miércoles, 27 de octubre de 2010

i’m actor secundario

13

Que pocas cosas duelen y cuantas cosas pueden llegar a destrozarnos. Digamos, por ejemplo, que se puede no amar de repente y no duele.
Duele el amor si pasa, hirviendo por las venas. Duele la mentira, latigazo de hielo.
El desamor no duele. Es visita esperada. No duele el desencanto. Es tan sólo algo incómodo.

Somos así, mortales irremediablemente, sin duda acostumbrados a que todo termine.
No hay certeza detrás de tanta espera. Me siento como un náufrago… y tengo un mensaje para todos los náufragos que hoy dice así:

Náufragos que pobláis cualquiera de las islas de este mar de silencio, transcurridos los meses, admitid de una vez que habéis sido olvidados. Si cambiasteis el rumbo de vuestras vidas por algo que nunca existió, lamentaos inclinando la cabeza hacia el sol y golpeándola contra el primer objeto sólido que encontréis a mano. Llorad, retorceos, gemid. Ya no sirve de nada. Nadie va a devolveros tiempo atrás.
Quizá pasaron barcos o pudieron ser sueños. Escuchasteis canciones hechas de blanca espuma que venían de lejos a embriagar los sentidos.
No miréis más el agua. El mar no es la salvación, sino vuestra locura y vuestra bondad. Las olas nada ofrecen. Perdida ya la fe, no miréis más al mar. Dirigid vuestros pasos sin dudar tierra adentro, sin añorar más suerte. Dominad vuestras islas, preparad la cosecha y recibid los frutos.

Levantad vuestra casa sobre firmes cimientos, como si en ella hubierais de estar hasta la muerte, esperada visita que arribará a la costa.
Cercioraos de estar completamente solos y ordenad la desazón sin rabia ni desaliento, como si nadie hubiera de encontraros jamás.

lunes, 25 de octubre de 2010

célebrelandia

25102010 

He venido para que todas las cosas tengan vida.
Hay un rumor especial en todas las cosas. Incluso en el atardecer, los objetos, los espacios y los utensilios.

Acabo de llegar. Turca ha trepado los 7 escalones de la entrada a la casa en dos saltos y se ha sentado en la alfombrilla de bienvenida mientras yo bajaba del coche mi única maleta. Ha hecho el viaje muy tranquila, a mi lado. A veces me mira y me tiende la pata repetidas veces cuando voy a cambiar de marcha creyendo que quiero saludarla. Y eso me hace reír. Otras veces otea el horizonte más allá de la ventanilla, con su hocico negro y brillante, como si buscase algo inexistente o que no está al alcance de cualquiera.

Todo estaba muy oscuro al entrar. Las persianas, las puertas y los grifos. Había un olor a madera, muy profundo, que incluso aún persiste.

De fondo había un murmullo muy lento, venía de un aparato electrónico, y el reflejo de una antena iluminaba el salón por entre las rendijas minúsculas de las persianas, de una forma muy potente.

Al subir las persianas una luz muy hedionda entró como si tuviera prisa. Tanta que me hizo cerrar los ojos incluso, sorprendido por la rapidez con la que el sol vino a avisarme de que es momento de airear el malestar, invertir en la causa y dejarse caer sobre el sillón de la terraza para ver cómo la tarde pasa impasible y fugaz, dorando lentamente todo alrededor. Afuera un viento frágil mecía las cosas como llamándolas a cada una por su nombre. Árbol al árbol y hierba lejana a la hierba lejana, y viandante al que pasa por la calle “viandando”.

Me quedé absorto, mudo. No sentí en ningún momento esa sensación de no saber qué hacer o hacia qué lugar de la casa ir primero. No me importaba. De hecho sentí que no podía hacer nada. Algo en aquel lugar me dejó noqueado, débil, me pausó por completo.

De forma muy rápida y casi sin poder evitarlo me di cuenta de que no se puede huir de la tristeza y que en aquellos lugares en los que hay más sensibilidad termina por ser más fuerte el martirio.

Pero aquella vista durante horas, viendo el paso de sólido a líquido y después a gaseoso de la tarde fue lamiendo las heridas y aunque hay picos de dolor intenso e insoportable, hay algunos momentos en los que la mente se despeja por completo y busca soluciones salínicas con las que drenar el hastío.

