viernes, 31 de julio de 2009

Hablar de mas

Disfruta de la fuerza y belleza de tu juventud. No me hagas caso. Nunca entenderás la fuerza y belleza de tu juventud hasta que se te haya marchitado. Pero, créeme, dentro de 20 años cuando en fotos te veas a ti mismo comprenderás, de una forma que no puedes comprender ahora, cuántas posibilidades tenías ante ti y lo marvilloso que eras en realidad.
No te preocupes por el futuro. O preocúpate, sabiendo que preocuparse es tan efectivo como tratar de resolver una ecuación de álgebra masticando chicle. Lo que sí es cierto, es que los problemas que realmente tienen importancia en la vida, son aquellos que nunca pasaron por tu mente... de ésos que te sorprenden a las cuatro de la tarde de un martes cualquiera.
Todos los días haz algo a lo que le temas. Canta. No juegues con los sentimientos de los demás. No toleres que la gente juegue con los tuyos. Relájate. No pierdas el tiempo sintiendo celos, a veces se gana y a veces se pierde. La competencia es larga y al final solo compites contra ti mismo.
Recuerda los elogios que recibas. Olvida los insultos (pero si consigues hacerlo, dime a mi cómo hacerlo). Guarda tus cartas de amor. Tira los viejos extractos bancarios. Estírate. No te sientas culpable si no sabes muy bien qué quieres de la vida. Las personas más interesantes que he conocido no sabían que hacer con su vida cuando tenían 22 años. Es más, algunas de las personas mas interesantes que conozco tampoco lo sabían a los 40. Toma mucho calcio. Cuida tus rodillas, sentirás la falta que te hacen cuando te fallen. Quizás te cases, quizás no. Quizás tengas hijos, quizás no. Quizás te divorcies a los 40. Quizás bailes el vals en tu 75º aniversario de bodas. Hagas lo que hagas, no te enorgullezcas ni te critiques demasiado. Siempre optarás por una cosa u otra, como todos los demás. Disfruta tu cuerpo. Aprovéchalo de todas las formas que puedas. No le tengas miedo ni te preocupes de lo que piensen los demás, porque es el mejor instrumento que tendrás jamás.
Baila, aunque tengas que hacerlo en la sala de tu casa. Lee las instrucciones aunque no las sigas. No leas revistas de belleza, para lo único que sirven es para hacerte sentir feo. Aprende a entender a tus padres. Será tarde cuando ellos ya no estén. Llévate bien con tus hermanos, son el mejor vínculo con tu pasado y probablemente serán ellos los que te acompañarán en el futuro. Entiende que los amigos vienen y se van, pero hay un puñado de ellos que debes conservar con mucho cariño. Esfuérzate en no desvincularte de algunos lugares y costumbres, porque cuanto más pase el tiempo, más necesitarás a las personas que conociste cuando eras joven. Vive en una ciudad alguna vez, pero múdate antes de que te endurezcas. Vive en el campo alguna vez, pero múdate antes de que te ablandes. Viaja.
Acepta algunas verdades ineludibles: los precios siempre subirán, los políticos siempre mentirán, y tú también te envejecerás. Y cuando seas viejo añorarás los tiempos cuando eras joven. Los precios eran razonables, los políticos eran honestos y los niños respetaban a los mayores. Respeta a los mayores. No esperes que nadie te mantenga, pues tal vez recibas una herencia, tal vez te cases con alguien rico, pero nunca sabrás cuánto durará. No te hagas demasiadas cosas en el pelo, porque cuando tengas 40 años parecerá el de alguien de 85. Sé cauto con los consejos que recibes y ten paciencia con quienes te los dan. Los consejos son una forma de nostalgia. Dar consejos es una forma de sacar el pasado del cubo de la basura, limpiarlo, ocultar las partes feas y reciclarlo, dandole más valor del que tiene.
Cuídense y tengas un feliz verano. Gracias Cris.

jueves, 30 de julio de 2009

Fantasmas orgásmicos....

