miércoles, 15 de julio de 2009

Laughing express

La familia Muckin vivía en un barrio a 6 minutos del centro, en Greencoast, al sur de Hastings Sussex. Aquella ciudad no era rara. Era muy normal, si tenemos en cuanta que siempre estaba nublado y que tenía 6 kilómetros de costa llena de pequeñas piedras rododéndricas muy sonoras.
En aquella casa vivía Monic, Monick Muckin que tenía 26 años por entonces y chapurreaba el francés porque su abuela era francesa y estaba casada con otro francés de pura cepa y los domingos ambos iban a ver a Monic y nos sentábamos en el jardín trasero a hablar de las condiciones para viajar a un país que nunca dejará de ser tuyo aunque no hayas nacido en él.
Monic era más bien simpática y estudiaba enfermería en Brighton. Siempre que tenía exposición en la universidad al día seguiente me pedía que la escuchase y le diese algun consejo por las expresiones del cuerpo. Le gustaba repasar mientras yo me tomaba un té bien caliente. Ella hablaba y me daba un guión, se ponía en el centro del salón y articulaba una palabra tras otra. Hablaba de saludes y de modos de vida, de customizados enfermos, de tratamientos progresivos, de estados reducidos de movilidad, tantos por ciento de baremos consultados, logística sanitaria... en fin, a mi como que el tema no me interesaba demasiado.
Pero Monic era tan jovial que entretenía, y poseía una vocecilla muy enérgica y suave. Hacía sus pausas perfectas, no dejaba de mirarte a los ojos y te convencía de las cosas con facilidad aunque no supieses nada de aquello.
Un día Monic salió a su presentación. Yo me quedé metiendo los platos en el lavavajillas, hasta una hora más tarde no entraba a trabajar en un spanish bar que estaba en el old town de Hastings. A mi me encantaba ir andando por el paseo marítimo hacia el este y después subir por las fisher's houses cruzando el antiguo paso del ferrocarril.
Monic había olvidado que a su coche el día anterior no le funcionaba el ventilador de refrigeración. Hablaba de no se cuantos grados por encima de 120. Entonces le dije que había una solución. Ella me dijo que tenía prisa, que no podía ir al taller. Yo le dije que me diera cable. Solo cable. Recordaba una vez que tuve que hacer lo mismo en una situación difícil.
Ella me miró como exhausta. Estaba nerviosa, era hora de partir, habría atasco seguro en Brighton y no podía llegar tarde. No tenía cable. Pero la lámpara del comedor tenía un cable bastante largo. Lo desconecté, corté medio metro y pelé los extremos. Conecté uno de los lados a la batería y otro al casquillo de una de las luces. El otro al conector del ventilador. Le dije:. ¡¡¡¡¡Monic!!!!! on engine and turn-on the lights!! now!
Aquello funcionó a las mil maravillas. Monic se bajó me dió un beso y me dijo:- Bye God. Esta noche cenaremos fuera "you and me".
Lukas miraba desde las escaleras de la casa con su pelo rojizo y sus gafas e asta negra. Era simpático Lukas y ambos teníamos interesantes charlas sobre música.
Yo me di la vuelta y le dije a Lukas:- Lukas, menuda novedad, cenaré fuera...
Lukas se rió. Yo había cenado siempre fuera una semana si y otra no. Cuando Monic cocinaba Lukas y yo cenábamos fuera. A Lukas le gustaba que fuésemos al Spanish bar. Aprendió a decir "tapa" y ya no hubo quien se lo quitara de la boca. ¡¡Come on to tapas!!
Teniendo en cuenta que era Checo, frío como un témpano y menos hábil que un cubito de hielo, puedo decir que tuve grandes logros. Por la mañana siempre me pasaba el brazo por encima de los hombros y me pedía que le pusiese una tostada. Al día siguiente le tocaba a él claro. Le despertaba todas las mañanas con un enérgico:- Good mooooorning Luka!!! come on to taaaapas!! Se aficionó a dibujar conmigo en la playa algunas tardes que yo tenía turno libre y no iba a la academia porque estaba exhausto de tanta nube gris rondando por encima de mi cabeza.
