domingo, 18 de septiembre de 2011

Summerend

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Mi abuela decía que existe un viento tibio a media altura que anuncia el fin del verano y da entrada a un equinocio santísimo. Una falsa primavera carente de verde y sabia alguna que viene a morir bien entrado el veranillo de San Miguel.

Veranillo de San Miguel, tibio y húmedo, lleno de tardes pajizas y sombras violetas. De paisajes a través de las ventanas, en los que pueden distinguirse 54 tonos de amarillos distintos. Amarillo membrillo, paja, tierra insolvente, trigo, avena, melocotón, amarillo anclado en el horizonte ahora que ya es bien tarde, amarillo pastizal, pimiento ya muy último, hoja de abedul, almendro, castaño y frutal. Amarillo pardusco de vierteaguas en los andenes, amarillo de óxido ferroso, muy brillante, como la fachada de las casonas altas de cualquier ciudad en Septiembre. Veranillo de vuelta a casa, de libélulas azules y abejas en enjambre produciendo zumbido alrededor de las uvas redondas y tersas, dulces y jugosas.

Sólo queda esperar una tormenta, de rayos y centellas color malva, un cielo turbio muy de repente y una lluvia muy gruesa y fría que llega como un aviso ambulante. Es el summerend, el final del verano, el solsticio más odiado y deseado a la vez por muchos.
Es el momento de despedirse del polvo ya raquítico sobre las hojas, los caminos y las veredas, y de la atmósfera misma. De los vientos del sur hechos costumbre, metidos en la memoria más primera por constantes. Despedirse de las corrientes cálidas y de las bandadas de aves con su vuelo errático dirigido a ninguna otra parte que no incluya y concluya en sombra, agua, sueño y aire. De éste estado de duermevela al que un sol de justicia nos ha tenido sometidos, como se somete una boca a un beso o un viajero a su merecido descanso.

Llega el final de éste verano hecho siglo, catapulta y bálsamo. Del frío en el rostro a orillas del atlántico, las tardes llenas de sol vertido por las calles y el sueño corto por diminuto, alertados por un sofocante y sincero calor hecho siroco que sin moverse, está y nos consume odiosos. El fin de andar vagando por ahí como vaga algo que pesa poco y se evapora. Sin pensamiento ni fuerza para soportar ser abducido por las nubes o el universo mismo. 

Esl el momento de sentir una brisa distinta, que nos recuerde que una vez vivimos un veranillo de San Miguel como este. Un viento a media altura que bienpodría ser un susurro, y que todas las aves, incluído yo, encontremos al fin, un norte magnético que nos lleve hasta tí.

Sean felices.
Descansen.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Going to yendo




10 días después de aquel mar obcecado, detecto que al fin te dignaste a cumplir con la cita inaudible, y me alegro, y me enfado a la vez. Porque no existe causa más justa que una verdad que, aunque haga saltar todo por los aires y destruya lo apenas construido, es digna y manifiesta.

Después de estudiar con cuidado este caso ejerciendo a la vez de fiscal y abogado, de juez imparcial, sentencio aquello diciendo que el fallo más grande pasó por guardar solamente los momentos más gratos y olvidar los demás.

Mirarte de frente. Admito en voz alta que no pocas veces he sido tentado en coger mi esperanza y lanzarla sin más a la fosa común donde yacen los sueños que nos diferencian.

Porque a veces las cosas no suceden, y quedo perplejo viendo la forma automática de tus manos apoyadas si, ahora sobre el firme de arena de una playa cercana a un puerto marítimo, un faro y un cabo con forma de hemisferio.

Brindo por este estado nupcial de desamparo. Y prometo no denunciarlo ante ningún tribunal que no sea otro que arbitrario.

Me quedo con aquella intención de romper tus ventanas y entrar como el aire, que aunque se ha quedado en un leve soplido que sólo ha causado un repentino vaho en tu ventana, es al menos una rebelión en toda regla.

A veces nos equivocamos. Pero nos rodeamos de un halo radiante porque hallamos en la equivocación la virtud del espasmo. Y me siento satisfecho porque me llevo de tu boca huracanes, y de tu piel, vendavales hechos península. De aquel caos, queda desorden. De tus manos, un ramillete de domingo.

