martes, 30 de noviembre de 2010

lovely



Llueve. Llueve y no parece que vaya a parar.
Que bella opción no reprimirse. Y tomar como referente esta o aquella nube que en minutos habrá sido transportada y dejará de ser visible para, ahora si, ser la razón homónima del descanso pituitario.

Brotar. Saltar al vacío desde el vértice de un dodecaedro. Aplicar la fuerza geométrica del espasmo que ocurre al despertar recién. Cumplir con la promesa de hendir mis dedos en tu carne espesa y trazar diagonales de una esquina a otra para con tus pupilas.

Que bello resulta tomar un té. No lo sabía, pero te ofrezco un chocolate bien caliente que en mi idioma quiere decir bienvenido.
Resumir con creces una historia que nunca debió darse es apocopar el quiste con palos de ciego. Y de repente un día aparece alguien que viene a decirte que todo ha sido catastrófico, pero que por suerte, va a mostraste otras realidades bien distintas y mas acordes con lo que un día fuiste.

Hecho de amor y de casualidad. Como las canciones, los aromas, los perfumes o las estampas. El momento en el que alguien, viene a decirnos que todo, absolutamente todo, va a tomar un sentido distinto.

Es entonces cuando quiero cerrar los ojos y recorrerme una pista de baile clásico imaginaria y bailar, sintiendo el transporte de unas sandalias aladas sobre el parket y que un zumbido muy universal venido de la música me convierta de nuevo en lo que ya soy y nunca mas volveré a ser.

2 comentarios:

María Salamanca dijo...

Esto es maravilloso. Me encanta la sensación que me deja este texto...
Que bonito imaginar esa sensación que te invade en este momento...

Un beso guapo.

Juan dijo...

Chevere el texto de hoy. Cuando se complica la hora de conectar los sentidos. Pero cuando se consigue, llega el momento de reconocer que usted si que sabe...

Un abrazo.

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