No sé a que se debe, quizá a una especia de licitación suprema que se siente en noches como esta, en las que uno se siente, definitivamente, más joven y esa juventud hace que al mismo tiempo uno se conseidere afortunado de ciertos privilegios como una agudeza sobrenatural en el oído y una cierta destreza en las artes de entender cómo se mueve lo que gira el su entorno más próximo.
Hoy he sentido, por ejemplo, varios estados anímicos, por eso he actualizado hoy dos veces en el blog, y eso es raro en mí, que normalmente suelo mantenerme equilibrado y sostenido en un humor nihilista que se mantiene hasta altas horas de la noche, hasta cuando alcanzo el sueño con algún libro que termina por darme la bendición y permíteme el sueño largo y tendido. Por las mañanas suelo mirarme en el espejo y me lanzo una sonrisa a mi mismo. Ya sabes, bienaventurado aquel que se ría de sí mismo porque se reirá dos veces.
Los extremos nunca fueron buenos, y cuanto menos, recomendables. Ahora hace 2 años exactos viví una experiencia inolvidable. Vivía por entonces en la Plaza de la Alfalfa, haciendo esquina con Santa María la Blanca, frente a una pequeña ermita del siglo XVIII muy distinguida por los lugareños de la zona. Vivía en un tercer piso y desde él controlaba media avenida al fondo y situaba perfectamente los cuatro focos importantes de la ciudad. A penas acudía a casa a dormir o a preparar una comida a la semana que espantara cualquier fantasma alimentario. Me pasaba los días recorriendo la ciudad, en casa de Bernardita o de Luis, Javier, Diana o Nino. Habíamos logrado encontrar una especie de karma neutral en el que creábamos cosas importantes.
Cuando acudía a dormir, siempre leia alguna pieza suelta de libros casi siempre cronometrados de pequeño formato que podía perfectamente guardar en mi bolsillo por si en algún momento apeteciérame leer en cualquier rincón obsoleto de la ciudad. ME gustaba llevarlo todo a mano porque a veces se creaban momento muy propicios en los entornos por los que pasaba y sin delirar me sentaba y dibujaba preciosas vistas en mi blog de apuntes.
Pues bien, en casa solía acomodarme en una enorme alfombra repleta de cojines y leía sin sentir ni un solo espasmo de la ciudad. Acaso un pequeño y minúsculo rumor como venido de otra parte y muy esporádico que me servía de run run metódico y adaptable al ritmo de lectura.
A partir de Marzo comenzaron a escucharse ruidos extraños, como laridos que agrietaban mi tranquila coincidencia con el retiro ese espiritual que uno llega a sentir cuando siente que nadie va a entrar por la puerta, que puede leer desnudo y ambivalente, como entregado completamente al resquicio de luz que queda disperso por el habitáculo, como derriiéndose por los cojines hasta adaptarse en forma de un color muy cálido que conduce al sueño casi inevitable.
Los laridos venían de no sé qué lugar, como otro rumor más muy lejano pero presente. Levantaba la mirada y miraba fijamente a las paredes como intentando intuir su procedencia. A veces se hacían dolorosos, como aullidos de un animal desgarrado en pretérito, con un poco de eco y retardo, y sonaba a hueco, a golpe muy seco, a distancia cercana y lejana a la vez. Había noches que me despertaba sintiendo esos laridos como de un alma en ebullición, como si ascendiese piso a piso, por las escaleras, como trepando por las paredes calizas y se colase en mis oídos que poco a poco fuéronse agudizando.
Una noche y otra más, hasta que la ciudad fué haciéndose más silenciosa, siempre a la misma hora unos laridos inundaban mis circunstancias. Sentía un ajetreo que no relacionaba con esos laridos aullables y plausibles a veces. Llegué a sospechar que podría ser un animal desorientado en la noche que trepaba por los tejados, pensé incluso en un sonido mecánico de alguna máquina de la panificadora, pero no podía ser... había más de 100 metros hasta la panadería y no usaban nada de maquinaria. Pensé en el llanto de un bebé, pero el larido era demasiado propenso a no ser de un bebé, era más entrecortado y lascivo, más respiratorio, como si susurrase gritando, expandiendo sentidos y sensaciones no vividas. Eran laridos de experiencias no vividas, de esos que mueven montañas y captan la ateción dentro de un mensaje nocturno.
Pensé en música, en las cañerías, pensé en un reloj, en ruidos ajenos a un ser humano... pero poco a poco fui dándome cuenta de que eran sonidos venidos de una voz, con una identidad muy fina y sosegada.
Bernardita decía que aquellos ruidos eran fantasmas, que ella estaba segura porque en la casa de su abuelo en Chile había escuchado los mismos sonidos y aseguraban expertos que era su abuela.
Luis me dijo que aquello podía ser un balancín colocado en alguna azotea.
Nino me dijo que aquello era, seguramente, un sonido televisivo que emitía una voz de salsa rosa muy coqueta.
Javier me dijo que no sabía lo que era, pero que seguramente se trataba de algun espíritu, porque aquel era un edificio céntrico y podían haber quedado espíritus como frente a la Calle Laraña.
Así que Javier trajo a un amigo del novio de su prima Nerea que había hecho algo de cura en un seminario y se dedicaba a captar las vibraciones de espíritus.
Miró por todos los rincones de la casa. Me ordenó abrir todas las puertas y cerrar las ventanas a cal y canto. Él paseaba por la casa andando repitiendo frases sin sentido. Yo me reía y accedí porque, en el fond, yo sabía que algo no era normal en aquella situciaón que empezaba a colmarme las noches de preocupaciones un tanto alarmantes.
Aquellos ruidos duraban 23 minutos. Eran siempre a la misma hora y duraban aproximadamente el mismo tiempo día tras día.
Yo llegué a desconcertarme un poco, porque no sabía qué tipo de sonido podía reproducirse con tal exactitud. Pensé incluso que era algo programado. Que se reproducía como por inercia y por un control no remoto que venía como anillo al dedo a romperme la existencia.
Llegué a depender del dichoso ruido. Había noches en las que estaba haciendo algo fuera de casa y decia a todos:- Tengo que marcharme, tengo cosas que hacer. Y me iba a casa corriendo como si llegase tarde a una cita y me sentaba y escuchaba el sonido. Agudizaba el oído y pensaba en todas las cosas que podría ser.
El espiritista, un tal Carlos que era Valenciano y de abuelos Manchegos, decía que allí había campos de energía extraños y que sentía la presencia de alguien con mucha fuerza. Que no era peligroso, pero que no se me ocurriera intentar hacer ninguna tonteria espiritual porque podía revelarse contra mi actitud.
Entonces empecé a mosquearme. Resulta que yo pagaba un alquiler en busca de una vida cómoda. Al menos una paz merecida por unos doscientos euros mensuales. ¿Y ahora un dichoso espíritu me va a decir lo que tengo que hacer en mi casa?.
Ya terminé por acostumbrarme al sonido, era constante y muy marítimo. Golpeaba en los tímpanos como las olas, pero mucho más compacto,era jaleante, entumecedor, y a veces daba miedo.
Una noche subí a la terraza a tender la ropa. Eran la 1:13 de la noche, lo recuerdo por que el reloj de la cocina marcaba esa hora. Subí las escaleras ataviado con mi ropa en un stockage de malla. Empecé a sentir el rumor más cerca, cada vez más cerca, y cuando me dí cuenta el sonido estaba a unos pocos metros de mi. Mientras tendía la ropa en un alabre viendo toda la ciudad de fondo, escuché a mi vecina del segundo por la ventana que daba al patio interior y que comunicaba con su habitación.
Y entonces al día siguiente sentí que, los fantasmas, a veces, pueden ser orgásmicos.
Al día siguiente llamé al espiritista, que iba camino de Córdoba y le dije que si, que habia una energía en efecto, pero que esa energía estaba un piso más abajo y que era cinética, movimiento simple vamos.
A Luis le dije que si, en efecto había un balancín, pero que no colgaba de ningún sitio. A nino le dije que aquello no era rumor de salsa rosa, que allí habia salsa si, pero que era bailable, nada de cotillleo nebuloso televisivo.
Al final todos tuvieron razón y ninguno acertó. Solo sé que aquellos orgasmos eran fantasmales y que ese sonido orgásmico, emitido tal así, podría confundirse hoy día con cualquier satélite.
Sonrían, es lo menos que podemos hacer. :)
PD: Gracias Andrea por tus comentarios en el blog, siento no contestarte antes ni más largo ni más tendido, pero es que llevo unos días muy ocupado. Gracias de nuevo.

miércoles, 29 de julio de 2009

Donde o tempo e màis tempo

Solo hay un camino que te lleva a otra forma de virir. Es un camino guiado por el sol y las estrellas... y cuando lo sigues, encuentras un paraíso mágico donde todo es posible...paisajes de leyenda, mares de intensidad... ciudades de piedra... y gente que regala amistad.


Solo si recorres ese camino, al final, siempre encuentras lo que buscas.


O Morriña... estar lejos...y parece que fue ayer cuando viví allí. Ya tengo ganas de verte Galleguiña, con tus mejillas verdes y tu sonrisa de "Ría Baixa colándose por entre las montañas"... luscofusco...


Si...


¿quien no se apunta?

¿Cambio de planes?

A veces una conversación puede cambiarlo todo. Puede cambiarte la forma de ver las cosas, y otras veces puede que esas mismas cosas no cambien sino que se transformen en posibles cambios o en otras posibles cosas que difieren de las anteriores.


Ocurren a veces conversaciones en las que uno escucha lo que no desearía escuchar, o lee lo que no desearía leer en comunicados que muchas veces se vuelven enrevesados en una mente que poco a poco se me pervierte de tanto mirar al sol. Tanto que uno debe abandonarlos por un momento, salir, tomar el aire y si acaso volver cuando bajen las temperaturas y el homre del tiempo anuncie que mañana habrá bajas presiones que arremolinarán todas estas palabras tan últimas que te dije.


A veces quiero ser un poco como todas las cosas que viví. Hoy me considero un tipo enfadado conmigo mismo, pero mantengo mi sentido del humor. De no mantenerlo creo que derribaría mi propio yo y entraría en decadencia si es que no lo he hecho ya. Pero bendita decadencia, porque me mantiene como nadando con el cuello por fuera y respirando tanto y tan fuerte que veo cosas azules por todas partes.


De todos modos, aun así, yo soy de los que se considera un tipo con suerte. Y eso es un logro si consideramos que no creo en la suerte. Quizá desde que me propuse nuevas metas he perdido un poco el norte y esta brújula sintomática me está haciendo dar tumbos por lugares que simplemente desconozco. Pero un tumbo a tiempo es mejor que un logro a destiempo.


¿y qué me decís de éste estado? Pasan los días y siento continuamente que falta poco, poquísimo para que todo gire 180º y cambie de planes. Solo hay que esperar... y de repente sonará un chasquido que espantará hasta el último pájaro. Creo que no todo es lo que parece ser.