A Turca debió ocurrirle algo similar, porque se sentó a mi lado y tendió su cabeza sobre mis piernas, tranquila.

Sentí que podía llorar en cualquier momento. O que podía saltar. Podría incluso correr, cantar o lavar enérgicamente cualquier cosa. Porque sentí una energía extraña en el estómago, una mezcla de muchísimas emociones y sensaciones que no se convirtieron en nada porque yo no estaba dentro de mi cuerpo. Yo no estaba allí, al menos no lo estuve durante dos horas.

Cuando el sol ya sólo era visible en una cresta desperté y fui a comprar algo para cocinar. Tenía un hambre insoportable.

Compré calabacín, pollo, un trozo de queso semicurado, jamón loncheado (1/4 de Kg) y fruta, unos 2 kilos variados.

Al salir de la diminuta droguería me crucé con dos niños de primaria que estaban haciendo un trabajo sobre efemérides y frases célebres. Se acercaron a mi y me peguntaron:

- ¿Cual es su frase célebre favorita señor? (No me gustó nada lo de señor, pero me resultó tan gracioso que les regalé una sonrisa). Eran muy educados, y uno de ellos juraría que será el nuevo Bill Gates sin duda. Su cara de misógino empollón un tanto repipi le delataba. También su acento complicado y exacerbado para un niño de su edad.

- Las palabras no son nada sin hechos, Me gustan varias y me siento atraído por varios personajes y sus frases célebres (Platón, Sócrates, Pitágoras, Da Vinci, Rousseau, Nietzsche, Einstein, Virginia Woolf, Moret, Renoir, Soroya, Frida Kahlo...) pero sin conocerlos personalmente no me valen, por eso no tengo ninguna favorita.

- ¿Nos la repite señor?

- No es una frase, es una respuesta.

- Ah, vale ¿Y nos puede repetir los nombres que ha dicho señor? ¿Y cómo se escribe “Rusó”? (Bill Gates redactaba como un loco en una libreta de rayas azules con la portada del señor de los anillos).

- Claro que si. R o u s s e a u. Erre o u ese ese e a u.

- Vale, gracias. Es que luego buscamos en internet frases de esta mujer.

- Muy bien, pero no es una mujer, es un hombre. Y Woolf no se escribe Golf, se escribe Woolf. Uvedoble, o o ele efe. ¿Queréis una frase célebre?

- Si, puede decir las que quiera.

- Sólo una. El dolor siempre cumple lo que promete.

- ¿Y de quién es? ¿Cómo se llama el que la dijo?

- No me acuerdo.

- Vale, muchas gracias señor. Adiós. (Empezaron con señor y terminaron con señor. Toda una conversación de mayores).

 

Y de camino a la casa, volví a sentir, como se siente una migraña, que uno, no puede huir de la tristeza.

 

Estoy muy agradecido por todos los textos que he recibido. Aunque reconozco que estoy más sorprendido que agradecido. Me encantan todos. Es increíble ver lo que puede llegar a percibir cada uno desde diferentes rinconcitos del mundo...

He recibido 3 en inglés. Así que me toca traducir. Siento la tardanza en subir el texto, son las 2 de la mañana… pero salí a pasear largo y tendido tras la cena. Este lugar lo merece.

Muchas muchas gracias. Me alegra que os haya gustado la propuesta. Me parece que visto el éxito, tendré que repetir.

Un fuerte abrazo y feliz noche. Y descansen. Yo no dejo de intentarlo.

viernes, 22 de octubre de 2010

tic-tac

5-cup-of-bokeh

¿Te acuerdas?

"...hoy he conocido a un un tipo que parecías ser tú dentro de 20 años, la manera de hablar, de pensar , de bromear...y lo que es más alucinante, la manera de trabajar porque él es medio artista medio publicista...le hablé de ti y del proyecto que vas a empezar...

por otra parte, ayer, de camino a casa por la noche, agotada, arrastrando los pies, (no podía usar la bici, maldita la gracia),mientras más y más me acercaba a tu antigua casa pensaba:
ahora subiría, él me abriría la puerta y yo le abrazaría lentamente hasta dejarme caer totalmente sobre él, y pensé en lo feliz que me hacía haberte descubierto porque tú, sí me has encontrado...

Un beso largo

Hoy más que nunca lo recuerdo.