Que bello es sentir que uno flota. Porque dejando a un lado la gravedad, todo oscila y se hace cúspide. Y ya no se recuerda otra cosa que no sea la tarde desvivida de sus brazos. Sus costumbres...

Y mirar sin observar y ver el cielo hecho una multitud ahora gris. Y hay destellos, que vienen a llamarse centellas y dignifican esta postura mía frente a tu fe. Fe que promulga eucaristía a mi boca y me hace un poco más fuerte, más diverso.

Y ahora toca tornarse viajero y huir sin espanto. Consentir con firmeza que estos pies toquen suelo firme y dejen a un lado el carácter alado de tu siesta, la premura y la tertulia. Es hora de viajar, y no desquitarse de esta marca del asa de un equipaje en mi mano, que en mi idioma quiere decir: te añoro.

Saltaría ese castillo. Treparía torres, tímpanos, columnas y epitafios. Metopas, volutas, techumbres, murallas y marquesinas... Descansen. Traten de llegar...

miércoles, 17 de agosto de 2011

Trátame bien




Porque pintas tus uniformes, yo, digo... Que no es fácil cambiar de casa, de costumbres, de amigos, de lunes y de balcón. Después de haberte tenido a un palmo abismo del nevero, nada es fácil. Todo adquiere una dimensión diferente.

Pequeños ritos que nos fueron haciendo como somos, aquella vieja taberna a media noche, un mismo viento constante para dos, aquellas olas hechas como de otra espuma.

De vuelta, hay cosas que no arrastra el equipaje: el cielo que levanta una persiana, el olor a tabaco de un deseo más mío ahora que nunca antes, los caminos trillados de éste nuestro corazón azotado por un desconsolado viento de levante que terminó por elevarme cual cometa colorida hasta donde ahora estoy, sujeto por dos hilos minúsculos y rebozado en arena cual molusco marítimo encantado de acabar rendido en tu boca.

Esta arena en los bolsillos es tan tuya como mía.

No es fácil deshacer las maletas un día en otra lluvia, cambiar sin más de luna, de niebla, de periódico, de voces, de ascensor.

Y salir a una calle que nunca has presentido, con otros gorriones que ya no te preguntan, otros gatos que no saben tu nombre, otros besos que no te ven venir.

No, no es fácil cambiar ahora de llaves, ni de lámparas ni de cines.

Igual que ayer, hoy busco una verdad aún sin realidad; busco en la tinta verde de todo lo que escribo un planeta sin nombre o una jungla perdida que se llame igual que tú, Carolina La Amazónica, y en la que las especies sean un cúmulo circunstancial donde tu boca sea el resultado de una operación poliédrica cualquiera. Que cause cambios meteorológicos importantes, que genere contrastes en el paisaje, en las costumbres y los espacios.

Ahora siento que sólo me hace falta la noche para sentarme en las sombras, prender un fósforo y verte.

Aquella noche, que fue un río, es ahora un océano en el que me tomo la licencia de imaginarte con premura. Imagino que hay un estadio a rebosar, una lámpara que emite poca luz y al fondo estás tu, leyendo una especie de pasaporte lunar. Y sonríes con costumbres de sol en tu sistema, dejando tras de ti un halo perfumado que termina por dejarme off-side.

Siento que necesito la noche también para mirarte a los ojos y ver la cura, sentir la locura que transforma una boca, la tuya, hecha a base de reír a toda costa en mi hipotálamo. Virtud la tuya siendo infranqueable. Y mientras tanto mi deseo crece como una mancha que se expande y lo inunda todo. Como un teléfono sonando. Desde éste desayuno y tal vez la cena, las tardes, el sol ahora vertido por las calles, la gente con su fama de viandante preconfigurado. La necesidad de caminar sin saber muy bien hacia dónde y encontrarte a ti como destino principal.

La necesidad de ser necesario para tí. Y provocarte al menos 12 modos distintos de sonrisa diarios y demostrar una valía que sólo podría corresponderte a ti, porque se construye a base de ti.

Quiero poder llamarte por tu nombre completo esos días que me sienta feliz. Y llamarte Perséfone por tener el don de los solsticios y los equinocios. Que te conviertas en una parte importante de la primavera. Que sin ti no crezcan los árboles ni busquen luz las plantas ni haya verde ni clorofila que se te resista. Que si tu no estás, todo se vuelva desierto y ámbar. Y que el único resquicio de vida habite en tu boca, donde yo acuda a beber como una gacela desprovista de alimento.