Es tiempo de sopa.

martes, 28 de julio de 2009

Binomios

Es cierto, el mar es mucho mejor que un armario. Ahora hecho de menos el mar, con insistencia además.
El mar es el principio y el fin de todas las cosas, es donde uno desearía hacer todas esas cosas que requieren de cierta pretensión emocional de uno consigo mismo y con su cuerpo. Amar, comer, observar, dibujar, pensar, besar, abrazar...
Hay lineas costeras en las que apetece incluso vivir para siempre, como en los mares del norte, siempre más enbravecidos y nostálgicos, más azules por que sí, más revoltosos y constantes, la espuma es más blanca y las horas en que sube la marea casi siempre coinciden con mis ganas de ver más mar de la cuenta ceñidito a mis pies, sintiendo el rumor constante de un pálpito acuoso que viene y va, en forma de lenguas marinas que acaban por convertirse en un rollo de espuma blanca muy algodonada.
Pienso en el mar porque casi siempre suele ser en él donde encuentro respuesta a todas mis preguntas. En el mar suelo encontrarme conmigo mismo y me vieen a la memoria pequeñas músicas muy felices en las que el sol viene a empapar en forma de bemol, todas las estancias de mi cuerpo siempre pleno.
Vivir en binomio, es como vivir en un desierto, donde falta el agua y sobra el vapor de un sueño que poco a poco se va consumiendo. Todas las cosas extrañas tienen que acabar sucediéndome a mi. Porque uno no se encuentra al homónimo a otra persona, a la idéntica, a la muy parecida, a esa que si no me llegas a decir que no eres tu, hubiera dado por hecho que eres tu. La doble perfecta, aunque no por ello sustituta. Porque los dobles pueden guardar el parecido físico, algo de la moral quiza tambien, puede que uno encuentre incluso paralelismos en los gestos, en las poses naturales del cuerpo, en la actitud de los ojos, en la voz que imagino, en tantas cosas pueden parecerse ambas identidades... pero difieren en el resto, ese resto que por inercia considero elemental para tirarme de los pelos y dar por hecho que vivo como anclado a una forma de vivir que ya no me corresponde.
Ellas dos se parecen tanto que a veces pienso que demasiado. Es difícil no sentir a veces que vivo entre un espejo y ella, la real, auque no palpable...
Y si el binomio es complejo por homonimia, imagínense cuando digo que además gusto a quien no corresponde y no gusto a quien correspondería. Que atraigo a quien no corresponde y no atraigo a quien correspondería atraerle. Que mi vida importa más a quien no corresponde que a quien correspondería.
Pero esto, como casi todas las cosas bellas de mi vida, no lo he elegido yo. Me ha venido dado como por instancia divina, como inspirado por una fuerza natural que ni controlo ni deduzco cómo proviene ni tampoco cómo procede.
Sólo sé que aunque parezcan iguales a simple vista ha una a la quellamo "real" y otra a la que llamo"doble" "reflejo" "espejismo". Y ese simple hecho ya las diferencia dentro de mi. A la real la hace más real, y a la homónima la hace más homónima aún. Y se distancian ambas de mi plenilunio, una porque yo lo dispongo así y otra porque ella lo dispuso así.
Y este dilema de binomios casi aritméticos, coinciden en un único vértice a pesar de tener tantas cosas paralelas que se asemejan: yo me comporto como tendente a lo real, rechazo el reflejo, huyo de él esperando quizá encontrarme con lo que lo refleja.
¿Pero y si la reflejada no es reflejo sino realidad?¿Y por lo tanto la real no es quien refleja sino lo reflejado?
De momento la naturaleza con su potente instinto me ha dado una respuesta natural, me inclino por la real, por ésta que me hace levitar de espaldas y cantar con los grillos. Sin saber cómo es como si me hubiera ubicado en un planeta y hubiera decidido quedarme en él a pesar de saber que no puedo habitar en él más de un día.
Pero sólo el mar podrá darme las demás respuestas, la de lo que refleja y lo que circunfleja. Porque el mar, es mejor que un armario, y además, es el principio y el final de todas las cosas.
Pienso en ti.:(

jueves, 23 de julio de 2009

Go to sleep | conversación de uno consigo mismo






¿Nadie te ha dicho nunca que ser tan optimista con ciertas cosas puede acarrearte serios problemas? Ver donde no hay, es como haber donde no se ve.

Yo te diría muchas cosas inteligentes si no supiera que no eres tonto. Literariamente (que no literalmente) opino que deberías dejarte morir. Tu prueba. ¿Por que no?. Todos aquellos lugares donde podías habitar han dejado de serlo, habitables digo.


Da todo por terminado tu también, memorizate las partes de este final venido asi sin más, mudate de casa, ve a otros cines, pasea por otros parques. Se que debes estar triste... Pero es lo mejor que puedes encontrar de ti mismo en un momento como este. Y si no, no haber soñado cosas imposibles. Vete. Mañana hay concierto.

With the music to another part.

miércoles, 22 de julio de 2009

Playing to made

Si, playing to made, "jugando a fabricar".


Es como si tras la angosta tarde de verano se escondiesen brisas de aire muy marino. Como si caminasen ejércitos repletos de algarabía por las entrañas. Y esta tarde me apetecía reír. Y cocinar sobre todas las cosas. Me apetecía señalarme razones a mí mismo para acabar reconociendo que yo debo ser quien soy ahora, una especie de despojo traumático que ha sido traido hasta los pies de ésta siesta como arrollado por un torrente de agua muy fina y delicada.


Las nubes ya no son lo que eran, y por las noches hay una especie como de rumor de cosas que hacen chasquidos muy secos cuando el viento mece esas mismas cosas contra otras cosas cercanas. Y esos choques naturales de unas cosas con otras me recuerdan que ya debería estar besándote en noches como esta, donde todo parece estar hecho a tu medida. Aunque me digas que me equivoco, si lo sé, pero creeme que ahora todo parece estar hecho a tu medida...


Un solo tacto, un solo gesto basta para consumir esas pocas cosas que ahora ya no se mueven, se quedan intactas como esperando que alguien diga algo, como murmurando mientras yo sigo viendo tu boca más cerca y enredo tus cabellos en mi nuca para acabar meditando con un halo de otros dioses que vivieron en un 5º piso en una avenida muy al norte de una ciudad que hoy se llama como tú.


Soñar a veces es la licitaión de lo que cupimos ser y no fuimos. Es ese deseo continuo que gotea expreso de contener cosas que ya nunca sucederán, es como ver por televisión un programa que nunca vivirás en "prime time", se ve todo igual de intacto, las manos cubiertas por tu reloj de muñeca simple y plateado puestecito en tu mano izquierda, tus pantalones ceñiditos al cuerpo, el viento de poniente y una música que dice que nada se pierde, sino que por caridad divina de tu boca pegada a la mia, se transforma...

Y es entonces cuando varios mundos a la vez giran en torno a ti, dejándote consumida por otra boca que no es tuya sino mia, y que viene a decirte que después de ti ya no hay universos, ni aves que vuelen más alto que mis ojos, ni horizontes ni ventiscas, ni tampoco tormentas, ni otros haberes meteorológicos ni lógicos.
Entonces se hace paso una luz sin huesos, que me inunda tanto que no sé ni dónde esconderme. Y suenan pasos y una berbena popular traida por tu aliento express, en trenes que cabalgan hasta más allá de mi estómago, produciendo una extraña sensación de vibrantes soles que con expectante fulgor mandan caballos de Troya con sonrisa Profidén directos al hipotálamo, donde ahora sí, hay nubes de color malva muy clarito y llueven frases que terminan con un icono tal que así :), y vienen a caer en el oído donde escucho una sirena de faro hasta donde llegan barcos cargados de mercancías con especias y esencias traídas de muy lejos y cargados de hombres deseosos de verte feliz.


Y es entonces cuando un ruido natral me trae hasta lo que realmente es, la realidad. Y siento que, aunque yo esté fuera, me queda la felicidad de saber que, al menos, esos mundos, con sus exquisitas meteorologías y sus ruidos de música muy tímbrica, con sus nubes malváceas y esos vértigos de precicpicio cerca de tu boca, existen fuera y dentro de mi. Y tengo que empezar a sentir que fuera de ti también existen, que se manifiestan en otra boca que no es la tuya.

Después de todo, es lo único que me queda. Y eso al menos, me hace feliz.

