Ahora llueve fuera y nos nos damos cuenta del diluvio, pero está ahí, como puestecito en una taza muy universal.
Hay una especie de presión en el aire, como cósmica, y se mueven y arremolinan las ramas y las hojas de los árboles. Casi no respiro. Ver donde no había. Decrepitar sintiendo a su paso una cascada de algo multicolor. Y te escribo te quiero en el vaho del cristal de una ventana muy pequeñita, y por la T se puede ver la ciudad que tú has perdido.
Después la calma.
Espera a que venga un sorbo express de otra boca ajena y que embriague las horas más imposibles que quedan aún por llegar.
La física de elegir un mal momento.
Y de fondo suena este tema en un gramófono del siglo diecinueve, y te hace llorar como si no fuera contigo.
Bendita circunstancia. Y un pájaro te lo dice al oído, muy bajito:
-Inoportuna-.
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