Quiero ver al fin tu sonrisa como descubierta, y que ésta brisa, que ahora entra por la ventana, se convierta en tus manos y se haga bálsamo constante y fecundo. Que tus ojos suban como sube una marea, un rascacielos o una burbuja.

Quiero saber de ti, oír tu voz, abrazarte. Trátame bien. Un abrazo. Descansen.

martes, 26 de julio de 2011

Beautiness




Ring ring y después, una risa imprecisa que recuerda que el día de hoy ya nada tiene que ver con el de ayer. Como un cambio de estación repentino o el orden discordante de los libros del estante. Porque no existe una realidad si no podemos imaginarla, hoy ya, te imagino y pareces tan real y diversa...

Bella probabilidad que hizo casual encontrarte y perseguirte a deshoras con un clamor visceral, parecido a los sonidos que provienen de los animales en estampida y los mercados a rebosar una mañana de domingo calurosa y liviana, similar a las cosas que trepan por las paredes desviviéndose, a las aduanas a media noche y las verbenas de poblado en fiestas.

Causas bullicio, tumulto, estrés favorable.

Por causar causas incluso un deseo que lo inunda todo. Extraño pero intenso y fecundo. De poblarte y ser colono de tu boca, tus islas de piel. De que tus estancias favoritas pasen a ser las mías también, siendo yo Napoleón y tú un paseo fluvial difícil de conquistar.

Hay veces que, bien entrada la tarde, el cambio climático advierte que debemos vernos de nuevo casi por obligación. Huelen más las flores y se advierte una brisa voraz que terminará por envolvernos como se envuelven las dádivas, los alimentos o las manos bajo una almohada.

Suave... Así. Se desliza mi voz para intuirte y preguntarte. No me sale otro modo. Adoro tu risa y causarla.

Ella es una chica joven y realmente lo parece más aún. Es inteligente porque ríe cuando debe, piensa excelente y se nota por la mueca de sus labios y sus ojos (a la vez y en sincronía) que puede hacer feliz sólo con estar. Su cuerpo es alegre, eléctrico, y termina con una bombilla (encendida) de la que cuelga, airosa y salomónica, una cola de pelo que debe ser suave y bienoliente. Ojos vivaces, almendrados y alargados. La hacen particularmente adorable y encantadora. Tiene 3 (de tres) lunares pequeñísimos próximos a la boca. Ambos 3 sin ser ambos por ser tres conforman un triángulo escaleno (casi recto) que en la cultura oriental significa "belleza". La suma de los ángulos de dicho triángulo, coinciden con los ángulos de las comisuras de mi boca cuando sonrío. α (alfa) ~(es a) β (beta) = (lo que ella es a) coqueta. Su boca es peculiar. Parece un ingrediente, o una fruta silvestre muy madura. Si se mira fijamente (algo no recomendable para cardíacos) uno comienza a salivar, sin saber muy bien por qué dulce.

Imagíname siendo tu Doña Inés de Ulloa y yo Don Juan (Tenorio). Seguro que ahora ella está sonriendo. Es natural en sí misma, como un personaje principal, su risa, vestida de época siendo capaz de transportar a cualquier escéptico.

Imagíname sentado en un podio del paseo marítimo más cercano a tu casa. Vestido yo de época y pluma en un sombrero negro de ala amplia. A escasos dos metros por encima del nivel del mar, hay una bondad implícita en todas las cosas que desde éste lugar alcanzo a ver. Y aunque no te diviso, estás. Como está una ley matemática o geométrica, un pulso constante o un animal al acecho: recostado sobre su propia incógnita.

Si miras bien, hay una decena de personas caminando por la orilla, un hotel al fondo de la avenida y un restaurante donde yo, probablemente, cocinaría para tí abundante marisco y zumos muy silvestres.

Hay un silencio predominante, que sólo podría romper tu sonrisa. Esa que se escucha al otro lado del teléfono. Una simple mueca sería suficiente como para poner en marcha una orquesta, un florista, y un bufet a pie de playa, de levantar incluso del suelo a aquel grupo de más de 100 gaviotas espantándose de puritita envidia voraz que despierta tu boca...