No saber nada de ti me teletransporta a cosas que nunca quise reconocer. Y me hace enfrentarme a ellas como titán, dejándome la lengua por fuera de cansancio, abatido, y entre tanto debo prometer que yo ya no sé dónde vivo.

Feliz dia a todos y todas.

lunes, 20 de julio de 2009

1 messagio novo

Acabo de llegar a casa después de un fin de semana apasionante. Apasionante por muchas cosas que no son para nada privadas. Mi pasión siempre será pública, porque yo no soy de los que puede esconder la cara de felicidad numérica que le sale a u no cuando palpa con conocimiento lo que siente por todas partes. Me gusta sonreir.

Sólo hacía falta que yo llegara después de todo el fin de semana y me encontrase una decena de correos venidos de medio mundo diciéndome que hay algo que no se comprende, se destila una cierta tristeza muy afín a mi también. Y quizá tenéis razón todos y cada uno de vosotros. Hoy subo uno de esos mensajes que más me ha emocionado. Ojo, me han emocionado todos, pero éste sin duda alguna ha hecho que me inspire en circunstancias que nunca antes había vivido tan así de repente.


Puede que tenga que escribir más. Puede que no sea esta costumbre la que tenga que abandonar, puede que sea verdad que no esté en lo cierto. Y todo me lo demuestra el hecho de que soy feliz si veo que tanta gente es feliz. Basta con que una sola persona sienta esto para que yo cuente lo vivido y lo aún por vivir.

Con todo mi corazón, gracias a todos... me sorprende lo que decís de mi en vustros mensajes, y la verdad es que no sé cómo agradecerlo. Dejo el mensaje justo aquí más abajo. Esos mensajes vuestros son mejor que todo lo que yo pudiera escribir en 100 actualizaciones...



Quería decirte muchas cosas, más que nada, expresártelas para que supieses lo que siento.


Estoy pasando por una etapa bonita, no sé, a nivel emocional, y bueno, el haberte conocido me ha ayudado mogollón a crecer emocionalmente. La verdad es que no sé hasta que punto tú me has ayudado, pero lo más importante para mí, es que lo has hecho de manera indirecta, a través de tu blog, con palabras que ni siquiera iban enfocadas a mí. Eso es lo bonito, el haberme dado cuenta de que hay personas por el mundo que sienten de una forma especial, que respiran particulas diferentes, me parece a mí... Y eso es lo que me hace continuar feliz.

Eres la fuerza personificada. De eso me di cuenta la primera vez que leí tu blog. Tienes emociones que aprovechas.


Sinceramente, me das mucha envidia... Y ya me gustaría tener 20 años menos y decirte: De mayor quiero ser como tú...!! jejej.

Eres genial. No cambies nunca, y sigue creciendo, que los que estan a tu lado, los que te quieren de verdad, siempre van a estarte verdaderamente agradecidos. Y los que por su cuenta decidieron no estarlo, llegará el día en que se lamentarán.


Qué cumplas muchos más!! Pásalo genial este día.

Un abrazo y un besazo enormes.



Esto emociona. Y ahora pienso que si 50 textos han hecho esto, es momento de escribir otros 50. Ok. Despierten, tengo que decirles algo.

