lunes, 20 de septiembre de 2010

sugar free

sobrino

Queridos alumnos de la Universidad de Bio Bio: Bienvenidos.

Hará un año el profesor Ramírez me propuso escribir en mi blog regularmente a partir de mediados de septiembre y hasta diciembre con la idea de realizar tareas conjuntas con ustedes en este último trimestre en el que entran. Me encanta comunicarles que es este, a partir de hoy y para siempre (una vez termine el curso también), el lugar propicio en el cual ustedes se expresen, coincidan y discrepen, se emocionen, rían, lloren e incluso se ofendan a veces aunque no haya motivo aparente alguno. No duden en ningún momento. La duda es sólo buena cuando el fin de la misma es justificable y no distorsiona la realidad. Recuerden: realidad solo hay una, una de unicidad. Y no es tergiversable, dual ni por lo tanto ambivalente. La realidad es simple. Por lo tanto todo es simple.

Es un placer un año más ser el que prende la mecha, el que hace de sol naciente, el que prepara y dispone la mesa para que ustedes coman. Y con comer me refiero a que lo hagan engullendo con las manos si lo desean, que lo degusten todo (no me cabe la menor duda de que lo harán) y sobre todo que entiendan mi posición de humilde y llano escritor que únicamente creó este espacio para expresarse consigo mismo y para con los demás en un alarde de afinidad con lo que me rodea dentro y fuera de mí mismo. La finalidad era escribir para entender quien soy y las palabras que me conforman.

A la par por lo tanto, quien lo lea, descifrará en gran medida quien soy, y me conocerá en gran medida.

Porque es cierto que nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos y desde que el ser humano comenzó a comunicarse con “gestos y gruñidos”, el que no se comunica para con los demás es porque no quiere.

Herramientas siempre hay, desde el propio cuerpo con su expresión corporal, hasta la fonética, el trazo, el clic y las muecas. Todo vale, solo hay que querer.

Todo está perfectamente dispuesto.Solo falta conjugar los elementos y vivir.

Notarán que mis escritos son poco rigurosos. Es una amalgama de circunstancias. A veces imaginadas (porque la imaginación también supone un proceso de comunicación importante) y otras veces textos reales que derivan en formas de expresión literales. Tanto como la vida misma siempre bajo una fotografía que lo condensa todo.

Supongan que las fotografías que van a ver encabezando los textos son las muecas, ese gesto que yo desde aquí no puedo trasladarles (qué mas me gustaría a mi).

Sepan que suelo expresarme con tranquilidad. A veces notarán el ritmo literario un tanto acelerado. Otras veces me sentirán simplemente feliz (suelo estarlo muy a menudo). Triste es probable que también, quien sabe. De todos modos, sea cual sea mi estado, ustedes no me tomen en cuenta el desequilibrio. Siéntanse cómodos, y sobre todo, rían. Eso hará entender mucho mejor el contexto.

Hablando de contexto. No siempre escribo en el mismo lugar. A veces lo hago muy por encima del nivel del mar y otras veces justo a 0. A veces rodeado de océano y otras veces de tierra. Es importante saber desde dónde se escribe (a veces les daré pistas topográficas). Igual que es importante entender que la Ópera de Verdi “Aída” (por ejemplo) fue creada bajo un enorme ventanal con vistas al Cairo. De no haber sido asi, no tendría tintes egipcios que era lo que deseaba el virrey de Egipto que la encargó.

Todo lo que se crea debe ser entendido tal y como fue creado. Es la propia naturaleza de la circunstancia. El amor, aquella cita inolvidable con la mujer de sus vidas, un domingo, la tarde en la que miras al horizonte… son circunstancias que con el tiempo recordamos con la misma sensación con la que fueron vividas. Y la adaptación a todo lo que nos rodea es siempre el mejor remedio para la supremacía de lo que somos: seres humanos con la capacidad de ser seres humanos. Nada más. Cada cual que piense en sus capacidades y en esa medida será un tipo de ser humano u otro.

