domingo, 30 de agosto de 2009

Ces't fini | Je ne suis pas bête

Eran alrededor de las 2 de la mañana de ayer y tengo que reconocer que me fui a la cama repitiéndome a mi mismo unas 43 veces que yo esto no me lo merecía.

Me tumbé bocarriba y crucé mis manos tras la nuca, pronto tuve que arroparme porque sentía que el cuerpo se me entumecía a causa de un fino hilo de aire muy frío que entraba por la ventana acompañado de una retahíla de sonidos venidos del fondo de la calle, como muy entrecortados y soporíferos. El resultado de un verano venido a menos.

Pero aun así me costaba dormirme. Me costaba hacerme a la idea de que el resumen de estos 5 meses se quedó en 2 frases que corrían hacia mi como unicornios en estampida, provistas de un estupor muy desagradable que me llegó hasta la garganta y ahora si, iba ascendiendo hasta la cuenca orbital de los ojos como impulsos. Me sentía el pulso en los párpados, me temblaba la voz interna, esa que a veces habla por sí sola repitiendo muchas veces una cosa que solo uno mismo puede escuchar.

Bendita esa voz en off que anoche vino a decirme conclusiones muy lineales. La tendencia de un barranco visto desde arriba con un fondo muy lejano, empezó a aplanarse y el rumor de Casiopea ahora lo veía de frente, ya no tan infinito sino más cercano. Vi un destello de lucidez, sentí que había perdido el honor, que había lamido el suelo con todas y cada una de las papilas gustativas que eclosionan en la lengua aun con gusto a ron que bebí mientras miraba las estrellas junto a un astrónomo tildado de loco porque quiso una vez expirar polvo irradiado por un cometa en la noche de su aniversario de boda. Me equivoqué. Tomé el camino equivocado, y asentí con la cabeza como asumiendo el error.

Ya eran las 3 de la mañana. Y vi el error, ahora si, con forma, vestido de martes, con un reloj que marcaba todo el tiempo que había perdido. Hora tras hora, minuto tras minuto, segundo tras segundo, asi hasta 168 días. Me dolía cada sonido de la aguja golpeando en forma de tac muy sonoro, más aún porque todo estaba vacío y el eco se hacía cada vez más importante y sobrevolaba el ambiente unas 3 veces rebotando de lugar en lugar, de muro en muro. Y ahora ya no veía ni esa foto en la que sostenía una cometa, ni aquella de tonos muy malvas en el cuello, ni esa otra en la que saltabas con un parque de fondo y esas gafas de sol que siempre te quedaron muy bien. Aquello estaba todo vacío, no había ni soportes, ni rastro de ninguna imagen transferida. Tal y como querías ví el paisaje de estos 168 días, con sus 168 noches y media, porque a eso de las 4 y media conseguí alcanzar el sueño, y al despertar hoy, he dejado de sentir el reloj, he obviado que existen imágenes en las que tú eras feliz y he escuchado la radio mientras desayunaba.

A fin de cuentas no esta tan mal asumir que vi cosas donde no había nada, que sentí donde no había sentimiento, que hurgué sensiblemente en roca y por lo tanto no hice agujero, que me emocioné cuando no había emociones, .

Realmente llegué a la conclusión más purificante, me hidrató incluso la mente, una solución termal que debía llevarme a otra nueva etapa donde ahora yo no fuese un personaje secundario, sino una mujer vestida de rojo tomando alguna bebida isotónica después de subir unas escaleras que me llevarían a casa una tarde de domingo.

Y sin embargo ahora me pides que me comporte como una persona normal. Normal… para mi comportarme normal es lo mas sencillo, lo más accesible. Si estuve aquí todo este tiempo es porque crei en una idea. Porque sentí que querías que estuviese, porque ví la oportunidad de acercarme. Pero me equivoqué

Ahora si voy a comportarme como una persona normal. Y por supuesto, la cometa me la quedo. Es síntoma de felicidad sostenida.

Ahora si.

Esto no es lo que parece.

1 comentario:

andrea dijo...

te lo dije... y eso que no soy adivina.
No te merece, te lo digo yo.
Venga guapo!a que esperas?contestame!
besitos!!!

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