miércoles, 15 de julio de 2009

Laughing express

La familia Muckin vivía en un barrio a 6 minutos del centro, en Greencoast, al sur de Hastings Sussex. Aquella ciudad no era rara. Era muy normal, si tenemos en cuanta que siempre estaba nublado y que tenía 6 kilómetros de costa llena de pequeñas piedras rododéndricas muy sonoras.
En aquella casa vivía Monic, Monick Muckin que tenía 26 años por entonces y chapurreaba el francés porque su abuela era francesa y estaba casada con otro francés de pura cepa y los domingos ambos iban a ver a Monic y nos sentábamos en el jardín trasero a hablar de las condiciones para viajar a un país que nunca dejará de ser tuyo aunque no hayas nacido en él.
Monic era más bien simpática y estudiaba enfermería en Brighton. Siempre que tenía exposición en la universidad al día seguiente me pedía que la escuchase y le diese algun consejo por las expresiones del cuerpo. Le gustaba repasar mientras yo me tomaba un té bien caliente. Ella hablaba y me daba un guión, se ponía en el centro del salón y articulaba una palabra tras otra. Hablaba de saludes y de modos de vida, de customizados enfermos, de tratamientos progresivos, de estados reducidos de movilidad, tantos por ciento de baremos consultados, logística sanitaria... en fin, a mi como que el tema no me interesaba demasiado.
Pero Monic era tan jovial que entretenía, y poseía una vocecilla muy enérgica y suave. Hacía sus pausas perfectas, no dejaba de mirarte a los ojos y te convencía de las cosas con facilidad aunque no supieses nada de aquello.
Un día Monic salió a su presentación. Yo me quedé metiendo los platos en el lavavajillas, hasta una hora más tarde no entraba a trabajar en un spanish bar que estaba en el old town de Hastings. A mi me encantaba ir andando por el paseo marítimo hacia el este y después subir por las fisher's houses cruzando el antiguo paso del ferrocarril.
Monic había olvidado que a su coche el día anterior no le funcionaba el ventilador de refrigeración. Hablaba de no se cuantos grados por encima de 120. Entonces le dije que había una solución. Ella me dijo que tenía prisa, que no podía ir al taller. Yo le dije que me diera cable. Solo cable. Recordaba una vez que tuve que hacer lo mismo en una situación difícil.
Ella me miró como exhausta. Estaba nerviosa, era hora de partir, habría atasco seguro en Brighton y no podía llegar tarde. No tenía cable. Pero la lámpara del comedor tenía un cable bastante largo. Lo desconecté, corté medio metro y pelé los extremos. Conecté uno de los lados a la batería y otro al casquillo de una de las luces. El otro al conector del ventilador. Le dije:. ¡¡¡¡¡Monic!!!!! on engine and turn-on the lights!! now!
Aquello funcionó a las mil maravillas. Monic se bajó me dió un beso y me dijo:- Bye God. Esta noche cenaremos fuera "you and me".
Lukas miraba desde las escaleras de la casa con su pelo rojizo y sus gafas e asta negra. Era simpático Lukas y ambos teníamos interesantes charlas sobre música.
Yo me di la vuelta y le dije a Lukas:- Lukas, menuda novedad, cenaré fuera...
Lukas se rió. Yo había cenado siempre fuera una semana si y otra no. Cuando Monic cocinaba Lukas y yo cenábamos fuera. A Lukas le gustaba que fuésemos al Spanish bar. Aprendió a decir "tapa" y ya no hubo quien se lo quitara de la boca. ¡¡Come on to tapas!!
Teniendo en cuenta que era Checo, frío como un témpano y menos hábil que un cubito de hielo, puedo decir que tuve grandes logros. Por la mañana siempre me pasaba el brazo por encima de los hombros y me pedía que le pusiese una tostada. Al día siguiente le tocaba a él claro. Le despertaba todas las mañanas con un enérgico:- Good mooooorning Luka!!! come on to taaaapas!! Se aficionó a dibujar conmigo en la playa algunas tardes que yo tenía turno libre y no iba a la academia porque estaba exhausto de tanta nube gris rondando por encima de mi cabeza.
Cuando Monik llegó a casa yo estaba trabajando. Me envió un mensaje de texto. -Wait-.
Yo estaba trabajando y esa tarde llovió a mares. Cuando empecé a trabajar en el bar allí no asomaba nadie. Era un poco triste. Gregory regentaba el bar, y no tenía ni idea de comida española. No sé cómo un día me dijo que él a la paella le echaba fideos además de arroz porque alguien de España le había dicho que era exquisito. Las tortillas de patatas las hacía Janet, una pelirroja irlandesa que trabajaba allí de camarera. La cerveza, los vinos, todo eso estaba muy bien, ¿pero y la comida Gregory?¿que mierda de comida es esta?le dije cuando pinchaba un picho de tortilla francesa con patas cortadas como bravas.
Le enseñé a economizar. Gregory, en un bar español debe haber más sal que cerveza. Si hay más sal que cerveza el cliente quiere más cerveza que sal. Si se me sala la boca ¿qué es lo que quiero Gregory?¿que es?Cerveza joder, cerveza.
Gregry se reía mucho conmigo, Y eso que me costaba hacer los chistes en inglés. A veces pensaba que si pudiese entenderme en español lo torturaría a gracias tipical spanish, porque era un tio con mucha gracia, con una risa muy contagiosa y en el fondo era sereno, como cualquier inglés de percha solemne.
Aquello cambió. Salt and peeper Gregory. Quiero pollo, alitas de pollo, con mucha "Salt" and "peeper", quiero mollejas )que allí se tiran, quiero Janet que hagas una salsa de tomate con cebolla y ajo, conpimienta cayena y laurel y que de condimento tenga mucho. Tú pruébala, y si no te gusta déjala, eso es que está bien. ¿Qué coño son estas bolitas verdes con patas cocidas que no sabe ni a agua?¿Guisantes? Joder Gregory... vaya mariconada...
El sábado era nuestro día, era cuando más gente iba al old town. La voz se corrió pronto, la gente estraba a espuertas a probar todas las tapas. Allí nadie iba a tomar una tapa, iba a probarlas todas. Le dije a Juan que me mandara en una caja farolillos de feria, enf in, todo lo que haya para dar alegría a un bar, ya me entiendes Juan, aquí no hay feria ni farolillos ni nadam esta gente parece haberse quedado helada con la Glaciación.
A los 6 dias el paquete de Juan estaba allí. Decoramos el bar, pusimos música española muy bajita, sevillanas, coplas, fandangos, bulerías... aquello se llenaba los jueves. Cerveza y más cerveza. Gregory, los vasos tan grandes y largos no te rentan, a la gente se le llena la vejiga demasiado pronto. Pon cañas ?que qué es eso? joder... espera que voy a por un vaso de caña.
Tu pones esto, y si se quejan que se quejen. Pero beben más cantidad, porque se les hace poco, y quieren más, y más. Además, la cerveza española es más fuerte, joder Gregory, un litro de aquí equivale a un botellín en España. ¿QUé coño bebéis?¿de qué animal es meado este? No es ni vuestro, es americana... ¿Budwei qué?¿Heinequé? Quita quita... tu di que solo hay cerveza española y pon las cañas.
Aquello dió una vuelta impresionante. Gregorý me triplicó el sueldo y me dijo que me quedara allí para siempre. Él quería retirarse a Donegal con su mujer a una casa que tenía allí. Y quería mantener el negocio pero sus hijas estudiaban y ninguna quería quedarse el negocio. Yo le dije que no, que para llevar un bar español en inglaterra para eso lo llevaba en España.
Eso sí, allñi con 10 cervezas has hecho el día, aquí con 60 estás ajustado.
Una caña 2 libras, en España 1 euro... ¿me quedo aqui?joder... no Gregory, no.
El caso es que Monic pasó a recogerme por sorpresa. Yo me estaba tomando unas cañas con la gente rezagada. había un inglés que decía que sabía tocar flamenco con la guitarra. La descolgamos de la pared y le dije:-Dale ahí hasta que se te borre la mano del brazo y Gregory, ponme una cerveza que ya por hoy tengo que descansar. -Okey! marchiandou unae serveseita freshquita por el camarerou!-. -Para el camarero Gregory, que no te enteras... y deja de poner ous detrás de todas las palabras en español, ¿quien te ha enseñado eso?¿yo? yo no, porque que yo sepa yo no digo:- Vamonous, ni marchandou, ni nada de eso tio-.
Vuelta a reir... desde luego Gregory era lo mejor que tenía, su sonrisa. Un poco español si que parecía, porque recibía muy bien a toda la gente en el bar. A mi Gregory me enseñó muchas cosas buenas. Inglés, sobre todo, auqnue allí me pasaba el día suspirando en español.
Cuando yo entraba en el bar le decía a Gregory:- Que pasa picha?
Y el me decia:- Náh, aquí andou.
Gregory era un personaje, y conmigo tomó vida porque es de esas personas que necesita a alguien que le motive para que él de de sí mismo lo que ni siquiera reconoce de sí. Cuando nos despedimos el último día, Gregory lloró. Yo también.
Janet era una chica de 30 años que hacía como que cocinaba comida española. Decía que desde que yo le di recetas nuevas, en su casa solo se comía cocina española.
Janet lloró y yo también cuando me regalaron un album con las mejores fotos en el bar. Yo con una camiseta del Betis y mi delantal negro y aquellos años tan maravillosos en los que uno se sentía dueño de sí mismo.
Los sábados daba clases de guitarra a las hijas de Gregory y a 2 amigas suyas. Escapaba bien, porque al final de mes cobraba por todo junto y me sentía unpoco el Julian Muñoz de la zona. Los domingos me iba a la playa de Cuckmere Haven, que era muy verde y uno perdía el sentido allí sentado si quería claro.
Monic me llevó a un restaurante que había subiendo hacia el castillo, en una enorme montaña verde desde la que se veía inundado el mar de luces de color extrañas. Allí cenamos, y ella me agradeció tener manos de santo. Yo le dije que eso venía de mi experiencia como colocador de bombas en Israel, pero que estuviese tranquila porque en su casa no iba a poner ninguna.
Monic y yo nos entendíamos bien. Ella se sentía agusto sólo con reír, y yo me sentía agusto allá por donde fuera, porque había llegado a sentir el don de la plenitud. Me importaba y mucho que pasaran las horas, deseaba que se detuviera el tiempo, pero quería irme de allí cuanto antes. Solo me faltaba un poco más de inglés en mi bandeja de salida y "off my english life", bye bye.
Asi que fuimos andando a casa, hablando en inglés, sobre mi vida anterior y la suya, sobre mi conformidad con la casa y el trato que ella me daba. Ella era dueña de la casa, pero yo sentía como si fuesemos compañeros de vivienda. Tenía todo lo que pudiera tener, y el patio trasero me encantaba, incluso con su gato vagante por entre las enredaderas (auque me gusten poco los gatos). Pero allí me sentía como en casa. Encontraba relax para leer, para pensar, para crear a veces, para tocar la guitarra y que ella escuchara desde detrás de la ventana de la cocina mientras hacía esos purés de patata con guisantes que nadie osaba comerse.
Al final desaparecí de allí. Janet me manda recuerdos todos los años, por navidad me manda una botella de vino que ella rompió una vez sin querer. Se preocupa de buscar el mismo vino y enviármelo por navidad. Monic me mandó una carta un tanto amorosa y como no le contesté no volví a saber nada de lla. Gregory me llama todos los años en octubre cuando está de vacaciones, y en enero para preguntarme si iré algún día. Me hizo caso a lo que le dije de que para tener un bar español en Inglaterra hay que viajar a España sin más remedio y aprender solo con mirar. Estuvo en Sevilla en Septiembre y decía que su bar era mejor que todos los que había allí.
Y toda esta gente en conjunto hizo que mi vida se transformase en lo que hoy soy, un amante de la buena cocina española, un manitas con esas cosas que aún no entiendo, pero que toco y funcionan (sin ser nada santo ni tener manos de ello) y querer vivir con ganas esperando un futuro que estoy seguro, me sonríe como Gregory cada mañana, como Monic cuando terminaba sus exposiciones de prueba en aquel salón luminoso, como Lukas pidiéndome una tostada...
La vida es del que la vive.

lunes, 13 de julio de 2009

Visiones del mundo

Amplíen para ver la imagen en grande. Es gráficamente una forma de explicar como ven algunos el mundo, y como lo veremos todos. Vivan felices, vivan bien.

jueves, 9 de julio de 2009

La risa de Dorian

En días como éste recuerdo a Dorian.

