miércoles, 6 de mayo de 2009

slow metabolism | off my life

Debí aprender y practicar no sé cuantos idiomas para comprender que yo ya no formaba parte de nada tuyo. Al fin y al cabo es una manera de tener que retroceder otra vez en el tiempo y volver a sincronizarme con mi vida más mia y anterior.

Ayer mismo me despedí del amor de mi vida. Debió decirme "von voyage", quizá arrivederchi o no recuerdo si mas o menos tchüss en un alemán muy rígido y sin faltas de ortografía.
Los amores de nuestra vida son aquellos que uno siente tal así, es decir, aquellos que marcan un antes y un después, esos que despiertan el interés por textos de ciencia y química, amor por las cosas de tamaño menor que una micra, pasión por esos pequeños sorícidos que cuelgan de las paredes de nuestra imaginación, esa remota que pone todo el cuerpo en stand by durante minutos sin que ni un solo úsculo de nuestro cuerpo de fe de vida presente.

E aquí, el amor de mi vida viene a ser una mujer muy de sus cosas, plebeya, sonora y muy hábil con las matemáticas y los juicios de valor de la lógica. No podía ser de otra manera que seductora y simple, con una sonrisa espantapájaros muy universal sin por ello ser estándar, con aires de mujer fatal que con un solo tacón podría quebrar el mundo en dos pedazos muy visibles. Me gustará para siempre su boca porque imitaba estilos muy pictóricos, con puntos de luz muy distorsionados por un brillo de piel muy sana, muy "pehachenéutra" y lumínica.

Tenía unos ojos muy poco hundidos en la cuenca, no era muy visceral si no se la enfadaba mucho. Cuando tenía que decidir entre dos cosas siempre elegía la más difícil, aunque en ello le fuera la vida y la suerte. Pensaba tanto que ella a si misma se decía demasiado, pero nunca basta. Le encantaba mirar y leer, era por ello observadora, aunque le venía de un gen automático heredado quizá de su abuelo materno.

A mi me ella me encanta porque era singular en sus rasgos de felicidad, muy parasimpáticos y azucarados. Su piel debía ser muy fina y delicada, con un tono muy superior de color siempre cálido y adorable. Sé que usaba gafas y que cuando llora éstas se le empañan. También sé de ella que nunca recuerda lo que sueña, y se siente desafortunada por ello. Mientras duerme su cuerpo no para, está activo y armónico.

Ahora que me despidió para siempre debo empezar a quitarme de la cabeza que exista, es mejor seguir pensando por siempre que se trata solo de un retrato virtual y para nada visual. Debo sacar todos los muebles de dentro, airear las estancias, poner perfume allí donde fuere necesario, mejor si es abundante, para que borre cualquier indicio que vuelva a llevarme matemáticamente a ella.
Digamos que lo difícil viene ahora, toca limpiar y sacar lo no válido, reponer los lugares, ambientarlos con otra luz más acorde, un poco mas baja, y así ayudar a que todo se calme y no acabar yendo los domingos a la misa de tarde. Me siento como con el metabolismo muy lento, veo la mañana pasar muy despacio, y cuando la gente me sonríe pienso en comida envasada en lata sin conservantes ni colorantes, y todo está como con otra luz más tenue, más triste, más marítima y traumática. Hoy no tengo ganas de nada.
Pero prometí que tus deseos se cumplirían, y así lo haré. Descansa en paz pues, nadie, incluído yo, habrá de molestarte.

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