Si apartas la mirada de ésta pantalla y me sonríes, querrá decir que todo va bien. Y si me besas, conseguirás, sin gastos de envío ni pago contrareembolso, hacerme, aunque solo fuese por un segundo, feliz porque sí. Porque apuesto a que tu boca es una fuente de felicidad... Y que en ello me vaya la vida si fuese necesario...

Si no produce nada, directamente no me digas nada. Haz pues como si no existiese.

Cualquiera de las dos cosas sería aceptable. Pero sea como sea, sonríe. Que ahí es donde yo gano... ¿Te toca sorprenderme? Adelante. Un abrazo. Descansen.

viernes, 22 de julio de 2011

Copina edition

Hace unos días me llegó un correo electrónico de una persona que me pedía que subiese de nuevo aquel juego que creé hace muuuchos años. "Copina edition".

Ya lo había olvidado. Pero buscando entre archivos de un viejo disco duro he encontrado el juego.

Así que espero que no sea demasiado tarde y esa persona pueda disfrutar del juego.

La verdad es que ha sido bonito recibir un correo electrónico así. 

Aquí dejo el juego y las instrucciones. 

JUEGO DE MESA COPINA EDITION >>

INSTRUCCIONES >>

(Para guardar los archivos originales y con calidad, en la ventana que se abre al pulsar sobre los enlaces, simplemente hay que ir a la esquina superior izquierda (File) y pulsar en "Download Original".

Un abrazo. Felíz día.

lunes, 18 de julio de 2011

Tuya 0%

Bienpodría haberse tratado de una noche similar a muchas otras, perteneciente o relativa a un equinocio de verano esta vez sí, más plural y sincrónico, lleno de mar y sal por todas partes. Había una brisa locuaz diseminada en el ambiente, volviendo más densa la cal de los muros y los fosfatos, la luz de las lámparas y las plazas ya apenas transitadas por un par de amantes venidos a pié de distintas estaciones con destino unos labios, una falda y un amanecer juntos hendiendo los dedos en una arena cada vez más capaz por uniforme y más firme por compacta. Y de repente se instauró la noche como se instaura una industria, una sombra o un menú marítimo a base de cosas del mar, a fuerza de sal, marea y corrientes submarinas que sólo ella y yo comprendíamos.

Dije tornar azul al menos uno de sus cinco hemisferios y de repente me vi flotando en una superficie así casi lunar, sin gravedad, que venía a ser su risa impávida y blanca estrellándose contra mi boca muy a cámara lenta. Solo su cabello negro, su mirada llena de pestañas y parpadeos y un liviano olor a piel incandescente muy perfumada a base de a saber cuántos y cuáles aromas diversos que terminaron por diseminarme en el ambiente como una lluvia inesperada de verano. Recuerdo algo de caléndula en su olor y su vestido pompoise de flores silvestres.

Sentí emerger muy de repente una boca, la suya, que casi balbuceaba entre sollozos en la puerta de aquel bar. Mientras todos entraban, ambos nos detuvimos a descifrar quién sabe qué, si los destellos de una noche que "bienpodría" considerarse la crónica anunciada de una consonancia construída a base de "te deseo por pura sucesión natural de tu misma sombra". Y sentí así por mérito y causa (de causalidad), una necesidad muy real de invadir su espacio, sentirlo temporalmente mío, como una ola invade la arena a base de impulsos regulares. Así que ocurrió, tal y como debiera, como ocurre un accidente geográfico, con sus pausas y sus hendiduras geológicas y topográficas.

Palpé su rostro, sus labios muy a merced de algo nocturno y muy exprés y su cuerpo terso como una sábana almidonada y tibia tendida en una plaza muy expuesta al sol. Habité al fin una boca dispuesta a consumirme poco a poco, la suya, que era mía por Tuya de apellido y constante. Así de similar, como un goteo constante que ofrece hospicio a las plantas y los animales, sin dejar fuera a ninguna de las especies.

Duró lo que dura un soul de sala, una ópera prima o una dislexia por compromiso adquirida a golpe de engaño. Siendo injusto pero suficiente. Mentira pero silvestre, frío pero incandescente.