El día que conocí a Dorian un fuerte viento huracanado azotaba Madrid. Recuerdo que hacía un viento tan fortísimo que dolían los ojos en las bocas de metro al salir, y se hacían remolinos con hojas secas de la calle en los túneles. El frio era inquietante, y el viento hacía que se calara por entre los huesos entumeciendo el sentido de la marcha y del entendimiento. El cielo estaba enrarecido con una sólida capota muy gris que amenazaba con envestir más y más frio con el paso de las horas.

Era febrero y como en los últimos 2 meses yo iba a hacer un monólogo de humor, como cada viernes, al Búho, un pub store muy chic en la zona de Noviciados que regentaba un tal Eric que era un rudo vasco de 40 años y que amaba las rutas verdes de Tudela a Tarazona. Me invitó a ir unas 4 veces a hacer la ruta, como siempre le decía:- Cuando tenga tiempo-, pues ya no me lo dijo más.

Cuando terminé mi actuación, como cada viernes, me sentaba con Pedro a tomarme un ron. Entonces hablábamos de cosas no menos importantes como el dolor de las cosas y de sus prácticas en la medicina, sus amores ilógicos y su verborrea por conservar la vida sin decadencia. Entonces se acercaron 2 chicas justo al lugar donde estábamos sentados. Una de ellas dijo:

-Hola, perdonad, ¿está ocupada esta silla?

-La miré y le dije: No no, puedes llevártela.

Y parece que decidió no llevársela. Se sentó y le dijo a su amiga que tomase asiento.

Su amiga era Dorian, que aún no había ni articulado palabra y se veía envuelta en una nueva situación.

De primeras era tímida Dorian. Una chica de 20 años que venía de la Pampa Argentina, como ella decía con su acentito muy delicado y pulgarcito, fino y suave, rápido y muy enérgico. Era muy sensual y bella, y sobre todo daba la impresión de ser feliz. Tanto que de hecho Pedro y yo nos miramos mutuamente como pensando en bajito que aquello era una buena noticia.

Por entonces Dorian estudiaba medicina en la facultad de Alcalá. Iba y venía todos los días y se encontraba con Susana en Avenida de América para tomar el bus que las llevaba hasta 100 metros más abajo de la facultad a eso de las 8:20. Los viernes tenía prácticas de anatomía hasta las 3 y después ambas iban hasta allí, dos calles más abajo para tomar clases de piano con una repipi de 50 años que por lo visto era una prima lejana de su madre y que había emigrado en los años 80 para trabajar como pianista en un hotel de Granada. Ella se reía cuando yo le decía que era prima lejana porque vivía de su madre a más de 8000 km de distancia.

Hablamos durante 2 horas. Yo tuve que dejarles porque a la mañana siguiente había quedado con Carlos para visitar una exposición de arte contemporáneo en una galería del centro.

Así que me levanté y le di un beso a Pedro, otro a Dorian y otro a Susana. Entonces Dorian, que había hablado no mucho me preguntó: ¿Ya te vas?.

Le dije: sí, lo siento. Ha sido un placer.

No imaginaba que ella había escuchado mi plan mientras me despedía. Había dicho datos de dónde iba.” Galería, arte contemporáneo y centro”.

Yo me marché. No pensaba en otra cosa que no fuera el implícito frío que volvía a sentir en mi rostro, que terminó por entumecerme la punta de la nariz y los dedos de los pies. Ahora ya había luces en la calle, y se había hecho de noche casi de una forma automática.

Había quedado con Carlos en la puerta de la galería a eso de las 10:00. Él ya me estaba esperando porque venía de ver a su novia que estaba trabajando en un restaurante 4 calles más abajo.

Entramos en la galería y empezamos a ver y compartir opiniones. Ambos estábamos entretenidos y concentrados en la causa. De repente, cuando llevaba allí 20 minutos escasos, alguien se me acercó por detrás y me dijo: - Al menos ya sé que no eres un mentiroso-.

Ni por asomo pude imaginar que sería ella, que ella hubiera tramado un plan siguiendo mis escuetas indicaciones a Pedro de mi posterior plan matutino. Pero sentí su acento seguido de su aliento que me daba en el cuello y no tuve ni que mirar atrás para estar convencido de que era ella. Entonces respondí:- Al menos sé que eres un tanto alcahueta.

Ella sólo sonrió y me preguntó: ¿qué tal?¿te gusta la exposición?

Le dije:- Sí, claro, ¿Cómo no?-

Ella me contestó muy rebelde: -Pues todos ellos son míos, porque los voy a comprar todos.

Yo me reí casi inmaculado. Ella le estaba poniendo mucha cara a la conversación, pero no era en absoluto desagradable, era mística, muy directa, divertida…

Yo entonces le dije:- Gracias por el aviso, te dejo entonces, ¡voy a verlos todos antes de que te los lleves!

Entonces seguí viendo cuadros ajeno a que ella me perseguía un poco por donde yo iba. Cada vez que se dirigía a mi era como si lo hiciera en secreto. Se ponía a mi lado y me hablaba casi sin gesticular, mirando hacia otro lado. – ¿Oye y si quedamos después de salir de aquí?

Yo le dije:- Ni lo sueñes, no pienso estar cargando cuadros toda el día para que después tú te los lleves a tu casa.-

-Pero me ha dicho el comisario de la exposición que tú estas incluido en la compra, o sea que te vienes a casa también, aunque debo decirte que no tengo pensado un sitio donde colgarte…-

-Me impresionas ¿Dorian no? ¿Porque te llamabas Dorian?.

-Me llamo Dorian si. ¿Qué te impresiona Sobrino?¿Porque te llamabas Sobrino no?

- Me llamaba y me llamo si. Y lo que me impresiona es que me hayas conocido hace 3 horas y ya estés deseando colgarme y encima en tu casa… cualquiera diría que vienes de una mafia del Sudeste…-

Ella carcajeó, pero antes mientras le hablaba había abierto los ojos convirtiéndolos en una especie de planetas azules y muy redondos, y había abierto la boca como sorprendida. Entonces me dijo: - Ok, ya sé dónde encontrarte todos los viernes. Y además tu amigo Pedro anoche tuvo algo con mi amiga Susana, por lo que es probable que en cuestión de minutos me llegue tu número de teléfono. Te llamaré para que me ayudes con todos estos cuadros-.

Ella se fue retirando poco a poco de la sala. Yo me quedé igual que estaba, no sé, aquella mañana todo parecía haber cambiado de lugar y el río me había entumecido hasta el entendimiento.

Al viernes siguiente yo recordaba a Dorian porque me había escrito un mensaje en el que me decía: -Querido humorista, estoy deseando ver qué monólogo me hará reír este viernes… Te veo mañana-. Yo iba andando por el Retiro, eran las 9 de la noche y en cuando recibí el mensaje. Me gustaba cruzar el Retiro a pié para después subir hasta Tirso de Molina y coger allí el metro que me dejaba después de 1 transbordo en mi piso al norte de la ciudad.

No le contesté. Estaba concentrado en llegar a casa y tomarme un té que había traído Pedro la tarde anterior diciendo que era “la ostia de los tés, el rey de reyes, puritita delicia grass.

Pero allí estaba el viernes a las 22:00, sentada con Susana en una mesa pegando al diminuto escenario al fondo de la sala.

Eric me presentó aquella noche como un gallego, que había estado perdido en la luna, 9 semanas y media, y que como Cristo había resucitado a la atmósfera y me había presentado allí.

