lunes, 18 de octubre de 2010

que soy…

sol cmapo
Esta tarde me he tomado la licencia de descansar y recuperarme de un fin de semana lleno de altibajos. Necesitaba respirar, extender mi pensamiento a lo largo de todo un recorrido en zig zag. De repente y sin esperarlo me he encontrado esta imagen que ven. Siempre hay luz porque siempre es visible.
Entonces, después de 2 kilómetros me he puesto a pensar ¿quien soy? ¿cómo soy? ¿acaso no somos lo que los demás ven en nosotros, esa amalgama que arrastramos toda la vida sin saber nunca en qué consiste? Son los demás lo que nos forman y nos conforman, los que sostienen nuestra imagen: con ellos vivimos y somos, y con ellos moriremos cuando mueran, o desapareceremos cuando su memoria se desvanezca o nos alcance su desprecio. Pero aún así, yo me niego a rendirme a la evidencia y quiero creer que se quién soy y cómo soy.
Sé que soy moreno y mido un metro ochenta y cinco, tengo los ojos oscuros y la piel de lagartija, que jamás llevo anillos ni etiquetas, que me encantan los sombreros. Sé que me gusta beber y bailar y que mi expectación no tiene límites. Tampoco mi irritabilidad, tan intensa a veces como el temblor ante lo que amo. Sé defender una forma de vivir, de pensar y de ser pero no creo en los valores universales y eternos, ni en la moral natural, ni le veo el sentido a perder la vida por Dios, la patria o el deber u otras formas más modernas de dominar las conciencias.
Pertenezco a la reserva de quienes sólo izarían banderas si estuvieran prohibidas y, sin embargo, tengo la lágrima fácil y cualquier gesta intranscendente, cualquier estúpida heroicidad me hace llorar. Me merecen respeto muy pocas personas, admiración bastantes y ternura la mayoría. Desprecio a los traidorzuelos, a los vanidosos, a los fatuos, a los dogmáticos. El mundo me desconcierta porque no sé qué puedo hacer por paliar tanta doblez y tanto dolor y porque cada vez queda menos espacio para la libertad. No me da miedo la oscuridad pero sí las multitudes. Detesto el acordeón y el dolaje; soy intransigente y vulnerable, me gustan el desierto y la selva, la música de cámara, la ciudad, las sábanas de hilo, las moras negras y el arroz a banda. Me emocionan más los árboles que los gatos. Anhelo igualmente la fiesta y el silencio. Me enternecen los susurros y me abruman los lamentos. Arrastro como todos mi pasado y sé que el día de mañana ya es hoy. No recuerdo haberme aburrido jamás quizá porque busco en el exceso la solución a las causas imposibles.
Y sólo quisiera volver a los quince años para andar de día y de noche corriendo por las calles sin saber qué o a quién busco.

Justo cuando llegaba al coche para regresar a casa he estado hablando con un hombre que vive allí mismo, y solo recuerdo una frase que me ha dicho:
Si las cosas no se dejan hacer bien, se hace bien en dejarlas.

5 comentarios:

Claudia C dijo...

que bonito jose.....
Me siento fatal.
Necesito hablar contigo de verdad...
Un beso

Anónimo dijo...

eso te pasa x bocazas!

Martina dijo...

A mi me encanta este texto. Que simple y que bello.....

Cada día me sorprendes mas y mas. Lo tuyo no parece tener limites.
Noto como si hubieses entrado en un momento perfecto en el que te inspiras todos los días con una literatura genial.

Delicioso.
Un beso enorme

Anónimo dijo...

más te vale no tener ni una sola palabras más, no eres nadie para hacer eso ok?

Marcela dijo...

Quien soy..... que lindo.
Me encanta usted cada día mas, como es, como se expresa. Es cierto que una no puede cerrar los ojos para dormir sin pasarse por aqui.
Un gran abrazo.

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