No me digas que no emociona:Una palabra tuya, bastará para sanarme. 
Y así fue. Debimos captar el mensaje antes, cuando 7 de los 14 planetas se alinearon y vinieron a decirnos que la fe mueve montañas. Aquí se quedron todas las fes y todas las montañas exhaustas, y me puse como un loco a vender parte de mi como quien no quiere la cosa. 
¿Cómo? Si claro, soy un chico con suerte, ¿quién dijo lo contrario? Me he pasado la vida deleitando a mis sentidos. No me quejo ni mucho ni poco, más bien prácticamente nada. Quejarse sólo sirve para demostrar que uno no está nada de acuerdo con lo que vive, y yo la verdad es que siempre estuve muy de acuerdo con lo que vivía. Lo mío fue siempre una aventura. Casi siempre me he movido por ciudades que no consideraba mías como si lo fueran. A las gentes las miraba como si las conociera de antesdeayer, con un poco más de confianza que mañana. 

Muchos pensarán que he perdido el juicio, que he dejado de prestar atención a los valores diarios de mi emocionabilidad con lo más público y privado de mí mismo... pero nada de eso... tengo los sentidos a pleno rendimiento... ahora mucho más vivaces y enérgicos, atentos y dispersos (aunque no por ello menos agudizados). Están mucho más dignificados y acordes con lo vivido y lo aún por vivir. Sigo poniéndole un empeño sobrehumano a mis tareas en la cocina, mimo con esmero todos los condimentos y las porciones de cada cual alimento. Tomo medidas sensibles y me tomo también la molestia de que todo concentre, en un resultado visual, en solo una mirada, todo el amor que se pueda transmitir mediante el color y la forma, la temperatura y las condiciones lumínicas del ambiente. El cariño es otra cosa, es un añadido más, sólo hay que dejarse llevar y todo está listo en menos de quince sabrosos minutos. 

Hay que tener confianza en uno mismo. Antes, por ejemplo, debía desplazarme dos veces en semana unos tres kilómetros río abajo para poder ver una puesta de sol muy decente y sensacional. Ahora, sólo debo estar imbécil para no sentirla entrar por la ventana muy suave. Entonces ¿qué? Me siento y diviso por encima de los tejados la maravillosa reacción de todos los objetos, que sin poder hacer nada, vuelven a transformarse una tarde más haciéndose vulnerables al ámbar y a ése calor tibio que trepa por las paredes con fragor. Esta tarde, regresando por Roma he pensado que mi mejor opción es convertirme en un pez de color verde y así teneronly one, two & three segundos de mi memoria más límpida. Y así olvidarme de todo y empezar a vivir una nueva vida de only one, two & three segundos de mi memoria más límpida. Pero eso no cambiaría nada, al contrario, lo haría aún más homogeneo todo, menos circunstancial. Y con ello mi cuerpo dejaría de tener algo de cuerpo... y ya no disfrutaría tanto de mí mismo. 

Yo sigo siendo el mismo, solo que ahora ha llegado el momento de cambiar. Y que por fin todo el mundo sea feliz sin que por ello hayan de cruzar los dedos, incluido yo, que últimamente ando montando con exceso un metacarpiano sobre el otro, y aquí la suerte no es vecina, más bien es otro deseo más. 

Feliz dia.

martes, 19 de octubre de 2010

abandonar

energy
Del modo de editar un final inesperado aunque sí anunciado, nadie, absolutamente nadie, conoce la fórmula y por ende, tampoco el resultado. Se contrae el cosmos, la piel, los órganos y los tejidos también no visibles del cuerpo y la mente, se arruga el espíritu. El de hoy es un dolor insoportable. Porque produce desazón, no sólo duele internamente, hiere. Podría decirse que uno desea por momentos que algo sobrenatural tenga lugar y que lo arrastre. Si ahora mismo fuese posible, pediría a todos los dioses de todos los elementos que la tierra me tragase. Que se tomase su tiempo, pero que me tragase y no dejara ni un solo atisbo de mi. Hacía años que no me sentía así, y la última vez recuerdo que fue por un cambio brusco de costumbres que fue  involuntario. Pero no, tampoco es comparable. Hoy es un día triste como ningún otro.
Visto así porque nadie puede nunca rechazarnos, y menos aún cuando expresamos nuestra más última y única voluntad de que todo se convierta en sonrisa y sonora paz. Si abrimos nuestro corazón y nuestro entendimiento a una persona y ésta nos rechaza, se producirá un vacío inmenso, un silencio que por momentos se hace insoportable en nuestro interior y por último una desorientación dolorosa.