Como un buen queso Epoisses, que tiene un sabor original, algo picante, acre, potente y penetrante. Que sabe a establo, a frutos secos, a champiñón, a bosque, a leche fresca, a tierra, al licor Marc de Borgogne que una vez bebí en la Bretaña francesa con Louis "El Diverso", al que apodé así porque cambiaba de opinión con cada vaso transportado. Igual, por sentir en la boca la misma intensidad, con multitud de salientes intermedios en los que se apoyan los matices. "No debe tener notas amoniacales", decía Louis. Lo que es oler olía....apestosamente, a pies, a sudor reconcentrado , a podre, lo que obliga a vencer cierta resistencia antes de dar el primer bocado. Sólo el primero, porque el epoisses no deja indiferente: se ama hasta acabarlo de una sentada, o se odia para no probarlo jamás.

Una noche epoisses, que desembocó en un día como hoy, en el que Tuya ya es mía al 0%. No queda nada. Solo un espacio baldío, y a lo lejos, una densa y amplia columna de humo muy vertical que delimita una frontera en la que ya no queda nada ni nadie. Sólo yo, repitiéndome una y otra vez a mí mismo que para vivir hay que morir unas cuantas veces...

La única verdad universal es que las cosas no son eternas y siempre suele pasar algo que te lo recuerda. Feliz noche. Descansen.

martes, 5 de julio de 2011

Tú a Toronto, yo a Cádiz

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Suenan a modo de precipicio, como industrias hechas a base de coconut, marfil en asta u otras especias más o menos afines. Como tú, a Toronto, suena a claxon, a pronto, a despedida hecha de repente, sin tiempo, a músico de manos temblonas porque tú miras, a lámpara en stand by, click - au revòir - ploc - o a carta desde lejos. Suena a mar de por medio, a multitud vestida de azul en vísperas de una fiesta inventada para que tu y yo nos veamos sin que haya un cristal imaginario.

Aquel día en que te vi llegar por primera vez un olor a libro prácticamente ya en desuso inundaba aquella habitación. Cuatro de sus cuatro ventanas estaban abiertas a cal y canto como escotillas a la mar. Y aquello debió hacer que buscases aire por doquier, azul lapislázuli, silenciosa y sigilosa, buscando agazaparte en tu asiento junto a la ventana mientras me mirabas hablar casi sin apenas interés en las intersecciones, ni en los planos ni en cualquier cosa que no fuese tu mirada perdida en algún infinito punto de una cuarta dimensión que debía estar situada en el ortocentro de aquella pizarra claudiofónica.

Me encanta verte sonreír... Creo que disfruto igual que cuando lanzo algo y causa un estrés en el paisaje, o como cuando emito un sonido y represento una emoción que crece conforme se expande la onda y regresa en forma de eco ahora menos denso, más sutil... 

Sentí algo que no olvido ni debo olvidar, cuando escuché tu vocecita pronunciando un: ¡Qué calor!, lleno de onomatopeyas mientras cruzabas la habitación en diagonal. Aquello en mi idioma quería decir: -Bienvenido-, mientras me mirabas pasar de reojo... 

Recuerdo que dejaste un olor tras de ti que no sabía si atribuirte porque justo detrás pasó alguien que vino a confundirme. Días después, en un alarde de sincronía y destreza, quise y pude volver a verte, comprobar tu olor, que venía como un tufo a modo de resplandor aquella mañana de jueves, en un pasillo, mientras hablabas, yo buscaba con la mirada la salida más próxima con vistas a la montaña. Nervioso como un animal rodeado de iones, protones y otras especias, berreando y claudicando en tu favor, rindiéndome casi a tus ojos azules, tu boca "pursuit", tu piel blanca como un invierno en Toronto, tu sonrisa amplia con los labios pegados y tu voz muy diversa y dispersa, y esa inteligencia locuaz y severa, siendo joven tú y siendo joven yo, queriendo ser tu amante por un día, sentir ahora sí tus labios como una prolongación existencial de los míos, como un injerto hecho para dar frutos más intensos, más diversos y más rojos.

Si te pienso se suceden  espasmos como circunferencias una tras otra, tangentes entre sí, siendo mayor la inversa que te toca, como una mano muy mía que jamás te tocó ni para avisarte de mi reciente llegada, ni para darte una bienvenida, ni para tan siquiera informarte de mi temperatura y otras informaciones que siendo secretas eran cuanto menos bellas.

Bellas porque yo si sentí los bellos como escarpias, la nuez como un círculo flotando en el aire sin gravedad alguna y la respiración inconstante por entrecortada y temblorosa.