Era mi actuación estelar, sabía que lo sería, presentía un don de planetas alineados esa noche que me harían superar metas. Había elaborado mi primer monólogo con acento gallego. Me hacía pasar por un tipo al que no lo importaba nada, que iba a lo suyo y que era tan soltero que había perdido la noción de las cosas más simples de la vida cuando observaba lo que hacían los demás.

Yo miraba a Pedro. Cuando Pedro bebía poco significaba que la cosa iba bien. Aquel trabajo no me había dado ningún problema. Tenía cara para eso y para más. Acaso un puñado de 60 personas no iban a hacerme pasar vergüenza y los monólogos estaban muy bien meditados para que no fallaran. Tenía 6 días para preparármelos, el mismo tiempo que necesitó Dios para crear el mundo, así que no había miedo, todo era bíblico. Elegía temas con los que el público se sintiera identificado y siempre conseguía sentirme cómodo en el escenario. Nunca tenía prisa, siempre era paulatino el crecimiento en mí mismo. Dorian tenía una risa muy delicada. La ví reírse al menos 23 veces. La gente aquella noche estaba muy animada, no hacía tanto frío y el cálido ambiente se hacía notar llegándome ráfagas de aire muy caliente que me alentaban.

Cuando terminé un gallego vino a preguntarme que de qué parte de Galicia era. Yo estaba pensando en mi Ron y le dije que de Ginzo de Limia. El me dijo enhorabuena paisano y accedió a invitarme a una copa. Yo le dije que era demasiado tarde y que tenía que irme a dormir. Así que lo dejé allí con otras gentes.

Cuando llegué a la mesa Pedro salió como siempre a darme un abrazo. Pedro siempre me daba ánimos después de actuar porque sabía que antes no podía ser nunca. Antes de actuar nunca veía a nadie, quería estar solo y llegar con la hora muy justa.

Entonces Eric se acercó y traía mi dinero. Junto al dinero dejó una nota en la que decía:

- No entiendo cómo eres tan bueno haciendo reír y tan malo con las mujeres-.

Entonces recuerdo que miré a mi alrededor y vi a Dorian mirándome mientras reía. Le dí la nota a Pedro y le dije:- Toma, esto es para ti de parte de Susana-. Como si conmigo no fuera la cosa. El pobre Pedro había cargado con una nota que no era para él…

Entonces Pedro se levantó y fue a la mesa donde estaban Dorian y Susana. Susana lucía un conjunto muy alegre aquella noche. Era muy sencillo, y de colores muy vivaces. No iba con su forma de ser, porque ella hablaba mucho pero tenía un lado oscuro y extraño que sin embargo Dorian no tenía.

Cuando Pedro llegó a la mesa, le pidió explicaciones a Susana sobre la nota. Dorian se reía ahora muy agitada. Y me miraba y reía más y más. Entonces se levantó, tomó su copa en la mano y vino hasta mi mesa. –¿Puedo sentarme?-

Le dije, -Si claro, yo ya me iba-.

¿Bromeas? Oye… ¿tú estas casado o algo? Porque no es normal que me rechaces tanto. ¿Me tienes miedo?.

Yo me sonreí y le dije:- Chica, solo hay una cosa en este mundo a la que yo le tengo miedo y te aseguro que no eres tú-.

-¿Ah no? ¿Y a qué le tienes miedo tu a ver?

-Al aceite que salta de la sartén cuando frío un huevo frito… eso me aterra… es superior a mi… de hecho si en el Sexto Sentido el niño friera un huevo yo me moriría del miedo…-

Ella rió. Y me dijo que por qué no nos íbamos de allí. Yo le dije que mi madre me había enseñado a que con extraños no podía salir así como así y menos en una ciudad tan grande.

¿Pero ya eres mayorcito para seguir consejos de tu mamá no?

Yo le dije:- No sé/no contesto-.

Entonces ella me dijo que tenía una sorpresa guardada para mi, pero que por motivos de seguridad no la había llevado hasta allí. Y que era el motivo por el cual tenía que salir con ella para que ella pudiera dármela.

Entonces accedí, y le dije que las sorpresas me encantaban. Pero que como no me gustase tendría un serio problema. Yo no era un chico de esos que pierden el tiempo en recorrer la ciudad para perseguir una sorpresa que después terminará por no gustarme.

Ella me dijo que si esa sorpresa no me gustaba, entonces el que tendría el problema sería yo.

Y tenía razón… porque me llevó por maravillosas calles de Madrid hasta su casa, donde vivía. Era un ático muy pequeñito y muy caro al sur de Madrid. Tenía 28 macetas y había una luz muy tenue y muy cálida por toda la casa. Ella tenía el don de la hospitalidad y me llevó hasta la terraza. Allí vivía con Susana. Lo supe porque ví tendido en una cuerda el vestido que había llevado el viernes anterior al Búho, justo el día que tuvo algo con Pedro horas antes de mi visita a la exposición con Carlos.

En la terraza había dos hamacas de madera, una botella de cava barato muy seco y delicioso y un libro de cocina de diseño de escasas 40 páginas sobre la espuma de una de las hamacas.

Las vistas eran espléndidas y creo que me quedé como contagiado y parado cuando vi la ciudad casi entera a mis pies, en silencio, rodeado de una vegetación inusual, de un hogar muy enigmático, lleno de libros y de huesos de plástico esparcidos por el salón con anotaciones con post-its fluorescentes que hablaban de posiciones y dogmas del cuerpo humano y la medicina.

Todo era breve en aquella casa. La luz, las anotaciones, el salón que aunque pequeño estaba muy bien administrado… pero la terraza era todo menos breve. Se extendía algunos metros más allá y estaba muy bien situada. De hecho Dorian decía que ella se imaginaba el mar siempre que quería ubicada allí.

Me pidió que descorchara la botella de cava porque ella no encontraba fuerzas con las manos tan frías. Yo le dije que se pusiera los guantes. Ella me dijo que el vidrio no podía tocarse con guantes.

Allí le pregunté que dónde estaba mi sorpresa. Ella me dijo que aquella era la sorpresa con cara de sorprendida y un tanto molesta…

Entonces le dije que quitase esa cara de escaparate veneciano porque no era nada hospitalaria. Entonces sonrió y sentí que era hora de reconocer que sin haber hablado no más de 100 palabras con ella había conseguido darme una de las más maravillosas sorpresas tenidendo en cuenta que era viernes y que había dejado a Pedro discutiendo con Susana sobre su maldad en el arte de seducir a las mujeres.

Bebimos cava y ella me contó algo de su vida. Me habló de mi, de cómo me había visto y cómo me veía. Y me sorprendía escuchar palabras sobre mí tan bien conectadas entre sí.

Entonces sonó el teléfono. Eran algo más de la 1 de la mañana y su madre la llamaba. Ella se quedó a hablar allí, sentada a 2 metros de mi. Entonces escuché que le decía:- Mamá, he conocido a un chico maravilloso que desearías quitármelo para quedártelo tú-. Y me miró con una sonrisa que caldeó el ambiente de -2ºC que debía haber a esas horas en aquella elevada terraza del sur de Madrid.

Creo que sentí estupor. Y me sentía razonablemente mejor que hacía unas horas. Había estado vagando por ahí interesándome sólo en mí y en mis ocupaciones y de repente me veía ahí, sentado en un lugar ya menos ajeno, bebiendo cava y dejando de sentir el cuerpo por momentos anhelado por un frío que me hacía olvidarme de mi propio cuerpo.

Dorian me invitó a quedarme. El metro había cerrado y la única manera de volver a casa era a pié una hora andando o en taxi. Odiaba los taxis y andar me gustaba, así que me fui andando a eso de las 2 de la mañana.

A partir de ahí Dorian entró poco a poco en mi vida. Se interesaba por mí, me escribía notas que me mandaba con Pedro a modo de recado distal y me hacía evaporarme con frecuencia.