Existe la falta de noción, de la necesidad de entenderlo todo de una sola vez, sin fragmentar nada. De quitarse esta dolorosa espina. De llorar un día completo si es necesario, para saciarse y no volver hacerlo en años. Aún me queda medio día.

Abandono Mérida hasta Diciembre, y abandono también ésta sensación, y abandono los espacios; me apetece abandonar muchas cosas durante una buena temporada. Estaré en un pueblecito perdido, trabajando, leyendo, dibujando, contemplando, asimilando y viviendo en un bucle, en esa pequeña superficie que se ha convertido en mi estudio preferido. También cabalgaré cada día sobre una bicicleta por senderos que no llevan a ninguna parte; eso me sienta bien.
Y lo único que me eleva ahora mismo es sentir que puedo aceptar la invitación de Marcos, para alojarme en su casa durante algunos meses. Sé que ese lugar es único, y lo sé porque es nuevo, diferente, porque tiene unas vistas imprescindibles y porque está rodeado de nuevas gentes y nuevos espacios llenos de nuevas cosas. Cosas por hacer. Pagaré religiosamente el alquiler, cocinaré cada día sin preocuparme del mañana, madrugaré cada día para trabajar después de un largo paseo matinal y viviré para contarlo. 
Lo abandono todo mientras escucho a Jorge Drexler y pienso en lo mucho que me gusta hoy el verbo abandonar, y entonces abro el diccionario y leo sus diferentes acepciones:
  1. Dejar, desamparar / 2. Desistir, renunciar / 3. Dejar un lugar / 4. Dejarse dominar por afectos, pasiones o vicios / 5. Descuidar los intereses, las obligaciones, el aseo personal o la compostura.
Creo que son las definiciones 3 y 4 las que más identifico con mi próximo abandono.
Dejar un lugar. Sí. por desamparo emocional supongo.
Dejarse llevar por afectos, pasiones o vicios. También. Porque puede que se trate de un principio de algo ya hace tiempo anunciado. 
Y para quedarme más tranquilo con mi abandono, enumero los proyectos en los que ando enfrascado. Me dispongo a abandonar de momento esta ciudad. La imagino de pronto convertida en una ciudad desamparada, huérfana, abandonada a su suerte. Y no me importa ni lo más mínimo.
Cuídense y déjense llevar por la paz absoluta. Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye, es que es soportable.
Remar.

 

lunes, 18 de octubre de 2010

que soy…

sol cmapo
Esta tarde me he tomado la licencia de descansar y recuperarme de un fin de semana lleno de altibajos. Necesitaba respirar, extender mi pensamiento a lo largo de todo un recorrido en zig zag. De repente y sin esperarlo me he encontrado esta imagen que ven. Siempre hay luz porque siempre es visible.
Entonces, después de 2 kilómetros me he puesto a pensar ¿quien soy? ¿cómo soy? ¿acaso no somos lo que los demás ven en nosotros, esa amalgama que arrastramos toda la vida sin saber nunca en qué consiste? Son los demás lo que nos forman y nos conforman, los que sostienen nuestra imagen: con ellos vivimos y somos, y con ellos moriremos cuando mueran, o desapareceremos cuando su memoria se desvanezca o nos alcance su desprecio. Pero aún así, yo me niego a rendirme a la evidencia y quiero creer que se quién soy y cómo soy.
Sé que soy moreno y mido un metro ochenta y cinco, tengo los ojos oscuros y la piel de lagartija, que jamás llevo anillos ni etiquetas, que me encantan los sombreros. Sé que me gusta beber y bailar y que mi expectación no tiene límites. Tampoco mi irritabilidad, tan intensa a veces como el temblor ante lo que amo. Sé defender una forma de vivir, de pensar y de ser pero no creo en los valores universales y eternos, ni en la moral natural, ni le veo el sentido a perder la vida por Dios, la patria o el deber u otras formas más modernas de dominar las conciencias.
Pertenezco a la reserva de quienes sólo izarían banderas si estuvieran prohibidas y, sin embargo, tengo la lágrima fácil y cualquier gesta intranscendente, cualquier estúpida heroicidad me hace llorar. Me merecen respeto muy pocas personas, admiración bastantes y ternura la mayoría. Desprecio a los traidorzuelos, a los vanidosos, a los fatuos, a los dogmáticos. El mundo me desconcierta porque no sé qué puedo hacer por paliar tanta doblez y tanto dolor y porque cada vez queda menos espacio para la libertad. No me da miedo la oscuridad pero sí las multitudes. Detesto el acordeón y el dolaje; soy intransigente y vulnerable, me gustan el desierto y la selva, la música de cámara, la ciudad, las sábanas de hilo, las moras negras y el arroz a banda. Me emocionan más los árboles que los gatos. Anhelo igualmente la fiesta y el silencio. Me enternecen los susurros y me abruman los lamentos. Arrastro como todos mi pasado y sé que el día de mañana ya es hoy. No recuerdo haberme aburrido jamás quizá porque busco en el exceso la solución a las causas imposibles.
Y sólo quisiera volver a los quince años para andar de día y de noche corriendo por las calles sin saber qué o a quién busco.