Tú a Toronto y yo a Cádiz, a crear mareas que te impulsen, a lanzar al mar otros objetos de valor que ya me resultan inservibles. A establecer y estabilizar una temperatura basal similar a la tuya siendo ahora mía. 

Hay una razón fuerte, muy fuerte, que explica por qué hay tardes que tengo una fuerte necesidad de ti. Si tuviese que explicarla diría que es un conjunto de sensaciones que me llevan a, primeramente mirarte, si, así, en stand by, sin mediar palabra, solo direcciones con las pupilas, que se crucen y se toquen, que compartan un punto. Después, besarte, como sólo yo sé, tocando tu piel con la punta de los dedos de un hemisferio a otro.

Y después, creo que sólo me apetece brindar contigo, hablar idiomas totalmente desconocidos para ambos y reír con costumbres de sol.

Creo que todo se debe a que eres la viva imagen de lo que quiero ser. Esa imagen que uno desea y dibuja en cuadernos cuadriculados desde bien pequeño. Y cuando esa imagen coloreada con lápices Alpino se hace real, no hay sistema ni ecuación, ni límite que soporte el deseo in extremis de que en noches como esta, de gracias a aquella casualidad de verte cruzar, ser y estar mirándonos hasta que, por fin, tu boca acabe desembocando en la mía.

Es una sensación que no cambia, un deseo que no cesa. No me preguntes por qué.

Feliz viaje... y si te acuerdas de mi, mandarina femme, házmelo saber.

Un abrazo. Descansen.

viernes, 24 de junio de 2011

Bienpodrías

Quien sabe... Y lo digo porque cuando habla, en torno, parece como si hablasen multitudes. Con esa voz tan llena de eses y ces, poniendo a cada verbo en su participio perfecto, como bien merece. Voz radiofónica, suave y sutil, con intervalos de carácter. Llama mi atención irremediablemente... No puedo ni debo evitarlo. Es una especie de principio natural, venido como de cosas que trascienden una tras de otra. De una palabra bien acentuada a un tuyo mío paralelo para acabar diciendo sin decirlo que mi boca busca la tuya bajo este manto de agua templada que brota de la ducha. Y pienso, sin saber por qué ni cómo, que "bienpodrías" convertirte en algo imprescindible, vorazmente consecutiva, sagrada en cuanto a necesaria. Hoy no he dormido. Pero cuando lo haga, quiero, por ejemplo, despertar cerca, y escuchar esa voz en off comportándose como un hilo musical muy cerca de mi oído. Así, justo como lo haces... En realidad, soy un tipo con suerte. Mándame una señal. Es importante... Un abrazo. Descansen.

jueves, 2 de junio de 2011

¿you? woman war

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Imagínate, una noche lluviosa, muy lluviosa.

Al fondo de lo que otros vienen a llamar celular, tu voz, algo dispersa y bucólicamente bella.

Hay una razón diseminada en el ambiente, por no decir aire o epitafio topográfico en un alto u tanto alejado de la ciudad donde tu y yo éramos más tú y yo.

Entonces me pides que vaya en tu búsqueda porque tus limpiaparabrisas no funcionan y la torrencial lluvia no te deja entrever el panorama de la ciudad ya baldía por una oscuridad latente que ha terminado por cegarlo todo.

Quedamos en un bar de los que a mi me gustan. Al entrar allí estabas tu. Deseaba por momentos pedir una copa de vino y brindar por tu abrigo de lana y cuello de ondas abiertas tendidas sobre tus finos hombros. Qué hermosa eres cuando te propones fémina o lo viene a ser lo mismo, siempre.

Que delicada tu sonrisa, amplia y lugareña, como dando una bienvenida hospitalaria de recibo con causa perdida en aquellos mis labios temblorosos... Y es que contigo me vuelvo tímido cuando busco tu boca.

Siempre leías el periódico, como siguiendo una corazonada exprés de que algo habría cambiado el mundo repentinamente antes de que yo llegase y me plantase causando en tus ojos reflejo o quien sabe qué otras reacciones múltiples...

De aquella química pirotécnica de tu piel, que lanzaba siempre destellos y tics a mi nariz mordida olisqueante. Manejado por los instintos sentí siendo enero lluvioso y frio, una piel, la tuya, templada y dispuesta, perfumada y tersa cual, por qué no, pandereta o percusivo atronador de unos tímpanos que dejé a débito de un ruido venido de tu acento refinado. Que se hizo música mientras me trenzaba como una enredadera por tus, llamémoslos, vértices y otros salientes no menos cóncavos.

