martes, 27 de octubre de 2009

imagínate: fall in love


Me encanta cuando sonríes, pero hazlo más íntimo, más bajo... porque podrías despertar al mundo...


Qué manera tan linda de comenzar...


Acabo de llegar y tengo 100 minutos exactos para contarte, a ti y al resto del mundo, que soy la pura sucesión de tu sombra y el epílogo de lo que un día quise ser y por no estar tu, no fui.
He elegido el mejor lugar que recordaba para hacerlo, este espacio con vistas a un mar que si, está a 800 kilómetros, en un lugar muy al norte de tu casa, pero pensando en ti todos esos lugares lejanos ahora están como una alfombra bajo mis pies y no distan, puedo ir de uno a otro sin parpadear ni una sola vez.

Y si tu supieras que esa rapidez en los viajes la causas tu... Voy montado en una nube express que no echa humo pero que me permite estar en todos sitios a la vez... como buscándote...

Llevo pensando toda la tarde en éste momento, tras la ducha, deshacerme del triste traje de viajero y sentarme aquí como un cosmos elaborado para inducirme al universo y que me lleve hasta ti. 

Predomina como siempre, en éstos últimos días, el silencio y una pequeña estera de pequeños gritos emitidos desde la boca de pequeños grillos escondidos en uno de esos lugares en los que yo habité una vez. Suena también la Vía Láctea como un trombón muy afinado que me recuerda a la espuma y muy al fondo creo que escucho tu sonrisa, que aunque lejana, puedo palparla y convertirla en mil y un deseos por verte...

En la vida, como en el mar, siempre hay un giro o un soplo de brisa  inesperada que impacta en las velas del barco y cambia su rumbo, generando así una nueva ruta que nos lleva a conquistar nuevos mares y nuevas penínsulas, y hay espesos bancos de niebla tras los que desearía encontrarte a ti, envuelta en una cortina blanca natural que a tu paso se evapora.

Porque tu cuerpo es al mar, lo que mi deseo es a tu península en forma de piel consagrada.

Eres un golpe de brisa. Una península nueva. Una corriente marina cuyo arrastre me beneficia. Húndeme. Sácame a la superficie. Tambaléame si quieres. Puedes incluso ahogarme si de esa falta de aire es causante tu boca...

Te me muestras casi perfecta. Tu rostro inspira soles muy intensos, irradias una paz que puede incluso untarse en tiernas rebanadas de pan como recién hecho, tu cuerpo lo imagino como un lienzo cuyo pincel sea mi boca, tus ojos parecen un área de descanso de una autopista al norte de Islandia, son amplios e inmensos, y por un momento siento que me gustaría sentirme siempre vigilado por ellos...

Esta tarde, mientras imaginaba formas y contextos, he pensado en rodearte con mis brazos más de cien veces. He sentido deseo expreso de tocar con la punta de mi dedo índice tu nuca mientras te canto una milonga paraguaya tan bajito que pudieras incluso dormirte. He imaginado tu sonrisa otras tantas veces y la temperatura que tendrá tu cuerpo cuando esté a sólo un milímetro del mio.

Me imagino a veces desnudo, brotando de tu pecho hediendo a arándanos mientras publico una nota de prensa en la que dimito como ser humano y me paso al bando de los seres irracionales que no saben limitar el amor por las cosas, y que no conocen otra cosa que no sea tu mano extendida.

Porque en tí no veo límites ni fronteras. Veo una inmensidad casi universal, y todo lo que brilla alrededor son espasmos de luz muy blanca que viene a decirme que, después de ti, quizá ya no haya nada...

Siento que me encantaría verte dormir, despertarme junto a tí cualquier mañana de un mes cualquiera y de un año cualquiera, mirarte detenidamente, calcular los hemisferios del mundo en el que habito, acariciar tus labios con la punta de mis dedos y salirme de repente de la cama sin hacer ruido alguno, dejando el edredón tal y como estaba, las arrugas y las costuras, y prepararte un desayuno cuyo huésped sea un zumo de arándanos recién exprimido, con un café que huela a eternidad y galletas con sonrisa de mantequilla. Y verte sonreír con costumbres de sol en tu sistema.

Qué genialidad sería decir que, por ejemplo y de forma matemática, tú eres a mi lo que Augusto era a Emérita, por darte una pista.

Desde luego las tardes, desde que estás tú, son como pequeñas vidas no vividas antes. El olor a forma no queja, mantiene erectas las últimsas funciones en aquel teatro desde el sol que viene dado de tu mismo rostro.

Los geles, las transaminasas, aquellas aves de rumor, los pacientes y los enamorados, las ceremonias y aquel imaginate "fall in love".

Los fondos y las tragedias, el sexo inspirado como de un caracol, aquello que hoy me hace más parte de ti, de tu pueblo, de mi propia ignorancia cuando te veo remover los pies cuando imagino universos levantados como polvo desde tus tacones.

Y esto a lo que tú llamas octasílabo para mí no es otra cosa que circular en torno a ti, como aquellas cosas menos distintas, inventarme una música o informarte mediante códigos inscritos de que, en cierto modo, te necesito tal y como eres.

Los gemidos, las faltas, las cosas tuyas más bellas, como tus cuerpos diferentes cada mañana y sus diferentes temperaturas.

Hoy, y todos los días quiero té, té no promiscuo, inhibido, inducido en "close", como en mariposas distingo diferentes dioses alados que tú me generas una y otra vez.


Empiezas a ser una parte importante de mi.

Quiero amarte sobre trenes que me lleven al pacífico. 



Y en ellos viajar y no contaminar... 



¿Y si te digo que, como aquel grano de arena, me encantaria formar parte de tu colosal arquitectura?


Contéstame antes de media noche, te esperaré despierto.









2 comentarios:

Anónimo dijo...

hasta me ha dado envidia no sentirme asi

esther dijo...

Por dios!!! pero que es esto? sencillamente maravilloso... me gustaria saber quien es ella. La verdad es que me gustaría ser ella... no te conozco pero..... me haces sentir como si te conociera de toda la vida.....
pareces de cuento...
Me he leido 6 textos ya y no puedo parar!!!!
:)
besos...

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