Justo cuando llegaba al coche para regresar a casa he estado hablando con un hombre que vive allí mismo, y solo recuerdo una frase que me ha dicho:
Si las cosas no se dejan hacer bien, se hace bien en dejarlas.

sábado, 16 de octubre de 2010

mi último otoño

sobrino

Para los que tenemos la curiosidad a flor de piel y nunca nos cansamos de contemplar y comparar los paisajes, las construcciones que los hombres han hecho de acuerdo con sus necesidades y el clima en el que viven, el mundo se nos ofrece casi siempre a ras del suelo, por decirlo así, de tal modo que si no escalamos una montaña o no nos encaramamos por las escalerillas del campanario de una catedral o no nos asomamos por la terraza del último piso de un gigantesco rascacielos, no tenemos la perspectiva que nos da la altura y que nos ensancha el horizonte.

Y aún así, de forma tan estática que por más que miremos y contemplemos no haremos sino ver una y otra vez el mismo panorama porque nuestro punto de mira no variará.

El cambio nos lo da el movimiento, pero lo que tenemos al alcance de la mano es el avión, aunque con una distancia de 10.000 metros, tan considerable y tan lejana que ese paisaje se convierte en una serie de pequeños puntos que se esparcen en un territorio borroso, que nos habla únicamente de la teoría del lugar, como si nos fuera dado contemplar los mapas a su escala verdadera. Si este fuera el último otoño de mi vida y si me fuera dado elegir cómo y con quién pasarlo, elegiría hacer un largo viaje en globo.

No sé qué tipo de globo porque sólo los he visto cruzar el cielo y para mí no son más que medios de transporte, eso sí, diferentes. Un medio silencioso que me permite elegir la altura y que corre por los aires a una velocidad que, intuyo, está hecha a mi medida. A la medida de mi forma de mirar y ver, de disfrutar y asimilar.

De todos modos no sería muy importante lo que yo asimilara, puesto que sería el último otoño de mi vida y nada vendría a añadir lo que yo soy más que mi puro placer de ver el mundo de una manera distinta a como lo he visto desde que he aprendido a mirar. Exigiría, esto sí, que no llevara dibujos, ni etiquetas y que tuviese un color discreto si no neutro que no asustara a las aves y concitara la furia de los elementos.

Siempre he envidiado a los pájaros, no tanto por la libertad que les dan esas alas que los llevan a donde quieren, aunque también, sino por su capacidad de asentarse en el punto más alto de un chopo y permanecer allí durante horas contemplando a sus pies lo que lo que ocurre y, en cuanto les parece que han disfrutado suficientemente del panorama, se deslizan del chopo a los hilos del teléfono o a un poste, o a la veleta de la torre más alta de ese o aquel pueblo.

Pero más aún pueden elegir la medida adecuada para controlar el paisaje y extendiendo las alas echan a volar con calma y lentitud de una ciudad a otra, del mar a las montañas, de norte a sur, de un hemisferio a otro. A veces, viendo pasar las gaviotas en bandadas lentas y ordenadas, relevándose en el primer puesto del triángulo que se abre paso en el aire, intento ver mi propia casa o el campo donde me encuentro o el fragmento de mar que desde el suelo me alcanza la vista, incrementada por la altura en la que ellas se mueven, y me produce una envidia sin límites y una sensación de libertad que difícilmente puedo tener con los pies tocando el suelo.