Cuando aquel perfume tuyo permanecía días después hendido en mis ropajes, sumergido extrañamente bajo mi fascia lata, emergiendo de a poco creando en mi fascinación.

Siendo tú genuina e inteligente, voraz y efectiva, guerrera, la mejor en lo tuyo y lo mío. Alcancé tu boca como quien alcanza una puerta tras seguir decenas de pistas sensibles a cualquier sentido.

Tocar tu cuerpo a oscuras. Oler el vapor de tu cuerpo tendido sobre el sofá. Oír la mueca de tus labios periféricos estallar contra mis manos. Degustar tu piel un tanto marítima y salina. Ver de otro modo tu silueta ante aquella lámpara.

Y es en días como hoy cuando recuerdo, por qué no, y con destreza, tu importancia.

Porque hoy un lugar me ha olido a ti.

Y pienso en cuánto me gustaría hacerte el amor sin aplausos y lanzarme al precipicio del sol entrando por la ventana, tu ventana, de una sala de estar, tu sala de estar, repleta de maravillosas luces dispares. Y tú, viéndome caer precipitado desde el sofá con tu taza de café siempre recién.

Es normal que se me olviden cosas en tu casa...

miércoles, 25 de mayo de 2011

shölk · shock

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Porque la vida comienza cada cinco minutos. Tic tac, reinicio y Au revoir Simone.

No hay certeza detrás de tanta espera. Imagina por ejemplo la acritud de unos ojos que te observan temerosos, como esperando una sanción que desemboca en la ruina, la inclinación de éste o aquel planeta venido a menos después de éstas últimas tormentas, riadas y temblores. Marte y su magnitud, sus gases y su núcleo desconocido. La relación –outdoor- de una línea elíptica que justifica con un círculo más o menos sonoro y rimbombante estos tus senos radiofónicos.

Que el estrés natura sea, como poco, la sensación ignífuga de otras tardes en las que éramos tú, tú sin mí, tú conmigo, tú y yo y éstas ganas de vivir y llegar más lejos que cualquier traición según sus dimensiones.

Que mañana despierte y haya un sol de justicia que lo arrase todo hasta detenerse en mis pies. Que vuelva a sentir como ayer fluir la distancia, las músicas y las costumbres.

Ganas de vivir…

De transformar el mal en otra cosa ya no democrática. Porque ya no eliges tú ni tu pobre idea de gobernar inundándolo todo de un fragor puntiagudo y poco sublime. -Shölk- ó -Bye bye- a aquella gloria en modo catarsis; gris y lánguida, poco lícita y sangrienta.

De activar un modo shock que me confiera la necesidad de poder despertar y hacer el amor con aquella misma ligereza a las cosas menos frías. Porque he adquirido el don de la edad de Safo, como aquel que con su boca y su sonrisa manda emancipar mujeres al desnudo en dependencia.

Apocopar con virtud de pez submarino el efecto de, por qué no, tus manos huesudas hendidas en mi espalda, perdidas sin rumbo bajo el manto espeso de mi cabello ahora sí más brillante. Suspirar y decidir por mí mismo que tras vestirme comienza una etapa donde la calle será un mapa.

Hecho de ese olor que viene como un tufo singular, del restaurant de Müller, con la misma consistencia que hará que, cuando nos crucemos por la calle, te lances a mi de un salto trapécico y te rodee con mis brazos ahora sí más elásticos mientras siento, determinante, tu respiración como una brisa acelerada contra mi cuello. Y después de eso, querido lector, pueden cerrar cualquier telón de cualquier teatro.

Descansen.

lunes, 2 de mayo de 2011

red Flag

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Te acuerdas de las dudas, dices: con una pequeña voz en off.
Descifras los orgasmos con límite mientras la pequeña luz "hard" proviene de la lámpara.
Los delgados delfines, la sal "in to the" en aquellas comidas al borde de las cosas menos frías, lo inalámbrico, lo llevado al medio, las fechas, lo térmico y lo sonoro.

Un día iré de aeropuerto en aeropuerto gritando de terminal en terminal que quiero vivir en los parques, en las franjas y en las batallas de fuego ignifugo al filo de, por qué no, tu boca por ejemplo hecha siempre de quizás en tal vez.

