viernes, 24 de junio de 2011
Bienpodrías
jueves, 2 de junio de 2011
¿you? woman war
Imagínate, una noche lluviosa, muy lluviosa.
Al fondo de lo que otros vienen a llamar celular, tu voz, algo dispersa y bucólicamente bella.
Hay una razón diseminada en el ambiente, por no decir aire o epitafio topográfico en un alto u tanto alejado de la ciudad donde tu y yo éramos más tú y yo.
Entonces me pides que vaya en tu búsqueda porque tus limpiaparabrisas no funcionan y la torrencial lluvia no te deja entrever el panorama de la ciudad ya baldía por una oscuridad latente que ha terminado por cegarlo todo.
Quedamos en un bar de los que a mi me gustan. Al entrar allí estabas tu. Deseaba por momentos pedir una copa de vino y brindar por tu abrigo de lana y cuello de ondas abiertas tendidas sobre tus finos hombros. Qué hermosa eres cuando te propones fémina o lo viene a ser lo mismo, siempre.
Que delicada tu sonrisa, amplia y lugareña, como dando una bienvenida hospitalaria de recibo con causa perdida en aquellos mis labios temblorosos... Y es que contigo me vuelvo tímido cuando busco tu boca.
Siempre leías el periódico, como siguiendo una corazonada exprés de que algo habría cambiado el mundo repentinamente antes de que yo llegase y me plantase causando en tus ojos reflejo o quien sabe qué otras reacciones múltiples...
De aquella química pirotécnica de tu piel, que lanzaba siempre destellos y tics a mi nariz mordida olisqueante. Manejado por los instintos sentí siendo enero lluvioso y frio, una piel, la tuya, templada y dispuesta, perfumada y tersa cual, por qué no, pandereta o percusivo atronador de unos tímpanos que dejé a débito de un ruido venido de tu acento refinado. Que se hizo música mientras me trenzaba como una enredadera por tus, llamémoslos, vértices y otros salientes no menos cóncavos.
Cuando aquel perfume tuyo permanecía días después hendido en mis ropajes, sumergido extrañamente bajo mi fascia lata, emergiendo de a poco creando en mi fascinación.
Siendo tú genuina e inteligente, voraz y efectiva, guerrera, la mejor en lo tuyo y lo mío. Alcancé tu boca como quien alcanza una puerta tras seguir decenas de pistas sensibles a cualquier sentido.
Tocar tu cuerpo a oscuras. Oler el vapor de tu cuerpo tendido sobre el sofá. Oír la mueca de tus labios periféricos estallar contra mis manos. Degustar tu piel un tanto marítima y salina. Ver de otro modo tu silueta ante aquella lámpara.
Y es en días como hoy cuando recuerdo, por qué no, y con destreza, tu importancia.
Porque hoy un lugar me ha olido a ti.
Y pienso en cuánto me gustaría hacerte el amor sin aplausos y lanzarme al precipicio del sol entrando por la ventana, tu ventana, de una sala de estar, tu sala de estar, repleta de maravillosas luces dispares. Y tú, viéndome caer precipitado desde el sofá con tu taza de café siempre recién.
Es normal que se me olviden cosas en tu casa...