Montado en mi globo recorrería paisajes, cielos y tormentas sin que el cansancio me impidiera continuar. Sería testigo de todos los amaneceres del mundo y comprobaría como yacen y varían en la tierra las sombras de los árboles y los edificios, incluso ciudades enteras a medida que el sol avanza.

Recorrería los mares y contaría las olas como si fueran líneas rectas pugnando por avanzar hasta la arena y descubriría las ciudades que conozco, París, Barcelona, Roma, Estambul o Buenos Aires, atemperado el sordo rumor de sus vehículos por el viento y por el susurro que sin duda produce el paso de las nubes. Recorrería desde lo alto el trazado de sus calles, la extensión de sus suburbios, la espesura de los árboles, de sus largas avenidas. Vería transformarse las catedrales, desde la silueta lejana, en el momento de descubrirlas en el horizonte hasta un punto compacto bajo mis pies y atravesaría el espesor de los bosques de Birmania intentando descubrir qué se esconde en sus profundidades.

Me movería siguiendo el trazado de las cordilleras de los Andes o de las Rocosas y seguiría el valle del Rift comprobando la herida que provocan en la tierra. El desierto de Oriente Medio o el del Sáhara me darían el solaz para la vista y gozaría de su inmensidad dorada como si contemplara un mar de calor y de luz, buscando ese beduino y siguiéndolo para descubrir de una vez de dónde viene y a dónde va.

Las extensiones de África, sin habitantes y todavía con manadas de búfalos y elefantes, con la densidad de ciudades atiborradas de hombres y mujeres, Calcuta o Tokio, y me adentraría en los parajes de nieves eternas para ver hasta el infinito los picos blancos bañados por la luz rosada del sol, y al atardecer, me serviría un ron con hielo y contemplaría cómo se hunde el sol en el horizonte del mar o del desierto, Y con gran lentitud, dejaría que la noche cayera sobre mi y sobre mi globo hasta ver fundirse el último vestigio de luz y cuando me hubiera hecho a la tiniebla descubriría las luces de las ciudades que adquirirían el fulgor de las estrellas en una amalgama que me rodearía como en un espacio sideral.

Y tratando de descubrir las constelaciones y las galaxias me dormiría en paz hasta que, un momento antes del amanecer, el piar de mil pájaros en los árboles anuncie la venida de un nuevo día.

Pensé muchas horas en la persona que me gustaría que me acompañara, y mentalmente hice una larguísima lista de hombres y mujeres que, no hay duda, serían perfectos compañeros eficaces, inteligentes y seductores, pero me doy cuenta de que cuanto mejor fuera el elegido y mayor la avenencia, menos sería el goce que yo extrajera del viaje.

Así que decidí que montaría solo en mi globo, siempre que el manejo no exigiera un tiempo y una atención excesivos, y por tanto no me distrajera demasiado de la contemplación de un mundo tan hermoso y tan grande que ni aun con todos los otoños de mi vida tendría tiempo de verlo en toda su grandeza.

Si, iría solo y así, de paso, puesto que éste sería el último verano de mi vida, me iría haciendo con más dulzura a la soledad de la muerte.

Y sin embargo, aún debo madurar. Claro que sí, estoy dispuesto.

martes, 5 de octubre de 2010

Se traspasa

se traspasa

Después de 2 años y al filo de alcanzar las diez mil visitas, esta tarde, mientras elegía de entre las mil cosas que podría contar de éste lugar y este viaje, he pensado que es una buena idea cambiar, romper moldes, hacer una nueva apuesta: crear un nuevo blog y dar fin a éste. Creo que es la mejor idea que he tenido en todo este viaje.

Un diseño diferente, con una literatura similar pero más animado y diverso.

Me encanta la idea.

Este blog se difundió con el boca a boca, de un chico que le dijo a una chica que había un texto que había leído la noche anterior porque lo encontró en google fortuitamente mientras buscaba imágenes para un trabajo de química y lo agregó a favoritos y así se fue extendiendo poquito a poco en cada una de sus noches… Qué gran descubrimiento ha sido este espacio para muchas personas, ¿y para mi? También ha sido un gran descubrimiento este lugar. Más para mí que para nadie.