Quiero medir al cabo la prolongación de tu masa, aquella temperatura de tus senos radiofónicos, llegar a ser la extensión de un océano anexo al que ahora ven, por qué no, tus ojos.

Adoro esa frase que me dirás algún día mientras configuras un pastel a base de arándanos, caléndula sin ser gaseosa y trozos de fruta por qué no, macerados con clavo de Argel y vigilia de esposa vestida a rayas.

Ámame con un cuchillo entre los dientes. Aprieta.
Abrázame y conviérteme en rododendro transformado, en cubo de Soma, en cosa poco hecha con vértices, en bandera roja semitísica.

Luego, saltaré y me zambulliré in extremis siendo tu, a penas en el aire, la única solución posible.

Descansen.

Feliz noche.

martes, 19 de abril de 2011

Laughing day

Les dejo algo que me ha hecho reír muchísimo.

Disfruten de la tarde.
Rían.

martes, 12 de abril de 2011

¡Mira!




-¡Mira! ¡Un avión! ¿Nunca te has preguntado quien viaja dentro de esos aviones que surcan el cielo?.-
-No.-
-Bueno, no importa. Yo lo haré por ti. Tú limítate a quererme.-

lunes, 11 de abril de 2011

Motion & emotion



Parece que sonríes. Y me gusta.
Como una historia venida a mas. Un desliz de proporciones gigantescas. El habitáculo minúsculo de una bondad que nace de un mas allá conocido por todos. Un emblema singular que hace de la tarde un precipicio desde el cual ahora uno puede planear con un par de alas y tomar tierra una vez pasado el ciclón, el torbellino menguante con forma de cáscara cicloide. Que se ilumine con fulgor la etapa en la que fuimos parte abrupta de un ¿Y ahora qué? y salten chispas de tu cuerpo flagrante tendido y hendido. Apocalíptica tú, bella y desenfadada. Amor mio. Desdén de a poco.

Amplías tu amplio espectro con carreras lunares hacia un punto ilimitado del espacio exterior. Y eres si bien, un satélite que adora las ondas hertzianas y da vueltas regulares a otras cosas que siendo objetos bien podrían ser planetas, y sin embargo me besas con costumbres de sol en tu sistema sin tener en cuenta a veces el poco oxígeno que traes tras tus carreras persiguiendo mariposas y otros insectos. Saltas como ingrávida hasta que te afecta la pesadez de tu propio cuerpo.

Mi "gordi".
Willfree.
Milita.
Zipi.
Spuknik.
Hociquito. ...

Eres la parte biensonante de cualquiera de las muchas tardes en las que, si, en efecto, lamiste mis lágrimas y ocupaste con regocijo un espacio helado. Gracias por convertirte a veces en una persona locuaz que mira, observa, contempla y decide. Manteniendo tu postura animal. Siempre has estado ahi, haciendo cada día más evidente que tu estancia a mi lado es ya un hecho imprescindible. Nunca leerás este texto, aunque si has visto tus fotos mas de una vez en la pantalla y levantas tus orejotas y después me miras con ojitos de orgullosa repipi por ser tan fotogénica y bella. Eres dispar y automática a veces, y haces cosas que me hacen pensar que eres un ser divino, además de sagrado por ser una criatura de la naturaleza que nada tiene que ver con dioses ni conceptos erguidos en episodios surrealistas de una vida que ya jamás viviremos, ni tu ni yo ni nadie que se lo proponga.

Porque parece que yo te salvé la vida un día, hace ahora justo un año, cuando evité si o si que te sacrificasen porque eras un ser inútil para alguien que desafortunadamente no vió que el inútil era el. Y hoy resulta que eres tu quien a golpe de a poco me has ido salvando la vida de escollo en escollo. Porque das un calor que a veces me asusta. Porque me besas con cuidado. Porque me hablas en un código que a veces entiendo y comparto. Porque cuando eres feliz me haces feliz de manera obligatoria. Porque eres movimiento y emoción. Bienvenida a mi vida, Sita Sonrisas.

martes, 5 de abril de 2011

Powerfull (Risas)

Hacía tiempo que no me reía con tanta intensidad.

Es que me sale una risa inteligente, diferente al resto.

Quería compartirlo con ustedes.

Disfruten. Feliz tarde.

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