Cuando Monik llegó a casa yo estaba trabajando. Me envió un mensaje de texto. -Wait-.
Yo estaba trabajando y esa tarde llovió a mares. Cuando empecé a trabajar en el bar allí no asomaba nadie. Era un poco triste. Gregory regentaba el bar, y no tenía ni idea de comida española. No sé cómo un día me dijo que él a la paella le echaba fideos además de arroz porque alguien de España le había dicho que era exquisito. Las tortillas de patatas las hacía Janet, una pelirroja irlandesa que trabajaba allí de camarera. La cerveza, los vinos, todo eso estaba muy bien, ¿pero y la comida Gregory?¿que mierda de comida es esta?le dije cuando pinchaba un picho de tortilla francesa con patas cortadas como bravas.
Le enseñé a economizar. Gregory, en un bar español debe haber más sal que cerveza. Si hay más sal que cerveza el cliente quiere más cerveza que sal. Si se me sala la boca ¿qué es lo que quiero Gregory?¿que es?Cerveza joder, cerveza.
Gregry se reía mucho conmigo, Y eso que me costaba hacer los chistes en inglés. A veces pensaba que si pudiese entenderme en español lo torturaría a gracias tipical spanish, porque era un tio con mucha gracia, con una risa muy contagiosa y en el fondo era sereno, como cualquier inglés de percha solemne.
Aquello cambió. Salt and peeper Gregory. Quiero pollo, alitas de pollo, con mucha "Salt" and "peeper", quiero mollejas )que allí se tiran, quiero Janet que hagas una salsa de tomate con cebolla y ajo, conpimienta cayena y laurel y que de condimento tenga mucho. Tú pruébala, y si no te gusta déjala, eso es que está bien. ¿Qué coño son estas bolitas verdes con patas cocidas que no sabe ni a agua?¿Guisantes? Joder Gregory... vaya mariconada...
El sábado era nuestro día, era cuando más gente iba al old town. La voz se corrió pronto, la gente estraba a espuertas a probar todas las tapas. Allí nadie iba a tomar una tapa, iba a probarlas todas. Le dije a Juan que me mandara en una caja farolillos de feria, enf in, todo lo que haya para dar alegría a un bar, ya me entiendes Juan, aquí no hay feria ni farolillos ni nadam esta gente parece haberse quedado helada con la Glaciación.
A los 6 dias el paquete de Juan estaba allí. Decoramos el bar, pusimos música española muy bajita, sevillanas, coplas, fandangos, bulerías... aquello se llenaba los jueves. Cerveza y más cerveza. Gregory, los vasos tan grandes y largos no te rentan, a la gente se le llena la vejiga demasiado pronto. Pon cañas ?que qué es eso? joder... espera que voy a por un vaso de caña.
Tu pones esto, y si se quejan que se quejen. Pero beben más cantidad, porque se les hace poco, y quieren más, y más. Además, la cerveza española es más fuerte, joder Gregory, un litro de aquí equivale a un botellín en España. ¿QUé coño bebéis?¿de qué animal es meado este? No es ni vuestro, es americana... ¿Budwei qué?¿Heinequé? Quita quita... tu di que solo hay cerveza española y pon las cañas.
Aquello dió una vuelta impresionante. Gregorý me triplicó el sueldo y me dijo que me quedara allí para siempre. Él quería retirarse a Donegal con su mujer a una casa que tenía allí. Y quería mantener el negocio pero sus hijas estudiaban y ninguna quería quedarse el negocio. Yo le dije que no, que para llevar un bar español en inglaterra para eso lo llevaba en España.
Eso sí, allñi con 10 cervezas has hecho el día, aquí con 60 estás ajustado.
Una caña 2 libras, en España 1 euro... ¿me quedo aqui?joder... no Gregory, no.
El caso es que Monic pasó a recogerme por sorpresa. Yo me estaba tomando unas cañas con la gente rezagada. había un inglés que decía que sabía tocar flamenco con la guitarra. La descolgamos de la pared y le dije:-Dale ahí hasta que se te borre la mano del brazo y Gregory, ponme una cerveza que ya por hoy tengo que descansar. -Okey! marchiandou unae serveseita freshquita por el camarerou!-. -Para el camarero Gregory, que no te enteras... y deja de poner ous detrás de todas las palabras en español, ¿quien te ha enseñado eso?¿yo? yo no, porque que yo sepa yo no digo:- Vamonous, ni marchandou, ni nada de eso tio-.