Y lo siento como mi casa, con sus cortinas verdes y su fondo de tramontana gélido y muy alegre. Pero mudarse de casa no es un mal síntoma. Significa vivir experiencias nuevas en lugares nuevos.

En el nuevo blog, en el primer post hablaré de historias que me han pasado en este y que creo que les harán reír y les emocionarán. A mi me pusieron el bello de punta en su día y aún hoy cuando lo recuerdo lo siguen haciendo. Por ejemplo, uno de los textos que escribí por marzo del pasado año, se leyó en una boda de dos visitantes que entraron por casualidad en el blog y sintieron que su texto (porque ellos lo consideran su texto aunque esté escrito por mi) debía leerse en el altar. Me mandaron un video por internet donde pude ver aquella lectura.

La emoción fue ver como un niño de 8 años leía aquel texto escrito por como si se columpiase en el parque… las palabras una tras otra… me hizo recordar el momento justo en el que escribí aquello que ahora sonaba como una música… a mi me hizo llorar de la emoción. Y tuve un agradable sentimiento de culpa, de amor y  de casualidad, para que muchas historias pasasen y este blog tenga en parte, culpa. Culpa gratuita y agradable. Hace dos años, ni me lo hubiera imaginado…

Pero el nuevo espacio también va a tener la capacidad de formar parte de las noches o de las vidas de quien lo lea y lo visite. Hay camas y comida para todos allí. Me encargaré sobre todo de que todo el mundo sonría antes de dormir, o de salir a pasear o al trabajo.

El soporte es indiferente, lo que importa es lo que se dice, ¿no?.

En el nuevo site os recibiré con los brazos abiertos.

Disfruten del mar aquellos que puedan, y los que no, disfruten de la tierra.

Tanto mar me está ampliando…

Y a ti, querido blog… que puedo decirte… gracias por soportar tantos sentimientos y palabras… espero que no te eliminen estos de blogspot…

Feliz tarde.

lunes, 4 de octubre de 2010

Tiempo de risas


Es una visita magnifica al centro de uno mismo. La película la vi anoche con Lorena, Javier y Gabriela. Lo que nos pudimos reir... 

Hoy he cambiado de lugar. Ha mejorado un poco el tiempo y me siento mucho mejor conmigo mismo.
Las ideas se van aclarando y agradezco y mucho volver a encontrarme con amigos que hacia años que no veía.

Esta noche haremos una hoguera en la playa y hablaremos de tantas cosas... Antes, esta tarde, iré a visitar la ria.



sábado, 2 de octubre de 2010

No correspondido

foto21

Esta es una de esas vistas que llevaba deseando contemplar desde hace… meses, muchos meses.

Este lugar no se ha movido de aquí, impasible al paso del tiempo, quizás por eso lo miro estupefacto, casi sin aliento. El más hospitalario lugar que haya conocido jamás, porque casi sin darse uno cuenta, forma parte de él.

Y aquí está el nuevo camino. Y esta vez no voy a desaprovechar la oportunidad de tomarlo y seguirlo.

Esta tarde he sentido el vacío. Me he sentido imbécil como nunca antes. Pero huele a cura. A sentimiento al borde de ser exterminado para siempre.

Justo aquí, a la orilla del mar, donde todo comienza y termina.

viernes, 1 de octubre de 2010

Día 1. Norte.

Es el día 1. Mi primer día de viaje.

Francamente no se donde me encuentro, si sé que es un lugar maravilloso muy al norte de mi casa...

Todo pinta muy bien. Los semafaros, las nubes, los caminos verdes y frondosos, las casas, la niebla, el quebrar de los arboles y las puertas, el gorgotear del agua en los manantiales, los animales dispersos por toda la cordillera, el rumor de las gentes...

A penas han pasado 16 horas de este viaje y ya me he sentido capaz de todo...

Este lugar no puede describirse con palabras...

Y estoy seguro de que me ayudara a expulsar todo el daño y el vacío sonoro que he traído hasta aquí.

No se cuanto tiempo estaré aquí, tampoco necesito saberlo.

Solo quería hacerles llegar que estoy bien. Y si pueden, escriban sobre la capacidad que creen ustedes que pueden llegar a tener los paisajes y los viajes para empezar de cero.

Hasta la próxima. Que no se cuando será...
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