 

Hoy comienzo con un breve texto (la presentación me ha robado tiempo y espacio). Pero les permitirá trabajar creo con bastante acierto.

Hoy he soñado algo que vagamente recuerdo.

Cuando soñamos (se dice que se sueña siempre pero no se recuerda al despertar) lo hacemos empujados por preocupaciones recientes, sucesos o circunstancias muy vividas por nuestro subconsciente (y nuestro consciente).

Podría decirse que somos seres atolondrados que nos pasamos la vida soñando sin saber muchas veces lo que soñamos. Hay que tener por ello una capacidad firme: la de soñar despiertos. Para ser conscientes de lo que nos aturde de verdad, de lo que nos conmueve, nos excita y nos enfada. De lo que amamos de verdad y de lo que no amamos en realidad. Es mas que necesario ser conscientes de nuestras premisas.

El mensaje debe ser siempre claro: nosotros somos dueños de nuestros sueños. Creamos la circunstancias, somos el cldo de cultivo.

Depende de como vivamos y de qué, así soñaremos. Y soñar además de ser gratuito es necesario.

Quien no sueñe es cierto que descansará mucho mejor. Pero quien sueñe habrá vivido una vida en off.

Ese problema que no solucionamos hoy, en el sueño si podemos darle solución. Heróica a veces incluso. El sueño nos ayuda a proyectar comportamientos y actitudes, nos permite vernos en situaciones en las que nunca nos hubiésemos sentido involucrados. Yo por ejemplo he domado a una pareja de leones de la sabana africana estando yo desnudo. He pilotado un avión de enormes dimensiones en medio de una tormenta en el pacífico. También he volado y he visto a vista de pájaro ciudades que ni si quiera existen. Quiere decirse que mi yo más automático y subconsciente vaga por ahí haciendo cosas que yo nunca podré hacer conscientemente.

A mi me encanta escuchar música en directo en cualquier lugar, preferiblemente las calles, los cuartetos de cuerda o de viento, los acordeones, los teclados la percusión y demás artefactos. Eso es soñar despierto.

Y me gusta porque veo el gesto implícito y eso me hace feliz. Siento felicidad porque yo también me siento inducido por lo que escucho, veo y padezco, y por eso puedo decir que siento. Y esto en suma es lo que me ocurre con una panorámica de la ciudad donde vivo, con un atardecer o con cualquier cosa que haga vibrar mis sentidos.

 

Los sentidos son una base sólida con la que todos nacemos. Unida a ellos está siempre la sensibilidad, que digamos que viene a ser el clúster, el microchip.

Cuando estamos despiertos nos aturden cosas, pero cuando dormimos, lo que nos aturde, se termina y se disipa con un olor a café, con el ruido del tráfico en las avenidas y el rumor de las gentes saliendo de sus casas.

Sean osados, sueñen.

 

Un fuerte abrazo a todos los alumnos que aun habiendo terminado el curso el pasado año, siguen visitando el blog y haciendome llegar todos esos correos tan maravillosos. Muchas gracias.

4 comentarios:

Martina dijo...

Aló. Mi nombre es Martina y estoy impresionada con usted y su blog.....Veo que el profesor Ramírez tenía razón. Me encantan muchos de sus textos.
Un fuerte abrazo

Juan dijo...

Hola mi nombre es Juan. Comparto con Martina, muy chevere este espacio.Es un placer. Nos veremos por acá frecuentemente.

Un abrazo

Marcela dijo...

Hola, soy Marcela.
Me he leído más de 20 de sus textos y me encanta, no puedo parar de leer. El del dog es relindo!!!
Me parese que usted me va a caer muuuuy bien.

Un beso.

Marcela.

Julia Arpón dijo...

Que lugar tan especial... me va a encantar trabajar con vos. Veo que sos especial

Gracias por su bienvenida.

Una pregunta,¿El de la foto sos vos?

Un abrazo

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