cicerón de Escolapio, ni la guerra de santos , ni la iglesia de estampitas, ni yo de ti a veces cuando te me ofreces tan fría y distante. Probé mirar de lejos como los niños encendían una bengala como agitados por la niebla ahora sí, más marítima y oceánica, un corro de cuerpecillos agitados la envolvía como si alabaran un estandarte de luz radiofónica, y al fondo, una luz casi difusa parpadeaba ecléctica. Una silueta negra y nebulosa pasaba de largo como haciéndose el “i can’t hear, please go away”. Los niños son el recurso fluvial de mi estampida alegre. Ellos, los capaces, entonaron un modo protestón en Mi m # con canon sincrónico que hizo que el hombre acelerara sus pasos hasta desaparecer muy al fondo de la niebla un tanto tímido y pavoroso, huidizo dejaba un rastro maloliente y desinflado. La crisis pensé yo: para el que canta. La crisis para ellos, los roídos por un frío de claqueta, los entusiastas de la bufanda y el gorro como cúspides energéticas, los que ganan un euro e invierten 2 en artefactos luminosos y ruidosos para avivar el ambiente, para prometernos una parte nuestra del espíritu, la olvidada, la sometida a la rutina de no querer besar otro día más sintiendo una alcoba de hormigas vertiginosas en el estómago, la envasada casi ya química y cada día menos quimérica. Te miré una vez casi independiente a las demás que lo hice con anterioridad y te vi esplendente, te noté muy lista y veloz, y observé vientos y cosas extrañas magnéticas de tu pelo para con el ambiente gélido. Sin embargo todo lo que siento por ti tuve que imaginármelo, a veces a golpe de música me entusiasmo ,libre de ácido, y casi me evaporo y llego a confundirme conmigo mismo entre tanta niebla y tanto lapso y tanto tu sin pleamar. Ayer me descargué un programa virtual planetario de cosmos y sin fines del espacio en el que puede uno saber cómo estarán los planetas dentro de 348 años, y mañana por la noche mis tres planetas favoritos se alinearan. Si tuviera que apretar los dedos tan fuertemente que incluso hicieran chasquidos, y si tuviera que cerrar los ojos tan fuertemente que nunca más pudiera abrirlos y si después tuviera que pedir un tupido deseo, hoy sólo pediría algo cálido que sometiera a mi estómago a una batalla entre hormigas vertiginosas… y así sentir de una vez por todas tu aliento hipoalergénico. Todo antes de despedirme, porque ya sé que va siendo hora de despedirme de ti y de tus cosas más o menos magnéticas. La crisis no entiende de música… ¿o era al revés?. No me hagas caso si así lo prefieres. Hasta siempre. Dulces sueños a todos.
jueves, 18 de diciembre de 2008
Aguinaldo en crisis. Off my life. Adiós
jueves, 13 de noviembre de 2008
sobrinoentertainment presenta...EXTREMADURA COPINA EDITION V. 2008
sábado, 8 de noviembre de 2008
call me, please
jueves, 6 de noviembre de 2008
sobrino ensay colour investigations
martes, 21 de octubre de 2008
ch!nchetas
Tras pasar varios años en una casa, pueden ocurrir dos cosas: o uno decora –metafóricamente, se entiende- sus esquinas y paredes con su propia personalidad o bien esos mismos recovecos, las superficies llanas, las telarañas y las manchas de humedad te dibujan un rostro tan sombrío como el del famoso cuadro del grito.
Hace unos años, cuando me disponía a abandonar mi casa para comenzar mis estudios en la ciudad y no tan atrás en el tiempo, cuando hace un mes ante una mudanza que intenté posponer todo lo posible, me vi obligado a ver la película velada de mi vida durante los cinco últimos años. Carpetas repletas de apuntes y recortes de periódicos con amarillentas noticias que creíamos querer guardar para siempre. Poemas comenzados. Poemas a medias. Poemas terminados y que decidimos sepultar en un cajón. Viejas fotos donde tenemos la tonta expresión de pasar a la eternidad con una cámara. Cartas de antiguas novias, en las que el corazón vencía batalla tras batalla a la cabeza hasta que la guerra llegaba a su abrupto y mudo final... Y todo dejando la sensación de ¿ quién era yo?, ¿en qué estaría pensando?, ¿ qué tenía x para que me enamorase perdidamente de ella?, ¿y donde estarán ahora esta chica y aquella emoción que me acabó asfixiando como una bufanda en Agosto?.
Cada vez que cambiamos de casa (o siendo adolescentes, cuando nuestros padres nos obligan a ordenar nuestro cuarto), bajamos el listón en cuanto a los objetos, animados o inanimados, que queremos conservar. Lo que era imprescindible, ahora quizá no lo es tanto. Más tarde, aquello que salvamos de la primera quema acaba en una papelera. Finalmente, algunos de los supervivientes tampoco pasan el corte y los cargamos en bolsas de plástico camino del contenedor. Poco a poco, vamos reduciendo nuestros recuerdos y reliquias a lo esencial. Y con el paso y el peso del tiempo, también lo esencial terminará quedándose en los huesos. En definitiva, es el reverso de lo que algunos definen como libertad: poder elegir un camino que te conduce a otro, con lo que vamos eliminando opciones, y unas vías se abren mientras otras se cierran.
Aquí, con este proceso de selección del pasado, somos nosotros los que rescribimos nuestra historia, borrando del mapa rostros, muecas, palabras y alguna promesa sonrojante de amor eterno. Como resultado tenemos el único perfil que podemos soportar: un alegato a favor, un montón de pruebas circunstanciales, la duda razonable: a lo mejor no fuimos tan malos. Y también nos queda la esperanza de que el chico que quita las chinchetas de las fotografías de la pared se parezca en algo al que las clavó hace casi una década. Que no haya sido corrompido por la vida y sus no pocos sinsabores.
jueves, 16 de octubre de 2008
ON | OFF | ON Bon voyage
¿Te imaginas el mar? Con su espuma toda puestecita ahí, como si se hubiese pasado la noche de vaivén, agitado. Hace tan sólo unos minutos he tomado la decisión más importante de mis días, y ahora parece que me pesan los segundos, parece como que este paisaje no es ya para mí, nunca consideré que fuera mío, pero siempre consideré que era para mí.
He cambiado tantas cosas de lugar dentro de mí. Las circunstancias ya no son lo que eran - bon voyage-
Necesito hacer público lo más mío y privado. Las horas ya no son las mismas ni tampoco los lugares donde me hospedaré seguro dentro de unos meses. Nunca tuve la oportunidad tal así, como ahora la tengo de contarte.
Decía un escritor musulmán que es difícil determinar la orientación de las cosas cuando uno nada, porque la existencia de un mundo bajo nuestros pies flotantes inquieta nuestra mente. No me preguntes quién porque no recuerdo quien era.
Recordaba perfectamente el camino desde la recepción hasta la habitación que reservamos. No recordaba el número, pero parece como si los pies y la memoria más primera me llevaran cálculo al lugar. -Quiero ésta
Aquello estaba intacto, tal y como estaba cuando nos fuimos, los mismos cantos rodados, la casa que pinté en aquella acuarela tan primaria, porque era la casa de tu infancia. Cuando la vi supe que seguía siendo tuya allí sobre aquella montañita sometida un poco a las lenguas del mar.
Al marcharme sólo recuerdo el rumor como de un pueblo venido de tí... y con la sangre un tanto delirante.