Vuelta a reir... desde luego Gregory era lo mejor que tenía, su sonrisa. Un poco español si que parecía, porque recibía muy bien a toda la gente en el bar. A mi Gregory me enseñó muchas cosas buenas. Inglés, sobre todo, auqnue allí me pasaba el día suspirando en español.
Cuando yo entraba en el bar le decía a Gregory:- Que pasa picha?
Y el me decia:- Náh, aquí andou.
Gregory era un personaje, y conmigo tomó vida porque es de esas personas que necesita a alguien que le motive para que él de de sí mismo lo que ni siquiera reconoce de sí. Cuando nos despedimos el último día, Gregory lloró. Yo también.
Janet era una chica de 30 años que hacía como que cocinaba comida española. Decía que desde que yo le di recetas nuevas, en su casa solo se comía cocina española.
Janet lloró y yo también cuando me regalaron un album con las mejores fotos en el bar. Yo con una camiseta del Betis y mi delantal negro y aquellos años tan maravillosos en los que uno se sentía dueño de sí mismo.
Los sábados daba clases de guitarra a las hijas de Gregory y a 2 amigas suyas. Escapaba bien, porque al final de mes cobraba por todo junto y me sentía unpoco el Julian Muñoz de la zona. Los domingos me iba a la playa de Cuckmere Haven, que era muy verde y uno perdía el sentido allí sentado si quería claro.
Monic me llevó a un restaurante que había subiendo hacia el castillo, en una enorme montaña verde desde la que se veía inundado el mar de luces de color extrañas. Allí cenamos, y ella me agradeció tener manos de santo. Yo le dije que eso venía de mi experiencia como colocador de bombas en Israel, pero que estuviese tranquila porque en su casa no iba a poner ninguna.
Monic y yo nos entendíamos bien. Ella se sentía agusto sólo con reír, y yo me sentía agusto allá por donde fuera, porque había llegado a sentir el don de la plenitud. Me importaba y mucho que pasaran las horas, deseaba que se detuviera el tiempo, pero quería irme de allí cuanto antes. Solo me faltaba un poco más de inglés en mi bandeja de salida y "off my english life", bye bye.
Asi que fuimos andando a casa, hablando en inglés, sobre mi vida anterior y la suya, sobre mi conformidad con la casa y el trato que ella me daba. Ella era dueña de la casa, pero yo sentía como si fuesemos compañeros de vivienda. Tenía todo lo que pudiera tener, y el patio trasero me encantaba, incluso con su gato vagante por entre las enredaderas (auque me gusten poco los gatos). Pero allí me sentía como en casa. Encontraba relax para leer, para pensar, para crear a veces, para tocar la guitarra y que ella escuchara desde detrás de la ventana de la cocina mientras hacía esos purés de patata con guisantes que nadie osaba comerse.
Al final desaparecí de allí. Janet me manda recuerdos todos los años, por navidad me manda una botella de vino que ella rompió una vez sin querer. Se preocupa de buscar el mismo vino y enviármelo por navidad. Monic me mandó una carta un tanto amorosa y como no le contesté no volví a saber nada de lla. Gregory me llama todos los años en octubre cuando está de vacaciones, y en enero para preguntarme si iré algún día. Me hizo caso a lo que le dije de que para tener un bar español en Inglaterra hay que viajar a España sin más remedio y aprender solo con mirar. Estuvo en Sevilla en Septiembre y decía que su bar era mejor que todos los que había allí.
Y toda esta gente en conjunto hizo que mi vida se transformase en lo que hoy soy, un amante de la buena cocina española, un manitas con esas cosas que aún no entiendo, pero que toco y funcionan (sin ser nada santo ni tener manos de ello) y querer vivir con ganas esperando un futuro que estoy seguro, me sonríe como Gregory cada mañana, como Monic cuando terminaba sus exposiciones de prueba en aquel salón luminoso, como Lukas pidiéndome una tostada...
La vida es del que la vive.

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