miércoles, 24 de agosto de 2011

Going to yendo




10 días después de aquel mar obcecado, detecto que al fin te dignaste a cumplir con la cita inaudible, y me alegro, y me enfado a la vez. Porque no existe causa más justa que una verdad que, aunque haga saltar todo por los aires y destruya lo apenas construido, es digna y manifiesta.

Después de estudiar con cuidado este caso ejerciendo a la vez de fiscal y abogado, de juez imparcial, sentencio aquello diciendo que el fallo más grande pasó por guardar solamente los momentos más gratos y olvidar los demás.

Mirarte de frente. Admito en voz alta que no pocas veces he sido tentado en coger mi esperanza y lanzarla sin más a la fosa común donde yacen los sueños que nos diferencian.

Porque a veces las cosas no suceden, y quedo perplejo viendo la forma automática de tus manos apoyadas si, ahora sobre el firme de arena de una playa cercana a un puerto marítimo, un faro y un cabo con forma de hemisferio.

Brindo por este estado nupcial de desamparo. Y prometo no denunciarlo ante ningún tribunal que no sea otro que arbitrario.

Me quedo con aquella intención de romper tus ventanas y entrar como el aire, que aunque se ha quedado en un leve soplido que sólo ha causado un repentino vaho en tu ventana, es al menos una rebelión en toda regla.

A veces nos equivocamos. Pero nos rodeamos de un halo radiante porque hallamos en la equivocación la virtud del espasmo. Y me siento satisfecho porque me llevo de tu boca huracanes, y de tu piel, vendavales hechos península. De aquel caos, queda desorden. De tus manos, un ramillete de domingo.

Que bello es sentir que uno flota. Porque dejando a un lado la gravedad, todo oscila y se hace cúspide. Y ya no se recuerda otra cosa que no sea la tarde desvivida de sus brazos. Sus costumbres...

Y mirar sin observar y ver el cielo hecho una multitud ahora gris. Y hay destellos, que vienen a llamarse centellas y dignifican esta postura mía frente a tu fe. Fe que promulga eucaristía a mi boca y me hace un poco más fuerte, más diverso.

Y ahora toca tornarse viajero y huir sin espanto. Consentir con firmeza que estos pies toquen suelo firme y dejen a un lado el carácter alado de tu siesta, la premura y la tertulia. Es hora de viajar, y no desquitarse de esta marca del asa de un equipaje en mi mano, que en mi idioma quiere decir: te añoro.

Saltaría ese castillo. Treparía torres, tímpanos, columnas y epitafios. Metopas, volutas, techumbres, murallas y marquesinas... Descansen. Traten de llegar...

3 comentarios:

Sandra dijo...

Esto es para quitarse el sombrero... O sea yo es que definitivamente me quedo sin palabras...
Como puedo conocerte? Que tengo que hacer? Donde tengo que ir?
Que me cojo la puerta y me voy pero ya...

Un beso enorme hombre perfecto...

Anónimo dijo...

Bonita canción esa. Creo que ya en su momento te recomendé el disco completo... Me gusta que te guste, me gustó aquella tarde compartida vía cibernética. Siento ser tan... así... de verdad.

Anita dijo...

este texto josé me llego a lo mas profundo de mi ser, está realmente bello mi lindo besos cuídate :)

Free counter and web stats