Un día Dorian me dijo que estaba perdidamente enamorada de mi. Yo le dije que eso ya estaba pasado de moda. Sonreí y le dí un abrazo. No sé cómo pero yo sentía lo mismo.

Tardé más de un mes en quedarme en su casa a dormir. Y una mañana yo tenía clase en la facultad a las 10. Ella me había dejado una nota de Donovan Comprimidos de publicidad en la que decía:- Te he dejado un zumo de naranja en la heladera. Te quiero.-

Creo que desde ese momento vi las cosas mucho más claras. Sentía que la quería, que había llenado mi espíritu por completo. Me sentía cómodo porque me ofrecía un pasaporte a la felicidad muy directo. Era tan sencilla que nunca hablamos de nada complejo. Siempre hablábamos de cosas muy corrientes. Pero actuaba como convencida de que yo era alguien a quien ella debía asombrar continuamente. Eso me encantaba tanto que a veces me detenía en el tiempo.

Con el paso del tiempo yo regresé a Sevilla. Ella venía a visitarme cada 15 días y yo iba a Madrid. Un día, 10 meses después de conocernos me dijo cuando me marchaba en el tren destino a Sevilla que en 6 días tenía que coger un avión para ir a Buenos Aires porque se encontraba mal y su madre le había preparado un chequeo allí. Pero que volvería en 20 días.

No volví a saber nada de ella en 42 días. Yo la llamaba y su madre me decía que Dorian no estaba, que estaba con sus abuelos y que no tenía posibilidad de contactar con ella porque no tenían teléfono. Hasta que un día sonó el teléfono. Era Sofía, su madre. Sofía tenía la voz muy joven y me recordaba a la voz de Dorian pero un tanto más grave. Me dijo que las cosas no iban bien. Me dijo que su marido Mario había comprado un pasaje para mí con destino Buenos Aires para dos días después. Me indicó la referencia y me dijo que ella misma iría a recogerme al aeropuerto.

Así que me fui a Madrid, tomé el vuelo y estuve preocupado muchas horas hasta que llegué y vi a Sofía con una sonrisa.

Al llegar a casa de Dorian su hermana Gloria esperaba en la puerta. Gloria era el reflejo de su hermana Dorian en un espejo. Idénticas. Yo había visto fotos suyas, pero en persona se hacía homogénea aún más a Dorian.

Me recibió con un abrazo y me dijo:-Qué ganas tenía de conocerte-. Entramos en la casa y subimos unas escaleras. Dorian estaba sentada leyendo un libro con una mascarilla de oxigeno.

Entonces se me cayeron dos lágrimas. Ella me dijo que todo tenía una explicación. Que me encontraba muy guapo y que ahora si era la persona más feliz del mundo. Se levantó muy normal, como recuperada de todo ese sol que le estaba dando mientras leía. Me abrazó muy muy fuerte y me dijo que me quería.

Entonces yo le pregunté qué le pasaba. Me dijo que era una cosa muy larga de contar y que no tenía tiempo ahora. Que teníamos que coger el coche e ir corriendo a darme una sorpresa que tenía preparada para mi.

Nos montamos en el coche y yo no entendía nada. Me llevó hasta Mar del Plata, había una luz maravillosa y yo seguía sin entender nada. Su hermana se marchó con su madre dando un largo paseo por la orilla con un perro pastor belga que le había regalado su abuelo hacía 5 años.

Dorian me dijo que lo sentía, pero que no había tenido valor suficiente para decirme que se moría. Que tenía una enfermedad degenerativa que le afectaba a los pulmones y a la respiración.

Me dijo que le habían dado meses de vida y que no estaba preparada para esto. Empezó a darme las gracias por todo. Por ir, por haber tenido la calma y la templanza de haberla esperado aún no habiendo tenido noticias de ella. Empezó a llorar como si diluviase. Yo la abracé y le dije que yo no había venido para verla llorar y que para nada me creía ese cuento de que iba a morirse por una enfermedad tan rara.

Ella me dijo que tampoco se lo creía. Así que desplegó un papel que guardaba en su abrigo y empezó a señalarme destinos y cosas por hacer. Decía que había pedido a sus padres que por favor yo fuera en sus últimos días de vida.

Ahora lo comprendía todo. Ella me amaba. Sofía me decía que Dorian le había hablado todos los días y a todas horas de mi. Mario, que trabajaba para Sony en Buenos Aires, había logrado construir la casa de sus sueños… aquella si que era una casa... Yo me sentía identificado con cada rincón de aquella vetusta casa. Altos techos, escaleras minimalistas, muchísima luz… era acogedora y linda desde todos sus ángulos.

Dorian decía que ya no quería dormir más, que por las noches nos quedásemos hablando como en Madrid. Pero su cuerpo se rendía y acababa llevándola a la cama en brazos todas y cada una de las noches.

La medicación era tan fuerte que acaso duraba 3 horas despierta.

Así que todos los días viajábamos. Estuve allí 34 días. Atravesamos Argentina en tren, visitamos a sus abuelos. Ella estaba bien, acaso yo no diferenciaba mucho su estado actual del anterior, por eso no me lo creía. A pesar de estar muriéndose poco a poco se conservaba como siempre de no ser por esa mascarilla y ese aparato para respirar cada 20 minutos.

Pero una mañana todo se aceleró. Dorian no podía levantarse y respiraba con dificultad. Todas las noches veíamos fotos de aquellos meses en Madrid, fingimos tomar cava llenando unas copas preciosas de agua porque ella no podía beber alcohol. En el día 30 yo me acerqué a la habitación como cada mañana a las 8. Dorian solía estar ya despierta con cara risueña y los ojos pequeños…

Aquella mañana yo me desperté un poco desquiciado, como ansioso por llegar a la habitación. Noté ese nerviosismo natural, potenciado por esas cosas que uno desconoce por qué suceden.

Cuando entré en la habitación Dorian dormía, no estaba despierta como cada mañana. Y nadie se escuchaba en la casa. Todo estaba en un silencio poco común. Yo me sentía cansado de repente, como si me temblaran las piernas y en todo momento no fuese capaz de dar ni un solo paso.

Dorian ya no estaba. Pero recuerdo que la noche anterior, aun estando muy mal, reía y me hablaba, y me dijo unas 9 veces te quiero mientras me sostenía las manos.

Entonces, decidí irme a buscar a alguien para comunicárselo, estaba más desquiciado aún, pero reinaba en mi un estado como de paz interior.

Su madre estaba muda en el porche exterior, no había dormido en toda la noche, había estado allí, al raso invierno que estaba comenzando. Con los brazos extendidos y la mirada perdida se me acercó y me abrazó y me dio las gracias por haber estado allí 30 días y 30 noches.

Yo sólo le dije que cuando uno cree en una idea, esa idea vive. Y que no tenía que darme las gracias.

Fue un funeral precioso. Yo raramente me sentí feliz por momentos. Había hecho lo que pude y había cumplido el deseo de mi querida Dorian. Dorian la chica feliz.

Preparé mi maleta y me vine de regreso a España. Y el lunes hizo 4 años que Dorian dejó de vivir.

A los pocos días de llegar a España quemé todas sus fotos, sus cartas, todo lo que tenía que ver con Madrid y aquellos días en Argentina. Los folletos, los billetes de avión, el neceser de la aereolínea… no quería volver a ver nada de eso.

Después me he vuelto a enamorar dos veces, he sabido en todo momento que Dorian fue una marca en mi vida, una forma de ubicar lo que más necesitaba de la vida en sí, contenido en una sola persona.

Le encantaba reír, y eso marcó un poco mi vida. Hoy se lo agradezco en masa. Hoy quiero reír.

Y la recuerdo hoy porque Dorian es una de esas personas que todo el mundo debería recordar al menos una vez en su vida.

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